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Y bien... ¡la guerra!

Tiqqun
Traducción Yaiza Nerea Pichel    /    Ilustración Ana Reguera

Entre los más eficaces intentos de disolución de los endurecimientos ideológicos del pensamiento político de izquierda y derecha en la era de la globalización se encuentran los trabajos de Tiqqun. Este colectivo francés ha convulsionado la filosofía de nuestro tiempo con intervenciones muy polémicas dirigidas, en sus propias palabras, a «recrear las condiciones de otra comunidad posible». Reproducimos a continuación un sugerente texto programático de Tiqqun, inédito en castellano, y una reflexión del filósofo Ignacio Castro en torno a su aportación.

En todo hay que empezar por los principios. La acción justa deriva de ahí.

Cuando una civilización está arruinada tiene que quebrar. No se hace limpieza en una casa que se cae a pedazos.

Los fines no faltan, el nihilismo no es nada. Los medios están fuera de duda y la impotencia no tiene excusa. El valor de los medios se remite a su fin.

Todo lo que es, es bueno. El mundo de los qelipothQelipoth: nombre que reciben las fuerzas del Mal en las corrientes místicas del judaísmo. (N. de la T.), el Espectáculo, es malo de cabo a rabo. El mal no es una sustancia; si fuera una sustancia, sería bueno. El misterio de la efectividad del mal se resuelve en que el mal no es, en que es una nada activa.

El mal consiste en no distinguirlo del bien. La indistinción es su reino, y la indiferencia su potencia.

A los hombres no les gusta el mal, sino el bien que hay en él.

En el Tiqqun, el ser retorna al ser, la nada a la nada. La realización de la Justicia es su abolición.

La historia no ha terminado: para eso tendría que contar con nuestra aprobación.

Un solo hombre libre basta para probar que la libertad no ha muerto.

La cuestión no es nunca «vivir con su tiempo», sino para o contra él. Eso no depende.

Todo lo que presume de ser un adelanto temporal sólo reconoce de ese modo que no está por encima del tiempo.

Lo nuevo no es más que la coartada de lo mediocre. Hasta ahora el progreso ha designado únicamente un cierto incremento en lo insignificante. Lo esencial quedó en la infancia. Los hombres han adquirido hábitos, pero aún no los han pensado. Esto es una negligencia, que resulta ya imposible. Aquí comienza la historia.

Las catástrofes de la historia no demuestran nada en contra del bien. No son los movimientos revolucionarios los que han suspendido «el curso normal de las cosas». Dadle la vuelta. Es de hecho este curso ordinario el que constituye la suspensión del bien. En su encadenamiento, los movimientos revolucionarios componen la tradición del bien, hasta ahora, la tradición de los vencidos. La nuestra.

Toda la historia pasada se resume a eso, a una gran ciudad asediada por reyezuelos. Inexpugnable, el resto permanece.

Absolutamente antes del tiempo está el sentido.

Es un reloj que no suena. Suya es la realeza.

Hay que actuar como si no fuéramos hijos de nadie. A los hombres no les es dada su verdadera filiación. Ésta será la constelación de la historia que consigan reapropiarse. Está bien tener un panteón. No todos los panteones se encuentran al final de una calle SoufflotCalle Soufflot: une los jardines de Luxemburgo con el Panteón de París, conjunto monumental erigido en símbolo de la historia nacional francesa. (N. de la T.).

Los lugares comunes son lo más bello del mundo. Es necesario repetirse. La verdad siempre ha dicho lo mismo, de mil maneras distintas. Llegado el momento, los lugares comunes tienen el poder de hacer oscilar los mundos. De hecho, el universo nació de un lugar común.

El mundo no se describe adecuadamente, porque no se cuestiona adecuadamente, y viceversa. Nosotros no buscamos un saber que dé cuenta de la realidad, sino que la cree. La crítica no debe temer ni a la pesadez de los fundamentos, ni a la gracia de las consecuencias. La época es furiosamente metafísica, aunque trabaje sin tregua por olvidarlo.

Al rechazar la Metafísica Crítica, uno la abraza.

A algunos les parece que la verdad no existe. Y son castigados por ello. No escapan a la verdad, y sin embargo la verdad se les escapa. No la entierran, y sin embargo ella los enterrará.

No nos interesan nada los lamentos, no le haremos a nadie el favor de una revuelta a medida. Tendréis que tomarlo todo por vosotros mismos.

El mundo necesita verdad, no consuelo.

Hay que criticar la dominación, porque la servidumbre domina. Que haya esclavos «felices» no justifica la esclavitud.

Han nacido. Quieren vivir. Y siguen destinos de muerte. Incluso quieren descansar y dejan hijos, para que nazcan otros muertos, y otros destinos de muerte.

Ha llegado el tiempo de las larvas, que hasta escriben libritos de los que se habla en sus criaderos. Desde que hay hombres, y desde que éstos leen a Marx, se sabe lo que es la mercancía, pero todavía no se ha acabado prácticamente con ella. Algunos, que en otro tiempo se dedicaron a criticarla, llegan a afirmar que se trataría de una segunda naturaleza, más bella y legítima que la primera, y que deberíamos rendirnos a su autoridad. Sus metástasis han alcanzado las extremidades del mundo; estaría bien recordar que un organismo completamente cancerado, tarda poco en derrumbarse.

Las alternativas y los antiguos litigios están exhaustos. Nosotros imponemos unos nuevos. Rechazad de igual modo ambos bandos.

Amad únicamente el resto. Sólo el resto será salvado.

Los hombres son responsables del mundo que no han creado. No es una noción mística, es un dato. Sólo sorprenderá a quien haya encontrado acomodo en él.

De ahí, la guerra.

El enemigo no posee la inteligencia de las palabras. El enemigo las pisotea. Las palabras quieren ser puestas de nuevo en pie.

La felicidad no ha sido nunca sinónimo de paz. Hay que hacerse una idea ofensiva de la felicidad.

La sensibilidad ha sido una disposición pasiva al sufrimiento durante demasiado tiempo; ahora debe convertirse en el mismo medio del combate. Arte de convertir el sufrimiento en fuerza.

La libertad no se conforma con la paciencia, es la práctica en acto de la historia.

A la inversa, las «liberaciones» no son más que el opio de los malos esclavos. La crítica nace de la libertad, y la pare. Los hombres están más seguros de liberarse al desprenderse, que de acceder a la felicidad al recibir.

Perseguid la libertad, el resto vendrá por añadidura. Quien quiera guardarse, se perderá.

Igual que todo aquello cuya existencia debe ser previamente probada, la vida adaptada a este tiempo tiene bien poco valor.

Un orden antiguo subsiste en apariencia. En realidad, sólo está ahí para ser descrito en todas sus perversiones.

Se dice que ya no hay peligro, porque ya no hay motines; se dice que, como no hay desorden material en la superficie de la sociedad, la revolución está lejana. Pero es que las fuerzas de aniquilación se encuentran en una vía completamente distinta de aquella en la que esperábamos encontrarlas.

Sabed, jóvenes imbéciles, catetos realistas, que hay más cosas en el cielo y en la tierra de las que vuestros solipsismos inconsecuentes alcanzan a imaginar.

Esta sociedad funciona como una llamada incesante a la restricción mental. Sus mejores elementos le son extraños. Se rebelan contra ella. El mundo gira en torno a sus márgenes. Su descomposición le excede. Todo lo que vive aún, vive contra esta sociedad.

Abandonad la nave, no porque se hunda, sino para que se hunda.

Todos los que hoy no comprenden, ya desplegaron ayer toda su fuerza para no comprender. En su fuero interno, el hombre está al tanto del estado del mundo.

Todo se radicaliza. Tanto la estupidez como la inteligencia.

El Tiqqun libera las líneas de ruptura en el universo de lo indiferenciado. El elemento del tiempo se reabsorbe en el elemento del sentido. Las formas se animan. Las figuras se encarnan. El mundo es.

Cada nuevo modo del ser arruina el modo del ser precedente, y sólo entonces, sobre las ruinas del antiguo, el nuevo comienza. Esto es lo que se llama «dolores del parto» para designar un periodo de grandes tumultos. Parece que el antiguo modo del ser en el mundo quedará arruinado, lo cual cambiará distintas cosas.

Un día una sociedad intentó, por innumerables medios continuamente repetidos, aniquilar a sus hijos más vivos. Esos hijos sobrevivieron. Quieren la muerte de esta sociedad. No tienen odio.

Es una guerra que no viene precedida por ninguna declaración. Nosotros no la declaramos, simplemente la revelamos.

Dos bandos. Su desacuerdo tiene que ver con la naturaleza de la guerra. El partido de la confusión querría que hubiera un único bando. Conduce una paz militar. El Partido Imaginario sabe que el conflicto es padre de todas las cosas. Vive disperso y exiliado. Fuera de la guerra, no es nada. Su guerra es un éxodo en el que las fuerzas se componen y las armas se encuentran.

Dejad al siglo los combates de espectros. No se lucha contra los ectoplasmas. Se les aparta para despejar el objetivo.

En un mundo de mentira, la mentira no puede ser vencida por su contrario, sino únicamente por un mundo de verdad.

La complacencia engendra odio y resentimiento. La verdad reúne a los hermanos. «Nosotros» quiere decir nosotros y nuestros hermanos.

La inteligencia debe convertirse en una cuestión colectiva.

And the rest is silence.

Titulo original «Eh bien, la guerre!», publicado en Tiqqun 1. Organe conscient du Parti Imaginaire. Exercices de Métaphysique Critique, 1999.

SEMINARIO EL MALESTAR DEL CAPITALISMO. EN TORNO A GIORGIO AGAMBEN, ALAIN BADIOU, ERNESTO LACLAU, TIQQUN Y SLAVOJ ŽIŽEK


02.02.10 > 17.03.10
DIRECCIÓN JORGE ALEMÁN • GERMÁN CANO • IGNACIO CASTRO
ORGANIZA CBA