Lo que no se ve ni se oye
Entrevista con Javier Paxariño
La de Javier Paxariño (Granada, 1953) es una trayectoria amplia y versátil. Miembro fundador de Radio Tarifa, entre otros proyectos con músicos nacionales e internacionales, es el director del ciclo Cartografías sonoras que se ha celebrado por segundo año consecutivo en el CBA. Su objetivo: reducir la distancia entre el escenario y el patio de butacas al mostrar «una de las partes más ocultas y también más íntimas de los músicos: sus procesos de creación».
El ciclo Cartografías sonoras nació en 2019 con la intención de reducir esa distancia entre el escenario y el patio de butacas que es, en ocasiones, abismal. Para el público, intentar aproximarse a las técnicas, las inspiraciones y los diseños artísticos de los músicos implica un complejo ejercicio intuitivo motivado por la curiosidad. En cada sesión de este ciclo coordinado por Javier Paxariño, los músicos comparten con los asistentes su trabajo diario en el estudio y la elaboración de los mapas sonoros que constituyen sus signos de identidad. Y donde también muestran, mediante ejemplos musicales, las principales técnicas e instrumentos que emplean. Y, todo ello, en un contexto interactivo en el que los asistentes pueden consultar sus dudas acerca de los temas tratados.
Minerva ha estado conversando con Paxariño, cuya obra bien podría constituir, a su vez, una cartografía sonora, como cabe deducir de la leyenda que aparece en su reciente Raíces y alas (2019), álbum con el que conmemora sus treinta años de carrera musical: «durante toda mi carrera he tratado de configurar un universo sonoro para compartirlo con los demás». Saxofonista y especialista en instrumentos de viento, pionero de la música de fusión y estudioso de las tradiciones mediterránea y peninsular, Paxariño ha dedicado gran parte de su carrera a componer música inspirada en fuentes de raíz ibérica, volcando su creatividad en la fusión y el mestizaje en clave de jazz. En su repertorio, encontramos música de las tres culturas, ráfagas balcánicas, ritmos arrebatadores entre el funk y la psicodelia, bulerías, tanguillos…, todo ello interpretado con la sabiduría de uno de los grandes músicos de España.
Su trayectoria es amplia y versátil, con multitud de colaboraciones con artistas del panorama nacional e internacional. Entre otros muchos proyectos, ha sido miembro fundador de Radio Tarifa y ha colaborado con Kevin Ayers, Miguel Ríos o Joaquín Sabina. Destaca también su colaboración con el compositor Alberto Iglesias para las bandas sonoras de las películas Vacas, El jardinero fiel y Cometas en el cielo (las dos últimas nominadas al Oscar a la mejor banda sonora), su música para Exodus, de Ridley Scott, y para Katmandú, de Icíar Bollaín; esta última, junto al compositor francés Pascal Gaigne.
¿Cómo se plantea la próxima edición de Cartografías sonoras?
La intención es recoger lo aprendido en todas las experiencias que hemos tenido y, con ese bagaje, explorar nuevas cartografías sonoras. Pretendemos conocer artistas que realmente hayan desarrollado un trabajo interesante en sus carreras musicales. En general, se mantendrá el formato habitual, que es de concierto-conferencia, donde el artista habla de su mundo sonoro, de su mundo artístico. Es una manera de entrar en el taller creativo y en el taller mental del artista, de saber por qué hace lo que está haciendo y de escucharle hablar de su trayectoria, de cómo ha llegado a configurar esa cartografía sonora personal.
Se trata de entrar en el lado más íntimo del artista.
Justamente. Averiguar qué aspectos son los que le han inspirado. Exponer, sencillamente, cómo se ha hecho una composición, qué es lo que hay detrás de lo que se escucha. El formato interactivo facilita esto, porque el público, en cualquier momento, puede hacer preguntas. Es un encuentro con el oyente que quiere ir un poco más allá del producto final de un artista, que desea entender por dónde navega a la hora de ir creando. Tengo que decir que los asistentes han sido excepcionales durante todas las sesiones, siempre absolutamente respetuosos, escuchando al artista e interviniendo con preguntas adecuadas e interesantes.
Otra de las claves de Cartografías es la variedad de músicos, su ausencia de límites.
Por el ciclo han pasado artistas tan peculiares como Fátima Miranda, Germán Díaz o Marcelo Moguilevsky, que son tres espíritus creativos completamente distintos, pero que entran en ese esquema de la creación y el formato que queríamos explorar. El mismo concepto de cartografía es bastante abierto. Porque realmente lo que ellos vienen a explicar es su línea de sombra, para decir justo lo que no se ve, y eso es lo importante. El resultado es equivalente a hacer una fotografía 3D del artista. De modo que, al ser el objetivo de Cartografías el de indagar en su trabajo, cabe cualquier tipo de estilo. Eso sí, los criterios de selección de los intervinientes siempre han sido escrupulosos. Hasta ahora han venido artistas que tienen una trayectoria a sus espaldas, que despiertan grandes expectativas y cuyo discurso artístico musical nos ha parecido interesante.
¿Tenemos ya alguien confirmado para esta edición?
Este año, sobre el planteamiento que tenemos, queremos combinar nuevos creadores muy activos en las redes con gente de trayectoria más dilatada. Además, este año la novedad es que vamos a poner en valor a artistas que, en principio, habitan un mundo un poco más asequible dentro de la creación artística. Por hablar de nombres concretos, probablemente tengamos de invitado a un músico de gran prestigio y calidad como es Javier Ruibal, que cuenta con una trayectoria extensa y tiene mucho que decir, ya que ha sido una persona reivindicativa tanto en el plano artístico como socialmente. También tenemos intención de recuperar una sesión que quedó pendiente en la anterior edición debido al confinamiento. Se trata de Efrén López, un gran virtuoso y conocedor de las músicas del Mediterráneo, especialmente de sus instrumentos de cuerda.
Eres, desde el inicio, el coordinador y moderador de las sesiones de Cartografías sonoras. Sin duda, tu condición de músico genera una cercanía y una afinidad que enriquecen cada sesión, ya que tú también tienes tu propia cartografía sonora y eso te acerca de manera especial al talento creador de los músicos invitados. ¿Qué te aporta a ti, en tanto que músico, Cartografías sonoras?
Siempre me ha preocupado lo que hay detrás de lo aparente. Eso es un concepto ampliable a cualquier aspecto de la vida, pero en el caso del arte me parece especialmente interesante. Qué hay detrás del creador que está haciendo lo que yo estoy percibiendo. Se trata, pues, de intentar ir más allá, de que el artista revele el mapa que nos permita entender con más precisión quién es. A mí, como artista, es algo que me encantaría mostrar, exponer cuáles eran las fuentes y el objetivo del jardín sonoro que construí en su momento. Así pues, me parece un lujo el tener la oportunidad de ayudar a desvelar todo eso durante cada sesión de este ciclo.
Además de un halago, ¿no? Porque los músicos creáis productos sonoros que todos consumimos y nos alegran momentos, pero solo os vemos a través de lo que son vuestros productos, incluso en el escenario. Desgraciadamente no se suele ir más allá.
Es verdad. Cuando el público mira al artista en escena, lo que ve es la imagen que cada uno construimos de él. Hay una parte de interpretación muy subjetiva en cada oyente. El arte sugiere más que cuenta y, por eso es tan interesante hacer esa exégesis del artista. Es también una oportunidad para ambos, el poder dar lugar a ese descubrimiento. Y eso es lo que hacemos en Cartografías sonoras.
Cuando investigas un poco a los músicos que te interesan, puedes averiguar con quién ha hecho tal cosa, si ha colaborado con alguien e incluso detalles de su vida personal, pero sobre su manera de crear se sabe muy poco. Es una de las partes más ocultas y también más íntimas de los músicos. Me imagino que también de otros artistas, pero quizá especialmente de los músicos, por esa tendencia que tenemos los amantes de la música de hacer nuestras las canciones que nos emocionan y situarlas en nuestras vivencias personales, más allá de la inspiración del compositor. Es una perspectiva muy generosa de la obra musical.
Por otro lado, me parece muy importante destacar que en Cartografías sonoras siempre hemos tenido músicos que son autores de su propia obra y no intérpretes de obra ajena. No queremos hacer simples semblanzas de intérpretes más o menos excelentes. Sin desmerecer a nadie, por supuesto, pero para el ciclo creemos que es más interesante un artista que tiene un mundo creativo propio, que tenga vocación de compartir el arte que genera. Yo, como músico, creo en el arte compartido y no puedo hacer una composición y meterla en un cajón. Realmente soy poco amigo de consumir la música, entendido de manera literal el concepto de consumo, porque para mí el arte no puede tratarse como un consumible, ya que tiene ciertos componentes espirituales que tienen más que ver con las emociones, con un mundo interno que tenemos cada persona. Cuando compras un disco, lo que estás comprando en realidad es un momento de felicidad, un momento de ensoñación, y cada uno tendrá su propia lectura.
Como músico, también pienso que es un privilegio poder hacer una actividad como Cartografías sonoras en un sitio como el Círculo de Bellas Artes; realmente no hay muchas actividades que se le parezcan. En ocasiones se hacen monográficos sobre un artista, pero no se ofrece esta oportunidad ni se enfocan desde este mismo punto de vista, sino que muchas veces se usa más lo anecdótico. Nosotros no descartamos la anécdota porque también queremos que sean unas sesiones amenas, pero vamos mucho más allá, procurando conectar con algo más esencial del artista.
© Sonia Frías, 2020. CC-BY-NC-SA 4.0
06.03.19 > 27.03.19
PARTICIPANTES ISMAEL PEÑA • FÁTIMA MIRANDA • LUIS DELGADO • GERMÁN DÍAZ
04.03.20 > 25.03.20
PARTICIPANTES SUSO SAIZ • MARCELO MOGUILEVSKY
DIRECCIÓN JAVIER PAXARIÑO
ORGANIZA CBA