Para la crítica se da como tarea el rescate y representación de la reflexión de la obra como tal en ella misma. A saber, bajo la premisa de que la obra de arte es un centro vivo de la reflexión, aparece como posible el potenciar esa determinada reflexión que los románticos conciben al mismo tiempo como autoconocimiento incrementado de lo que reflexiona.
Obras I, 2, p. 322
Tal como lo escribe Valéry, «los románticos se alzaron contra el siglo XVIII en su conjunto, [...] y acusaron así frívolamente de una supuesta superficialidad a unos hombres que estaban muchísimo mejor instruidos que ellos, que sentían mucha más curiosidad por los hechos y las ideas que sentían ellos, y que buscaban la precisión y el pensamiento a gran escala mucho más que ellos».
Los románticos no conocen nada que sea infinito, sino ya, tan sólo, lo infinito mismo. Y lo infinito es el universo, la común esencia a toda cosa.
El arte poética del romanticismo es el movimiento de disolución de todos los fenómenos en lo infinito, en lo absolutamente libre y religioso; y así justamente [...] es posible captar y conocer [...] la grandeza de Shakespeare.