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Proyecto lusitania

Redacción Minerva

La exposición que inauguró el ciclo De propia invención. Lusitania fue Promedades au désastre, de João Tabarra (Lisboa, 1966), artista que se caracteriza, desde comienzos de los años noventa, por un uso de la fotografía en color y en grandes formatos, y del vídeo en trabajos de corta duración, con intención narrativa y trasfondo crítico: «Mi trabajo se basa en un proceso alegórico que se desarrolla a partir de la idea que vertebra cada obra. Cada pieza viene precedida de un proceso de elaboración conceptual que puede durar uno o dos años. Es un proceso muy íntimo, lo cual no excluye que me interese por lo que pasa en el mundo».

La exposición que inauguró el ciclo De propia invención. Lusitania fue Promedades au désastre, de João Tabarra (Lisboa, 1966), artista que se caracteriza, desde comienzos de los años noventa, por un uso de la fotografía en color y en grandes formatos, y del vídeo en trabajos de corta duración, con intención narrativa y trasfondo crítico: «Mi trabajo se basa en un proceso alegórico que se desarrolla a partir de la idea que vertebra cada obra. Cada pieza viene precedida de un proceso de elaboración conceptual que puede durar uno o dos años. Es un proceso muy íntimo, lo cual no excluye que me interese por lo que pasa en el mundo».

En efecto, en su trayectoria de quince años se aprecia un constante cuestionamiento de lo social, lo político, lo ideológico y lo económico. En ocasiones, esto ha dado lugar a lecturas de su obra centradas únicamente en este aspecto polémico. Sin embargo, el trabajo de Tabarra también tiene una importante componente poético-romántica: «Estamos cayendo en un acomodamiento mental que a menudo se camufla de crítica social. Una fotografía puede ser una cadena de pormenores, de informaciones que, al unirse, propician la comprensión de un concepto». Tabarra combina los elementos conceptuales dirigidos a estimular la reacción del espectador con un lado poético que a menudo tiene que ver con un humor nada superficial. El propio título de la exposición –«Paseos por el desastre»– anuncia la atmósfera en que nos envuelve su obra: un primer impacto visual que transita después hacia un humor agridulce y un fondo de denuncia: «El título alude al desastre cotidiano que está presente por doquier, que acepto como parte de mi vida, como el amor, la risa o el llanto. Todos somos paseantes por un desastre que puede ser incluso positivo». En la mayoría de sus imágenes es el propio João Tabarra quien protagoniza las acciones y situaciones, acompañado, a veces, por un personaje de connotaciones fantásticas y positivas, una especie de hada interpretada por un hombre, cuya presencia deja una marca que oscila entre la desolación poética y lo cómico.

En Pequeños problemas Rui Calçada Bastos (Lisboa, 1971) mostró su empleo del vídeo, la instalación y la fotografía como medios de indagación en contextos marcados por la incertidumbre y relacionados con la identidad personal, la memoria, las zozobras amorosas y, en definitiva, la intimidad. En palabras del propio Calçada Bastos, «esta exposición supone un corte transversal en mis trabajos de los últimos cinco años, donde mezclo fotografía, instalación, vídeo y sonido para hablar de cuestiones que me han interesado de forma recurrente a lo largo de este tiempo. Manejo un registro muy autobiográfico, porque cuando se pone el corazón en las manos, uno habla de sí mismo. La cuestión es hacerlo sin caer en el egotrip y tratando de universalizar el discurso».

Su obra está marcada por una combinación de calidez, perplejidad y misterio que consiguen atrapar la atención del espectador. En particular, Calçada Bastos hace un uso intensivo del universo estético cinematográfico para crear imágenes heteróclitas en las que destaca un uso arriesgado de la luz y los espacios vacíos: «Me interesa mucho el expresionismo alemán de los años treinta. Mis vídeos son mudos y en blanco y negro, sin embargo, me preocupa mucho la narrativa. Me interesa que haya un principio, un desarrollo y un final y, al mismo tiempo, dejar puertas abiertas para la interpretación de la pieza, como en una película de Hitchcock, que tiene muchas lecturas». Así se aprecia en Quadrifoglio (2000-2002), cuatro desarrollos cortos de vídeo en blanco y negro –Personally, Ascenseur, O caso y Rendez-vous– que ahondan en el enigma y la incertidumbre, con una estética a caballo entre el surrealismo de Buñuel, la intensidad de Dreyer o el suspense de Hitchcock. Son imágenes sutiles y reflexivas que requieren una lenta maduración intelectual: «Para apreciar un vídeo se necesita tiempo. Por eso no me interesa participar en ferias, donde la atención de los espectadores es muy fugaz. Mis vídeos no son spots publicitarios. Pueden entenderse como una especie de haikus visuales: cuatro o cinco líneas que exigen su tiempo».

Hay otros temas recurrentes en su obra, como muestran las fotografías de All I Had (2002-2003) o el vídeo Studio Contents (2005), con sus recopilaciones y enumeraciones de objetos y enseres de los diferentes estudios por los que va pasando (Lisboa, París, Berlín...). La mudanza no es sólo material, sino también interior: el cambio, el viaje, el artista como explorador de nuevos territorios... Para su particular viaje, Rui Calçada Bastos ha construido la maleta recubierta de espejos que aparece en The Mirror Suitcase Man. «Es un proyecto que comenzó hace cuatro años en Berlín. Es la historia de un hombre que no tiene espacio suficiente en su maleta para guardar sus recuerdos, así que viaja con una maleta espejada que refleja las cosas que le gustarían guardar».

Miguel Palma (1964) vive y trabaja entre Lisboa y Cascais. Palma acostumbra a emplear la tecnología para realizar una crítica de la depredación ecológica y cultural en la sociedad contemporánea, presentando acciones e instalaciones complejas en las que el artista y el público juegan un papel fundamental. Entre el 18 de abril y el 28 de mayo desarrolló el Proyecto ariete: un viaje a bordo de un Porsche 911 Carrera con el que recorrió más de 16.000 kilómetros en treinta días y visitó cuarenta y seis museos y centros de arte de varias ciudades europeas. Palma, vestido con un uniforme de la fuerza aérea polaca, cruzó Europa llevando sobre su coche «la carlinga de un avión que contenía información sobre mi trabajo: CD, libros, merchandising... Recorrí museos de toda Europa intentando mostrar mi obra e informar de mi producción». Miguel Palma se presentaba en las oficinas de gerentes y directivos de instituciones vinculadas al arte contemporáneo, llevando una especie de ariete transparente con un foco, dos cascos y una caja negra, además de documentación sobre su trabajo: «Solamente en dos o tres ocasiones concerté la visita. Para el resto de directivos fue una sorpresa. El recibimiento en los museos más jóvenes fue muy bueno, entusiasta incluso. En cambio, en los más institucionales fue más complicado. En cualquier caso, que me recibieran no era lo más importante. Lo que me interesaba era salir de mi país y llevar a cabo esta quimera de divulgación e internacionalización de mi obra». Palma trataba de entrevistarse con los directores de museos para charlar con ellos acerca de la internacionalización del arte portugués, coincidiendo con la conmemoración de los veinte años de la entrada de Portugal en la Unión Europea. Los encuentros –cordiales o no– con el personal de los museos, la curiosidad de la gente, la difusión mediática y la propia inercia del viaje son la experiencia y los elementos resultantes de esta aventura. Los avatares de este tour artístico se registraron en diversos soportes (fotografías, vídeo y documentos escritos) que se han convertido en una obra de arte por derecho propio.

CICLO DE PROPIA INVENCIÓN. LUSITANIA
EXPOSICIONES RUI CALÇADA BASTOS, PEQUEÑOS PROBLEMAS • JOÃO TABARRA, PROMENADES AU DÉSASTRE • MIGUEL PALMA, PROYECTO ARIETE


24.01.06 > 28.05.06

COMISARIO SEVE PENELAS
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