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Bitter Weber: rascar la superficie

Redacción Minerva

El barrio del 23 de Enero, en Caracas, surgió como proyecto de alojamiento destinado a las clases medias durante la dictadura del general Pérez Jiménez (1948-1958). Los bloques, diseñados por uno de los mejores arquitectos del siglo xx, Carlos Raúl Villanueva, constituyen un excelente ejemplo del tipo de megaestructuras que proliferaron en los años cincuenta por todo el subcontinente latinoamericano siguiendo los postulados de la arquitectura moderna.

El barrio del 23 de Enero, en Caracas, surgió como proyecto de alojamiento destinado a las clases medias durante la dictadura del general Pérez Jiménez (1948-1958). Los bloques, diseñados por uno de los mejores arquitectos del siglo xx, Carlos Raúl Villanueva, constituyen un excelente ejemplo del tipo de megaestructuras que proliferaron en los años cincuenta por todo el subcontinente latinoamericano siguiendo los postulados de la arquitectura moderna.

En 1958, durante la revuelta popular que puso fin a la dictadura, las clases bajas empobrecidas ocuparon los 4.000 apartamentos que permanecían vacantes en los bloques. Desde entonces, el barrio ha mantenido su reputación de vecindario activo y ha ido creciendo a medida que los ciudadanos caraqueños levantaban ranchos y chabolas en torno a los bloques.

Cuando Sabine Bitter y Helmut Weber llegaron a Venezuela, lo primero que les llamó la atención fue cómo el 23 de Enero rompía sus esquemas: «Nuestros prejuicios nos hacen pensar que necesariamente debe haber un choque social, cultural y político entre los habitantes de los bloques y los de las chabolas. Pero resulta que no es así; allí vive una única clase social que comparte una misma cultura y unos mismos problemas. De hecho, a los superbloques los llaman “barrios verticales”, cuando “barrio” es la palabra que se utiliza en Caracas para referirse a los conjuntos de viviendas de autoconstrucción. En este caso, la recurrente oposición entre la ciudad formal y la informal –supuestamente asociada a desesperación, pobreza e ilegalidad– se desvanece por completo». Parafraseando la famosa biblia de la arquitectura postmoderna de Robert Venturi, Denise Scott Brown y Steven Izenour, BitterWeber han titulado uno de sus proyectos Aprendiendo de la Vega: sin dejarse fascinar en absoluto por las formas comunitarias de la pobreza y sin tratar de ocultar los problemas, sus fotografías del barrio de autoconstrucción de La Vega, en Caracas, adquieren un espesor especial que las distancia también de la fotografía de denuncia que pretende mostrar la desolación de este tipo de entornos. «Buscamos la manera de procesar estas imágenes de forma que la gente se haga una idea de que sí, puede resultar peligroso, pero hay mucho más; no nos interesa la típica imagen de favela devastada. De hecho, también pretendemos contribuir a modificar la percepción imperante de este tipo de imágenes».

Los artistas austriacos llevan años centrando su arte en cuestiones relacionadas de un modo u otro con la vida urbana, la ordenación del territorio o la arquitectura, aunque su principal foco de interés declarado es la política de la imagen de este tipo de entornos urbanos. Su serie Live like this, en la que aparece fotografiado el conjunto de viviendas de Pedregulho, proyectado en Río de Janeiro por otro de los grandes arquitectos latinoamericanos del siglo pasado, Alfonso Reidy, suscita cuestiones fundamentales acerca de la arquitectura moderna y sus formas de representación: «Precisamente nos interesa mostrar la carga ideológica que conllevan las formas tradicionales de representar esta arquitectura. Antes estos edificios se fotografiaban en blanco y negro y vacíos o semivacíos, como queriendo mostrar la pureza de la forma arquitectónica. En los últimos años, en cambio, sólo se muestran imágenes de desolación con los edificios prácticamente en ruinas, queriendo ilustrar el supuesto fracaso de la arquitectura moderna y sus pretensiones utópicas, como si no hubiera término medio, como si no hubiera millones de personas viviendo una vida normal en estructuras arquitectónicas y urbanísticas de este tipo. Tratamos, pues, de reapropiarnos de algún modo de la estética de supuesta pureza de estos proyectos urbanos modernos, reintroduciendo imágenes tomadas desde abajo».

Sabine Bitter y Helmut Weber reconocen la carga de razón que conllevan las críticas a la tradición moderna en arquitectura y a los procesos de modernización en general, pero también añoran ese impulso utópico que animó a gran parte de los arquitectos y urbanistas de esta tradición. «Puede que las pretensiones de la arquitectura moderna de alojar mejor a los pobres fracasaran pero, al menos, la sociedad en su conjunto parecía sentirse de algún modo responsable de esta situación y se mantenía la idea de que era preciso buscar e imaginar cómo debiera ser la sociedad. En los ochenta, en cambio, con la aparición del posmodernismo y el auge neoliberal, se produce una ruptura total y toda la tradición moderna se convierte en algo reprobable. Por lo demás, habría que ver qué elementos de la tradición moderna permanecen en el proyecto globalizador neoliberal, y cuáles son los que faltan pero deberíamos reintroducir, porque la idea de que si la economía va bien todo va a ir bien no se sostiene. La globalización es modernización sin modernismo, o sea, todo el aparato técnico y económico pero sin la preocupación social, sin la vertiente utópica…»

EXPOSICIÓN BITTERWEBER, VIVIR PARA VER


02.02.06 > 12.03.06

COMISARIO REINHARD BRAUN
ORGANIZA CBA
COLABORA CAMERA AUSTRIA • AUSTRIA EN ARCO