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Arts at CERN. Un diálogo entre arte y ciencia

Adriana Herreros

El Centro Europeo para la Investigación Nuclear (CERN) acogió por primera vez a un artista –el performativo y conceptual James Lee Byars– en 1973, auspiciado por el gran físico teórico John Bell. Desde entonces, el CERN ha sido residencia artística de creadores de distintos campos y con muy diferentes bagajes. Mónica Bello, directora del Arts at CERN, el programa de arte de este icónico laboratorio cuyo principal experimento es el Gran Colisionador de Hadrones, participó en la Bienal Ciudad y Ciencia, junto a Ricardo Horcajada, profesor de la Facultad de Bellas Artes de la UCM, en una conversación acerca de la dimensión estética de la ciencia que moderó la investigadora del CSIC Elea Giménez Toledo.

Dos años antes de su paso por la Bienal, Bello estuvo en el Círculo, donde impartió una conferencia sobre su trabajo en el CERN a los estudiantes de la Escuela Sur, dentro de la Cátedra ACCIONA. En este artículo, la periodista Adriana Herreros recoge sus opiniones sobre la relación entre la estética, el arte y la ciencia, en concreto la física de partículas, y nos adentramos en el programa que desde 2015 dirige en el Arts at CERN. 

UNA CUESTIÓN DE ESCALA

El Gran Colisionador de Hadrones, el principal experimento del CERN durante la última década, se encuentra a unos cien metros bajo tierra, en un túnel que alcanza temperaturas cercanas a las condiciones del universo segundos después del Big Bang. «Es una máquina increíblemente compleja y precisa, comparable a un reloj suizo. Este experimento revela fenómenos exóticos que los físicos observan atentamente, interpretando las señales de la naturaleza que nos indican la existencia de nuevas formas de materia. La aceleración de partículas en este entorno se acerca a la velocidad de la luz, y las señales detectadas ofrecen evidencia de modelos teóricos que los físicos han buscado durante décadas, como el Bosón de Higgs», explicó Bello en su conferencia en la Escuela Sur.

Y destacó la importancia de la escala, clave para aquellos que trabajan en el CERN: «Las dimensiones de los experimentos y fenómenos superan ampliamente la escala humana. Por otro lado, la escala en el diseño de estas máquinas también implica comprender el hecho de que miles de manos han contribuido a su construcción, pues la ciencia se construye gracias a la colaboración de un gran número de personas. Este enfoque desafía el mito del científico o del artista aislado, ya que la ciencia solo es posible si existe una comunidad. Es crucial no perder de vista esta dimensión».

Yunchul Kim, Chroma VII, 2023. Una de las piezas de la muestra Exploring the Unknown, en el CERN Science Gateway.
© CERN / Marina Cavazza

«LA PIZCA DE PLATINO»

En palabras de Bello, «la construcción y fundación del Gran Colisionador de Partículas es parte del desarrollo de Europa. Su historia se vincula con la historia de las ideas y la diplomacia científica. En el último siglo, hemos experimentado una transformación significativa en nuestra comprensión del mundo. El cambio fundamental ocurrió durante las primeras décadas del siglo XX, cuando Max Planck planteó que la partícula era tanto onda como partícula. En este periodo se revolucionó el pensamiento en todos los niveles. Tanto es así que Heisenberg llegó a describir la física como filosofía experimental. En las primeras vanguardias, arte y ciencia estaban estrechamente conectados a través de artistas que intentaban comprender las implicaciones de la mecánica cuántica y las teorías de Einstein. A menudo olvidamos mencionar que el arte es un sistema de ideas conectado con otras disciplinas que están transformando el mundo. En ese momento, era la física, con las ecuaciones de Maxwell. Se vivía un periodo vibrante de avances científicos y tecnológicos, y hoy, como herederos de esos logros, podemos observar cómo se manifiesta lo que se gestó entonces».

«Hoy en día, contamos con métodos poderosos para desvelar la estructura de la materia», continúa Bello, «una tarea que en el pasado solo se podía intuir. Desde 1954, el CERN, inicialmente el Consejo Europeo para la Investigación Nuclear, sentó las bases para experimentos destinados a comprender la estructura fundamental del universo y las leyes que lo rigen. En sus inicios buscó ser la primera organización científica de naturaleza estatal, una idea que generó cierta inquietud entre académicos y profesionales universitarios. Fue entonces cuando se formó una alianza entre países –actualmente suman veintitrés–, que en su momento desafiaron la percepción de algunos académicos de que la ciencia se estaba llevando a un ámbito desconocido. Es interesante escuchar a aquellos que vivieron esos años. Hoy son ancianos que de vez en cuando acuden a visitar el CERN y recuerdan que, siendo jóvenes, fueron los encargados de crear las máquinas del laboratorio, desde los grandes imanes hasta las primeras experiencias rudimentarias. Estas máquinas se construyeron en diferentes lugares de Europa, principalmente en ciudades industriales como Liverpool. El proceso implicó la construcción de edificio tras edificio hasta la creación del Gran Colisionador de Partículas, lo que requirió una gran dosis de creatividad e imaginación».

Para describir el proceso científico, a Mónica Bello le gusta rememorar el año 1919, cuando los poetas modernistas abordaban la ciencia: «T. S. Eliot, en particular, utilizó una analogía científica para describir el momento de creación que es digna de mención: “Cuando el oxígeno y el dióxido de azufre se mezclan en presencia de un filamento de platino, forman ácido sulfuroso. Esta combinación tiene lugar solo si el platino es fiel, si el platino está presente. Sin embargo, el ácido recién formado no contiene trazas de platino, y el platino así, aparentemente, no se ha transformado, no se ha visto afectado, ha permanecido inerte, neutral y sin cambios”. Y concluyó: “La mente del poeta es la pizca de platino”». 

DIÁLOGO ENTRE ARTE Y CIENCIA

Para Mónica Bello, «el arte y la ciencia se asoman al abismo de la existencia humana. Las dos disciplinas fijan su mirada en el futuro, un futuro no lineal, incierto. En mi trabajo me gusta cuestionar el papel que tanto el arte como la ciencia tienen en la inteligencia futura. Qué es el tiempo futuro sino aquello que hemos vivido ya y que nos acerca lo que es inminente, cuya urgencia nos estimula. Ambas disciplinas se reúnen en un continuo en el que los límites entre la mente y la materia se registran como símbolos y firmas de la naturaleza y la realidad».

Y continúa: «En la física fundamental, a pesar de operar dentro de parámetros racionales y científicos, también se introduce una descripción de la naturaleza que a menudo escapa a la lógica. La conclusión resalta la importancia de trabajar con artistas, ya que permite a los científicos incluir facetas filosóficas de la naturaleza en su trabajo diario, algo que a veces resulta difícil en términos de filosofía de la naturaleza. Este diálogo entre artistas y científicos no solo da un nuevo valor al trabajo científico, sino que también permite una apreciación más profunda del trabajo artístico. La combinación de la lógica científica y la creatividad artística genera una conexión única, desafiante e intelectualmente enriquecedora. La obra resultante, que fusiona ciencia y arte, contribuye a una comprensión más completa y plural de la naturaleza y del mundo en el que vivimos.

La ciencia y tecnología deben avanzar y desarrollarse de la mano de las humanidades y el arte para fortalecer y afianzar una cultura atenta y responsable a los desafíos del presente. Ambas se centran en modos de conocimiento que descubren aquellos rincones inexplorados de la naturaleza, invitando a reflexionar sobre las transmutaciones en la contemporaneidad. A mí me resulta valioso preguntarme acerca del acto de imaginar y conocer los distintos modos que adquieren estas pulsiones creadoras, tanto en ciencia como en arte. Tendemos a pensar que el aspecto más profundamente creativo de la ciencia es el desarrollo de modelos y teorías, algo que también ocurre en el arte, especialmente cuando se trata de aquellas cuestiones que nos invitan a pensar en la experiencia y que pueden trascender, convirtiéndose en ideas universales».

Gran Colisionador de Hadrones del CERN. © CERN / Maximilien Brice

Signatures of the Invisible

Por el laboratorio del CERN han pasado artistas de casi todas las disciplinas, principalmente del ámbito de las artes visuales, con un interés en el impacto de la tecnología y la ciencia en nuestra cultura. La primera residencia artística fue la del artista conceptual y performativo James Lee Byars en 1973, auspiciada por el gran físico teórico John Bell.

Desde entonces, uno de los proyectos más importantes del CERN como centro de creación artística, donde se puso en práctica el diálogo entre arte y ciencia, fue Signatures of the Invisible (2000), en el que participó un grupo multidisciplinar de doce artistas, liderados por el artista y cineasta Ken McMuller, entre los que se encontraba John Berger, el compositor Michael Nyman, la diseñadora Helen Storey, el actor Richard Deacon, la videoartista Sylvie Blocher, el escultor Anish Kapoor, la artista sonora Monica Sand y la artista multimedia Paola Pivi. Se trató de una colaboración sin precedentes entre artistas y físicos contemporáneos que, organizada junto a la escuela de creación artística London Institute, buscaba contribuir a la redefinición de las relaciones entre la ciencia y el arte. Tras una serie de sesiones preparatorias que permitieron a los artistas conversar con los físicos y comprender su trabajo en el laboratorio, los artistas trabajaron en obras muy diversas, desde grabados inspirados en la colisión de partículas, instalaciones de plomo romano no radioactivo, esculturas metálicas realizadas en colaboración con técnicos del CERN y piezas de diseño informático o de videoarte, entre otras.

ARTS AT CERN

En los años siguientes, bajo la dirección del físico alemán Rolf Heuer [director general del CERN entre 2009 y 2015], el CERN quiso formalizar esta relación entre arte y ciencia a través de una plataforma que, desde dentro del laboratorio, apoyara el desarrollo de la creación artística en el CERN. Desde entonces, el programa ARTS AT CERN se ha articulado en torno a proyectos de residencia –desde 2012 el CERN ha alojado a más de doscientos artistas–, el apoyo a nuevas producciones artísticas, a través del programa Art Commisions, inaugurado en 2018, y el montaje de exposiciones.

ARTS AT CERN ha colaborado con una veintena de muestras en todo el mundo, a través de exposiciones propias o de coproducciones con otros centros. La última es Dark Matters, que se pudo ver desde agosto de 2023 hasta el pasado 2 de diciembre en la Science Gallery Melbourne. Producida conjuntamente con el Centro de Excelencia ARC para la Física de Partículas de Materia Oscura, perteneciente al Consejo Australiano de Investigación, y comisariada por Mónica Bello y la comisaria jefa de la Science Gallery Melbourne Tilly Boleyn, en colaboración con un panel de jóvenes comisarios, la muestra explora la vida y la materia oscura que fluye a través de ella, mediante proyectos experimentales de artistas de todo el mundo, algunos desarrollados en conversación con científicos e investigadores.

Otra de las exposiciones destacadas de los últimos años es Cuántica. Inaugurada en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona en abril de 2019, itineró por distintos centros durante dos años. Comisariada por Mónica Bello, José Carlos Mariátegui y José Ignacio Latorre, analiza de qué manera los nuevos postulados de la física cuántica sacuden nuestra visión del mundo y el futuro de la humanidad. Conformaban la exposición, por un lado, diez proyectos artísticos que evidencian que el impacto de la cuántica va más allá del dominio de la ciencia y, por otro, se presentaron nueve ventanas que introducen el trabajo de investigación en el laboratorio y sitúan al visitante ante el logro intelectual que suponen las teorías de la física en contacto con el alcance de los experimentos avanzados. La unión de estos dos itinerarios, el artístico y el científico, configura un panorama poliédrico que plantea nuevas preguntas y conexiones que contribuyen a la comprensión de una realidad aparentemente invisible y el impacto que esta tiene en nuestras vidas.

Cámara del CERN. © CERN / Maximilien Brice

SCIENCE GATEWAY

El pasado 7 de octubre se inauguró Science Gateway, el nuevo museo de divulgación científica del CERN, con la exposición Exploring the Unknown, comisariada por Mónica Bello y Iliana Tatsi, comisaria del equipo de exposiciones del CERN. La muestra se conforma en torno a tres ejes que forman parte del campo de investigación del CERN –el espacio y el tiempo, el vacío cuántico y lo invisible, es decir, la materia oscura– y reúne la obra de cuatro artistas multidisciplinares: el alemán Julius von Bismarck, la francesa Chloé Delarue, el japonés Ryoji Ikeda y el coreano Yunchul Kim. Todos ellos han participado en las residencias del CERN para reflexionar junto a los físicos sobre el futuro del universo.

BIENAL CIUDAD Y CIENCIA 2023
CONVERSACIÓN DIMENSIÓN ESTÉTICA DE LA CIENCIA
23.02.23

PARTICIPAN MÓNICA BELLO • ELEA GIMÉNEZ TOLEDO • RICARDO HORCAJADA
ORGANIZA AYUNTAMIENTO DE BARCELONA • CBA • FECYT