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Vicente Valero

Palabras para Gamoneda

Oigo la lluvia de otro tiempo; humedece
lienzos inmóviles.
Fuera de mi pensamiento, extensa
en el pasado, cunde
aún la tormenta.
Así
enloquezco en la verdad.

–Arden las pérdidas, Viene el olvido (1993-2003)

He escogido este poema reciente, de Arden las pérdidas, aunque para lo que quiero decir podría muy bien haber recurrido a cualquier otro libro, incluso al primero de sus poemarios, ya que en todos ellos puede encontrarse esta misma idea de que la memoria es sólo una expresión más del sufrimiento humano.

Lejos de la elegía autocomplaciente, la poesía de Antonio Gamoneda ha encontrado en la memoria las raíces del dolor y su mirada no es muy diferente, por tanto, a la de aquel ángel de la historia benjaminiano que cuando volvía su rostro hacia el pasado sólo conseguía ver un montón de ruinas. Este montón de ruinas es la «verdad» en la que se enloquece, y a la que la poesía de Antonio Gamoneda ha sabido dar expresión íntima y universal, se diría que a la manera de los poetas de la Antigüedad, que eran también sabios, es decir, viendo.

El pasado es en la poesía de Antonio Gamoneda sobre todo una imagen, una secuencia que se ve, que puede ser vista, mucho más que un recuerdo, que solamente podría ser contado. «Ahora mis ojos ven en el pasado», dice el poeta en otro lugar de este mismo libro. Tal vez por eso la poesía es un don siempre relacionado con la clarividencia. Tal vez por eso también la memoria poética no es un relato, sino una suerte de epifanía, un puñado de imágenes que llegan, por ejemplo, como en este poema escogido, con «la lluvia de otro tiempo».

La poesía de Antonio Gamoneda, como la de los grandes poetas del siglo xx, excava en las tierras sin esperanza de la realidad, superando los límites de la evocación descriptiva, confiándose a la palabra siempre iluminadora, con la que todo pasado vuelve a la luz para ser visto u oído, con la que todo pasado vuelve a nosotros con la fuerza oscura y enloquecedora de la verdad.