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Carles Santos,

un agitador artístico con buen humor

Juan Ángel Vela del Campo
Fotografía Luis Asín

En octubre, el CBA entregó su Medalla de Oro a Carles Santos, compositor, pianista y creador infatigable en diversos medios y disciplinas. Juan Ángel Vela del Campo, buen conocedor de su obra y su persona, nos ofrece un retrato con el que aproximarnos a este artista de inclasificable perfil.

Carles Santos nació en Vinaròs en 1940, y ahí sigue viviendo. A la orilla del mar; con una paella, unos langostinos y una ensalada de vivos colores no demasiado lejos, por lo que pueda pasar; mimando a sus gallinas ponedoras, que le corresponden a plena satisfacción, y con «todos los pianos, el piano», que diría Cortázar, al alcance inmediato, para que la creatividad, la fantasía, no decaigan un solo instante, que de eso se trata.

Santos es un creador atípico, de los que tocan un gran número de palos, y los tocan todos con imaginación y espíritu renovador. Es pianista, en primer lugar –qué recital tan increíble dio en el CBA el día de la entrega de la Medalla de Oro: no lo olvidaremos nunca–, pero también es compositor y ha creado los espectáculos de teatro musical, llamémoslo así, más gamberros, transgresores, imaginativos, provocadores y si me apuran hasta necesarios para remover las aguas tranquilas, o estancadas, de la cultura conformista de nuestro país en años propicios a mirarse el ombligo, pues no estaba el horno para excentricidades lúdicas. Espectáculos inclasificables que se han definido como cultura mediterránea, qué cosas, elaborados desde un rigor musical y teatral sin precedentes aquí en este tipo de manifestaciones. No es su manera de trabajar una acumulación de «genialidades» para epatar a quien se deje, sino que parte de una estructura muy meditada en su aparente frivolidad. Luce el buen humor, desde luego, en sus planteamientos, pero desde una mirada en muchos momentos ácida y hasta sarcástica, por no decir demoledora.

Hay un equilibrio entre los creadores clásicos y los más rabiosamente vanguardistas a la hora de buscar las complicidades y los puntos de referencia musicales en la obra de Carles Santos. Entre los primeros se encuentran, sin duda, Bach y Rossini. Bach es para Santos un amor de toda la vida, Rossini una prueba de rejuvenecimiento en su madurez creativa y vital. Bach es la razón pura aplicada a la música, Rossini el hedonismo. Bach se percibe desde el pensamiento intelectual, Rossini desde la sonrisa escéptica. Partiendo de Bach creó Carles Santos La pantera imperial; mirando con el rabillo del ojo a Rossini El Compositor, la Cantant, el Cuiner i la Pecadora, fruto a su vez de la experiencia directa como director de escena en la ópera El barbero de Sevilla en el Festival de Perelada (se hizo una sola función, la segunda tuvo que suspenderse por un incendio en los bosques de la zona, que impidió llegar a los músicos. Estas cosas únicamente le pasan a Santos y su troupe). Lo cierto es que los universos de ambos compositores estimulan, sin ningún tipo de colisión, el manantial de ideas de Carles Santos. Otros compositores, desde Beethoven a John Cage, han puesto también algún granito de arena y hasta dejado su huella, pero quizás ninguno de una forma tan evidente y sustancial como Bach y Rossini.

Si clasificar a Carles Santos es una tarea inútil, al menos se puede afirmar que es un artista multidimensional y no se limita al piano y a las mil variantes del teatro musical. Ha hecho cine, bastante cine, de la mano de, pongamos por caso, Pere Portabella, o se ha mostrado continuamente como artista plástico conceptual. Este mismo 2006 la Fundación Miró de Barcelona le ha dedicado una gran exposición, en la que llamaban la atención sus pianos «intervenidos», es decir, con añadidos que destacaban sus valores en una órbita estética próxima al surrealismo. Pianos con orejas, o receptores de una gran lámpara en movimiento vertical, o… La poesía de Joan Brossa o la influencia pictórica de Tàpies o Guinovart andan por ahí flotando a su antojo.

Pero lo que define de una manera irrefutable a Carles Santos es la creación de un universo absolutamente personal con unos signos lingüísticos intransferibles. Santos ha hecho lo que le ha dado la gana en cualquier época y situación. Esa libertad le ha dado frescura. Y algún contratiempo doloroso en su día, que ahora en el recuerdo se contempla con cierta ternura. En la misma sala de Columnas del Círculo en que ha sido homenajeado a finales de octubre tuvo un incidente hace años cuando tocaba el piano. Al crítico más influyente de la capital entonces no le hizo gracia que se tomara tantas libertades creativas o interpretativas con un instrumento tan simbólico y subió al escenario cerrando ostensiblemente la tapa del piano con la «lesionada» mano de Carles Santos dentro. Cosas que pasaban en otros tiempos no tan lejanos.

Ahora Carles Santos es ya un clásico, una figura de referencia para festivales como el de Edimburgo, un creador admirado incluso en su propia tierra. Quizás sus espectáculos no tengan ya la carga de provocación de antaño, pero mantienen la lucidez de su mirada independiente y crítica. Su capacidad de poner patas arriba los convencionalismos le da un sello de artista resistente e inconformista. Tópicos. Lo que distingue a Carles Santos es su insobornable sentido del humor, su imaginación a medio camino entre la melancolía y el hedonismo, su amor infinito por la música. Un día cambió un piano por una moto, pero pronto se arrepintió y volvió a las andadas enseguida con sus pianos-amantes. Él mismo aconseja pasear los pianos por alta mar o llevarlos un día de merienda campestre. Lo importante es descolocar el orden imperante. Y suscitar con ello una sonrisa o una carcajada. No sé qué habría sido de la cultura española las últimas décadas sin una presencia como la de Carles Santos. Sin duda habría sido más aburrida y menos descarada. O sea, más pobre. Carles Santos es además un perfeccionista casi enfermizo. Y un agitador. El piano y los langostinos nunca han resultado mejor pareja que gracias a sus delirios creativos y lúdicos.

DISCOGRAFÍA SELECCIONADA

Sama Samaruck Suck Suck, (ópera-circo de Carles Santos) [composión, dirección y libreto Carles Santos], K Industria, 2002

Música para las ceremonias olímpicas Barcelona 92 [dirección Carles Santos], On the Rocks, 1992

Pianotrack [piano Carles Santos], Linterna Música, 1984

Voice tracks [voz Carles Santos], R. A. Taylor, 1981

MEDALLA DE ORO DEL CBA A CARLES SANTOS


30.10.06

ORGANIZA CBA