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Agrupación socialista de Villagordo de Júcar

Luis Escobar (hacia 1920)

Blusas, pana, paredes desmochadas, miradas limpias y orgullosas, como si desde ellas naciese la esperanza de un tiempo nuevo en aquella España mezquina tan castigada aún por el peso insoportable del Altar y el Trono.

Blusas, pana, paredes desmochadas, miradas limpias y orgullosas, como si desde ellas naciese la esperanza de un tiempo nuevo en aquella España mezquina tan castigada aún por el peso insoportable del Altar y el Trono. En esta imagen prodigiosa que tomó Escobar en las vísperas de la dictadura primorriverista descubrimos todos los estigmas de la menesterosidad, la dignidad y la solidaridad en este grupo de socialistas que posan un tanto intimidados ante la mirada eterna de la cámara. Por el modo de colocarlos y observarlos a través del objetivo, se adivina la cercanía personal del fotógrafo con estos lugareños de caras renegridas y frentes albas que denotan la fugaz ausencia de la boina, que desde un lugar de La Mancha pugnaban por superar los estragos de la historia. En el centro, como guía y líder ideológico, el barbero –de mote, «el rebelde»– nos mira con la decisión de los iluminados, junto a otro compañero de lápiz en la oreja, traje y corbata que denotan su condición de «oficial», que sostiene milimétricamente plegado el periódico El Socialista para que podamos leer su cabecera. Nada más entrañable que este sencillo recurso del fotógrafo, completado con el retrato del patriarca Pablo Iglesias que sostiene respetuoso el camarada que parece de más edad.

No existe lenguaje que nos hable con tal grado de verdad del desamparo y la miseria de la que venimos como la fotografía cuando, como en esta imagen tomada por Luis Escobar en su pueblo natal, con tanta sinceridad y vigor conmemora el tránsito de nuestros antepasados por este valle de lágrimas. Ninguno tan capaz de mostrarnos ese universo evanescente de las cosas soñadas o vividas, que ahora se nos muestran presentes y reales gracias al oficio y la sensibilidad de este admirable profesional que nunca sintió la angustia desolada de la futura y dudosa trascendencia artística de su trabajo. Hay en este retrato extraordinario algo que nos provoca una cierta sensación de turbación y sobrecogimiento cuando adivinamos que aquellos seres orgullosos y olvidados fueron en realidad nuestros abuelos. En estos campesinos que nos enseña Escobar en esta toma magistral que ya forma parte de la historia de la fotografía, encontramos a todos aquellos ancestros desvalidos que, con esfuerzo y dolor, amasaron su pan y fueron sembrando la semilla de la justicia y la libertad en estas tierras planas y castigadas. De ahí su encanto indefinible, la emoción y la ternura que provocan las poses, las miradas y el talento compositivo desplegado por el fotógrafo en esta estampa conmovedora que, como un mojón luminoso en el trémulo territorio de nuestra memoria, nos consuela de la aflicción del olvido.

PUBLIO LÓPEZ MONDÉJAR
HISTORIADOR DE LA FOTOGRAFÍA Y COMISARIO DE LA EXPOSICIÓN HISTORIA DE LA FOTOGRAFÍA ESPAÑOLA