Llorenç Barber y Fátima Miranda
Un destacamento de avanzada
Fotografía Minerva
Fátima Miranda y Llorenç Barber son dos personajes especiales. Su imparable actividad y su afán por ir siempre más allá los convierte en artistas a los que se puede seguir durante toda una vida sin que nunca dejen de asombrar. Sus trayectorias, unidas durante largo tiempo –desde la génesis de la música experimental en España, allá por los años setenta–, volvieron a encontrarse en la sección musical de Escena Contemporánea, VIII Festival Alternativo de las Artes Escénicas, el pasado mes de enero. El periodista y crítico José Manuel Costa, uno de sus más fieles seguidores, conversó con ellos.
LA ESCENA MADRILEÑA
JOSÉ MANUEL COSTA
Estamos en Madrid, una ciudad que comienza a bullir pero no llega a hervir. Una gran ciudad, en la que apenas residen artistas extranjeros…
LLORENÇ BARBER
Madrid nunca ha sido muy atractiva para la innovación artística y cultural, y creo que sigue sin serlo debido a cierta miopía institucional sobre la que seguro hablaremos. A mí Madrid me ha ofrecido un buen grupo de amigos, pero la verdad es que no puede decirse que sea un lugar que eche de menos ahora que me he trasladado a Valencia. Con todo, se va notando el cambio: es posible que la llegada de Manuel Borja-Villel al Reina Sofía le dé nueva vida. Están también la Casa Encendida, Medialab… Es algo que todavía está naciendo: de ahí debería surgir ese nuevo Madrid que llevamos esperando tanto tiempo.
FÁTIMA MIRANDA
Yo vivo en Mesón de Paredes, en pleno centro del Madrid castizo, pero en el fondo es como si viviera en cualquier otra parte: actúo bastante más en el extranjero que aquí, donde resulta muy cansino y esforzado, a pesar del numeroso público de fieles aficionados con el que cuento. En casa trabajo, estudio, compongo… Vivo como en una isla.
JOSÉ MANUEL COSTA
En el Madrid de los setenta hubo bastante movimiento, aunque apenas se hable de ello. Estaban los conciertos de Alea, que programaba Luis de Pablo, la casa de Juan Hidalgo, que era como un magisterio casero, el Festival de la Libre Expresión Sonora, la actividad del Laboratorio de Interpretación Musical… En definitiva, había actividad, efervescencia. Además, se producía en lugares poco convencionales como aulas universitarias, galerías, colegios mayores, ¡incluso en el Instituto Nacional de Previsión o en el gimnasio de la Escuela de Magisterio! Fátima, tú dirigías la Fonoteca de la Complutense. De algún mo-do, como en aquellos años no cabía esperar gran acogida por parte de las fuerzas tradicionalistas que ocupaban el poder, la gente se buscaba la vida por su cuenta. Hoy, tras un cierto letargo, parece que regresa esa cierta sensación de urgencia…
FÁTIMA MIRANDA
Desde la Fonoteca organicé ciclos de conferencias y audiciones comentadas sobre los temas más raros e innovadores. Incluso publicamos con cuatro duros y con la ayuda de Javier Navarrete y Alberto Iglesias, hoy conocidos compositores, un periódico precioso, Mundial Música. Luego, cuando pedí la excedencia para irme a estudiar a la India, la Fonoteca cerró y nunca más se supo de aquella brecha que logramos abrir… Pero sí, ahora parece que vuelve esa sensación de urgencia, aunque no en todas partes: menos mal que existe la Casa Encendida, porque los grandes festivales apenas se arriesgan y sólo traen valores consagrados, gente a la que deberían haber traído hace diez o veinte años. Fíjate, la primera vez que Michael Nyman puso los pies en España, fue cuando Llorenç lo invitó a principios de los ochenta a su Festival de la Libre Expresión Sonora (FLES) en la Facultad de Filosofía…
LLORENÇ BARBER
En efecto, en aquellos años, en lugares como el Aula de Música o en el FLES se concentraba toda la creatividad que había en Madrid, más lo que venía desde Cataluña. Por aquel entonces Carles Santos actuaba más en Ma-drid que en Barcelona, como también los compositores que ha mencionado Fátima –que yo valoro mucho y que ahora triunfan ampliamente– Alberto Iglesias y Javier Navarrete. Pero como dices, son cosas que nunca se cuentan: parece que nuestra tradición musical se acabó con los encuentros de Pamplona de 1972. Se llega, como mucho, a Luis de Pablo, pero nunca se va más allá. Lo que ha sucedido después –¡y son ya más de tres décadas!– es increíblemente desconocido incluso para muchos a los que se tiene por cultos y hasta especialistas.
EL ESPÍRITU DEL BRICOLEUR
JOSÉ MANUEL COSTA
Hasta ahora parece que han sido sobre todo las iniciativas de los propios creadores las que han mantenido viva la llama. El caso de Llorenç es muy representativo; lleva casi cuarenta años trabajando en la organización de actividades culturales, siempre en una situación algo precaria.
FÁTIMA MIRANDA
Desde luego, Llorenç ha sido un artífice fundamental en todo esto: fue él quien sembró una pluralidad sin precedentes de proyectos ligados al minimalismo, la performance, la música improvisada y experimental o la poesía fonética, de los que surgieron músicos y artistas que no habrían salido adelante sin él. Ya la creación del Taller de Música Mundana, en 1978, en el que el único «músico» era él, fue un acto revolucionario. Por el Taller pasaron figuras tan distintas, pero siempre transgresoras, como Markus Breuss, creador del grupo Clónicos, y Julián Hernández, padre de Siniestro Total. En cuanto a mí, fue gracias a Llorenç como nací a la escena; jamás se me hubiera ocurrido subirme a un escenario sin mediar su invitación. Poco después nacería Flatus Vocis Trio, donde se nos unió el conocido performer Bartolomé Ferrando, con el que dimos conciertos de poesía fonética que marcaron época y fueron el germen de estupendos creadores.
JOSÉ MANUEL COSTA
Y, ¿qué os parece la situación actual por lo que se refiere a la tradición de música avanzada? Vivimos en un presente prometedor, pero al que aún le falta algo, ¿no es así?
LLORENÇ BARBER
Sí, pero ahora ya no hay un problema de público, sino de instituciones, y en cuanto éstas presten un poco más de atención y se atrevan a aceptar la realidad tal como es, la situación mejorará rápidamente. No es algo imprescindible, pero sería un último empujón muy beneficioso.
FÁTIMA MIRANDA
El campo institucional suele ser el reino de los artistas consagrados. Son muchos los festivales en los que apenas hay actitud de búsqueda, criterio de selección ni lugar para el riesgo. Una y otra vez se programa a los mismos nombres, muchas veces dejando que el programa lo marquen agencias, managers y productores, que optan siempre por el deslumbre: efectos especiales, escenografías millonarias, públicos masivos, banalización, previsibilidad y negación de la diferencia… Nosotros no queremos deslumbrar, sino alumbrar; presentar al artista no como entretenimiento, sino como órgano de resistencia que contribuya a modificar la realidad y a ampliar los niveles de percepción y la sensibilidad del público. Y en eso estamos.
EL FUTURO YA ESTÁ AQUÍ
JOSÉ MANUEL COSTA
Quizás sea sólo un deseo, pero parece que últimamente la música experimental va asomando más y más la cabeza: el Premio Nacional de Artes Plásticas de 2007 a Isidoro Valcárcel-Medina, un artista para el que el sonido siempre ha tenido una importancia capital, puede ser una buena muestra. Tal vez por fin ha llegado el momento en el que un determinado tipo de práctica musical, al margen de la academia, recoge y pone al día lo que se ha venido cociendo todos estos años.
LLORENÇ BARBER
Precisamente en estos momentos estoy acabando un libro, escrito al alimón con Montserrat Palacios, en el que repaso las vanguardias españolas hasta el presente, y diría que sí, que se nota cómo a partir de los años noventa las barreras desaparecen. Internet es un arma insondable y los jóvenes la utilizan al máximo. Propicia una dinámica como la que animaban, ya en los años ochenta, gente como Francisco López o Víctor Nubla, que estaban en un circuito donde las casetes se intercambiaban, no se vendían. Ese tipo de fraternidad a través del intercambio creativo se ha disparado con la red, como se ha difundido y generalizado también otra cosa: el fin del respeto ante los malos gestores y la decisión de montárselo por cuenta propia. Investigando para este libro he descubierto, entre otras cosas, que en estos momentos hay no menos de cincuenta iniciativas privadas anuales de nuevas músicas en España. Los músicos llamados «experimentales» somos unos seres híbridos ya que, además de compositores, somos necesariamente activistas de lo nuestro y exégetas, pues parece que no hay críticos ni musicólogos que se aclaren en este país. Sólo nosotros, los excluidos, explicamos que Cage fue determinante para entender el presente, o que el minimalismo, más que una praxis, es un paradigma, o que existen instalaciones sonoras… En definitiva, todo eso que se ha dado en llamar arte sonoro.
FÁTIMA MIRANDA
Desde luego, que todo esto existe y que hay un público interesado es una realidad. Cuando actué en el Templo de Debod, el pasado otoño, comenzó a llover y, sin embargo, unas dos mil personas permanecieron allí como hipnotizadas durante una hora larga. La actuación se enmarcaba en una celebración masiva como La Noche en Blanco, por lo que estoy segura de que buena parte de los espectadores, muchos de ellos jóvenes, no me conocían de nada. ¿Qué significa una reacción así? Pues, sencillamente, que la gente tiene las orejas muchísimo más abiertas de lo que creemos y que tan sólo se trata de darles la oportunidad de escuchar otras cosas. Aunque aquel espectáculo formaba parte de una programación del Ayuntamiento de Madrid, lo cierto es que sigue habiendo muy pocas actividades organizadas oficialmente que sean innovadoras y tengan una capacidad de producción interesante; en la programación de lo nuevo, el gran peso de la iniciativa no lo llevan las instituciones y por eso la música avanzada sigue siendo marginal.
LLORENÇ BARBER
Sí, puede que sea marginal, pero quienes se marginan son ellos, no nosotros: mi tesis es que somos tantos, tan rápidos y tan viajeros, que no hay color. Hoy un chico de provincias de veinte años ya ha estado en Londres o en Berlín y, si no ha estado, no pasa nada, se conecta a Internet y puede conocerlo todo como si fuera de primera mano. Es como si, a consecuencia de la ceguera institucional, la música se hubiera trasladado a otro lugar.
JOSÉ MANUEL COSTA
Ese otro lugar, como has dicho, puede ser tan inmaterial como Internet, donde se forma una comunidad en la que las figuras de autoridad ya no están basadas en un poder físico, sino en la persuasión cotidiana: lo que vale es lo que haces o manifiestas. Fátima vivió algo parecido, pero sin nuevas tecnologías, ¿verdad?
FÁTIMA MIRANDA
Sí, yo llegué a Berlín en 1996 con una carrera de solista muy corta, porque nací a la práctica del arte bastante tarde, y me encontré con que se me valoraba por mi trabajo, algo tan simple como eso. El gobierno alemán me dio una beca de artista residente para la creación tan solo cinco años después de haber presentado mi primer solo, y porque me descubrieron, yo no tuve que buscarlos: esto es algo impensable en España. Ahora bien, también pienso que esa efervescencia que reina entre la juventud puede ser un arma de doble filo, ya que puede llevar hacia el todo vale. Es algo que tiene que ver con un aspecto positivo, como es la gran pluralidad de tendencias que existe en el arte hoy día, pero también con la exaltación desmedida de la juventud por la juventud, sin más méritos. También guarda relación con la difusión de las nuevas tecnologías: todo el mundo tiene un ordenador, un mp3 o una cámara de vídeo. Corremos el riesgo de que todo pase por arte y el concepto de arte se pervierta al dejar de estar respaldado por todo un proceso de trabajo y reflexión. Está muy bien que la gente haga sus pinitos, pero creo que debe haber ojos críticos capaces de separar el grano de la paja.
JOSÉ MANUEL COSTA
No puedo estar de acuerdo contigo, Fátima. El acceso directo que proporcionan las nuevas formas de difusión permite establecer una relación inmediata con artistas de los que no se conoce la edad, ni tampoco importa. El culto a la juventud se daba más en los ochenta, pero no ahora. De hecho, diría que hoy día incluso las barreras de la edad han saltado por los aires. En lo que sí estoy de acuerdo es en que, dada la abundancia y pluralidad de propuestas, hay que tener los oídos bien despiertos y el sentido crítico aguzado, pero no con que eso tenga que ver con la edad.
LLORENÇ BARBER
En cualquier caso, los efectos positivos superan con creces a los negativos. Nunca el arte fue más democrático y más tecnológico. Aceptar esta situación y obrar en consecuencia es el reto que todavía no han asumido ni las instituciones ni el mundo intelectual: se resisten a aceptar que el mundo llamado sinfónico es un bien residual a conservar, pero que la centralidad –si es que todavía se puede usar ese término– anda desparramada y errante por otros lares.
LLORENÇ BARBER
UNA VIDA DE AGITACIÓN
La trayectoria de Llorenç Barber (Aielo de Malferit, Valencia, 1948) es tan intensa que tratar de glosarla induce cierto vértigo. Llegó a Madrid a principios de los años setenta, cuando las universidades de la ciudad hervían y cuando el tardofranquismo apenas lograba contener las formas de expresión libres que comenzaban a aparecer casi por cualquier esquina (incluyendo algunas oficiales). De 1979 a 1984 dirige el Aula de Música de la Universidad Complutense. De 1987 a 1990 colabora con el programa El mirador de Televisión Española. De 1990 a 1994 es profesor en el Instituto de Estética de Madrid, y desde 1992 dirige Paralelo Madrid, serie de conciertos que el Círculo de Bellas Artes dedica a las «otras» músicas, así como las Nits d’Aielo i Art, festival anual dedicado al arte experimental.Desde 1980 y hasta el momento presente practica la voz difónica, la improvisación, la campanología, la música plurifocal, la poesía fonética, los conciertos urbanos con campanas y largas performances –o happenings, en jerga sesentera– de toda una noche que titula «De sol a sol». También ha creado grupos como Flatus Vocis Trio o el Taller de música mundana. En los últimos años y tras actuar en más de ciento cincuenta ciudades de varios continentes, sus conciertos ciudadanos incluyen tambores, cañones, sirenas, buques, fuegos de artificio, así como bandas de música. Es así como nació Naumaquia, un concierto-combate en el que participaron diecinueve buques de la armada española, o el ambicioso Concierto de los sentidos, obra en la que tomaron parte unos mil setecientos músicos.
FÁTIMA MIRANDA:
LA VOZ
Fátima Miranda siempre estuvo ahí. Nacida en Salamanca, su traslado a Madrid no tuvo nada que ver con la música sino, más bien, con sus estudios de Historia del Arte, que finalizó especializándose en Arte Contemporáneo. Fue esta inclinación la que la llevó a interesarse por una escena en la cual las artes visuales ya se habían separado de la rigidez pictórica y se dirigían hacia un territorio en el que cabía de todo. No en vano uno de los gurús de esas nuevas prácticas artísticas era el músico John Cage. En estas se encontró con Llorenç Barber, con quien fundó el grupo Taller de Música Mundana, al tiempo que ejercía labores de agitación como directora de la Fonoteca de la Universidad Complutense de Madrid (1982-1988). En el Taller, donde entró sin mayor experiencia musical, empezó su entrenamiento del oído, así como sus estudios de saxofón alto y percusión, aunque pronto descubrió el potencial de su voz y se lanzó a investigar y desarrollar formas de expresión propias para ese «instrumento».
Además de sus estudios sobre la voz y su papel en el seno de la música tradicional, su idea del arte la ha impulsado a hacer un uso de su voz que va más allá de la canción y la palabra, convirtiendo todo su cuerpo en un instrumento y su voz en el centro de una representación más vasta en la que puede unirse la dramaturgia inmediata con la utilización de nuevos medios: efectos especiales, vídeo, ordenadores, etc.
Su técnica vocal actual, bien urdida y catalogada, surge, naturalmente, de su propio esfuerzo, pero también del poso que han dejado influencias que van desde la muy ilustrada Cathy Berberian hasta las voces únicas de los mongoles o los chamanes de Tuva.
Hoy en día, Fátima Miranda es una artista bien (re)conocida que pasea su peculiar forma de arte por medio mundo.
LLORENÇ BARBER
LIBROS
El placer de la escucha, Madrid, Árdora, 2003
O Roma nobilis: concierto de campanas para cien iglesias de la ciudad de Roma, Valencia, Generalitat Valenciana, 1999
L’orquesta simfònica, Valencia, Generalitat Valenciana, 1995
Mauricio Kagel, Madrid, Círculo de Bellas Artes, 1987
John Cage, Madrid, Círculo de Bellas Artes, 1985
DISCOS
Campanas e sonus, Cagliari, Centro Sardo Studi e Ricerche, 2001
Glockenkonzert, Münster, Cubacultur, 2000
Signa, Santander, 2000
Linguopharincampanology, Madrid, Hyades Arts, 1994
Sacra Lucus (Concierto de campanas de Lugo), Mallorca, Unió Musics, 1992
Concierto para campanarios y espadañas de la ciudad de Granada, Madrid, Hyades Arts, 1992
Con Triángulo (Llorenç Barber, Fátima Miranda y Dino del Monte)
Triángulo, Madrid, Música sin fin, 2000
Con Flatus Vocis Trio (Llorenç Barber, Fátima Miranda y Bartolomé Ferrando)
Grosso modo, Vall D’Uixó , Xiu-xiu Records, 1990
Con Taller de Música Mundana Concierto para papel, Madrid, Grabaciones Accidentales, 1987
FÁTIMA MIRANDA
LIBROS
Artesonoro, Madrid, 52 Promociones Musicales, 2000
DISCOS
Repercusiones I (Revista + CD), Antologia di poesia sonora 1964-2004, Milán, 2004
Palimpsiesta, Incidences, n.º 9-10, Marsella, 2003
PALAbra, paLABRA, palABRA, pALAbra (Libro+CD), Urs Engeler, Basilea, 2002
Asaeteada (CD), RAS. Revista de Arte Sonoro 6, Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, 2001
ArteSonado (Libro + CD), Madrid, El Europeo, 2000
Concierto en canto, Madrid, El Europeo, 1997
Hálito, nuevas músicas en España, Madrid, SGAE, 1994
Hálito tala (Libro + casete), Antología de polipoesía I, Barcelona, Sabater Sedicions, 1992
Las voces de la voz (CD), Mallorca, Unió Musics, 1992
Inter nos II, Madrid, El Europeo, 1992