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Marianne Faithfull

Dama y vagabunda

Víctor Lenore
Fotografía blanco y negro Luis Asín   /   Fotografía color Jorquera

Pocos cantantes europeos pueden presumir de una trayectoria tan intensa como la suya. Fue estrella del pop adolescente en los sesenta, musa/colaboradora del período más brillante de los Rolling Stones y difusora del legado de Bertolt Brecht y Kurt Weill (el disco de 1998 The Seven Deadly Dins, con la orquesta sinfónica de Viena, estaba basado en ese repertorio). Broken English (1979), su disco de resurrección, es considerado con frecuencia como uno de los cien mejores de la historia del rock. Ahora cuenta con el respeto de los mejores compositores actuales: Damon Albarn, PJ Harvey o Nick Cave –entre otros– han firmado o cofirmado majestuosas canciones para ella. Faithfull atendió las preguntas de Minerva la mañana anterior a su concierto en el CBA.

Como artista, ¿en qué momento se encuentra ahora?

Estoy contenta de la mayoría de los discos que he grabado, feliz de haber superado un cáncer y preocupada por este catarro que puede afectar a mi concierto de mañana. Evitar el cáncer me ha convertido en una persona muy agradecida. Ni siquiera tuve que someterme a quimioterapia.

Su gira lleva el título «Canciones de inocencia y experiencia». Usted ha tenido muchos altibajos: pasó de codearse con la aristocracia del rock a vivir meses enteros en la calle sin dinero. ¿Queda algo de inocencia en su vida?

«As Tears Go By» es pura inocencia. Considero que mis canciones son un reflejo de mi vida. Escuchándome hora y media te puedes hacer una idea de cómo ha sido. La gente, mis amigos, me ven como una mujer dura, pero a mí lo que me gusta es la amabilidad, la dulzura, la delicadeza. Creo que mis canciones tienen ese tono. Las pasadas navidades cumplí sesenta años. Muchos me consideran una vieja rockera, pero no me siento parte de la cultura rock. Sólo soy una actriz y música que trabaja.

¿Cómo le afecta un conflicto personal a la hora de cantar?

No me afecta en nada. Soy una profesional. Cantar me hace feliz, por eso, sobre un escenario, siempre estoy contenta.

¿Cómo se ha planteado esta gira?

Muchas de las canciones las toco por primera vez. Por ejemplo «Without Blame», que es una colaboración con el artista africano Ismaël-lô. También he repescado «Something Better» de Rock and Roll Circus, aquella película de los Rolling Stones.

¿Habrá algún estreno? ¿Está trabajando en un nuevo álbum?

Ahora mismo no me apetece escribir. Estoy preparando un disco, pero sólo tengo un par de ideas a las que quiero dar forma con Nick Cave. El resto serán canciones antiguas interpretadas a mi manera. Lo va a producir Hal Willner. Será muy ecléctico. Habrá blues y jazz.

Entonces, ¿va a sonar más estadounidense que europeo?

No hablo más de mi nuevo disco. Nunca lo hago. Sólo diré que la salida está prevista para 2008.

¿Teme que le copien la idea?

No digas tonterías. Nadie puede copiarme. No hablo del proyecto porque trae mala suerte. Es una vieja regla del mundo del espectáculo. No soy nada supersticiosa en mi vida, pero esta regla la respeto.

Siempre ha escrito y cantado canciones muy personales, pero en su último álbum, Before the poison (2005), había un par sobre el estado del mundo. ¿Cada vez mira menos hacia dentro y más hacia fuera?

Cuando grababa ese disco me di cuenta de que el mundo está pasando por una situación tan extrema que no podía hacer un álbum tan ligero como Kissing Time (2002). Sentí la necesidad de escribir sobre lo que me rodeaba aunque, en general, me intereso más en lo que hay dentro de una persona que en lo que pasa fuera. Dicho esto, siempre he escrito sobre conflictos externos. Ahí están «Broken English», o «Vagabond Ways»: me encanta la historia de esta canción. Me inspiré, como tantas veces, en una noticia del periódico, en esta ocasión del New York Herald Tribune. Contaba que en Suecia hubo un programa de esterilización que estuvo vigente hasta 1976. Se esterilizaba a «prostitutas, ninfómanas, alcohólicas, drogadictas y mujeres sin domicilio fijo». Hablamos de hace nada: 1976. La canción trata de una chica que ha tenido un niño a los catorce años, ha bebido y tomado drogas y dice a las autoridades «por favor, no me hagan esto». Obviamente, no la escuchan: la esterilizan y le quitan a su niño. Luego muere intoxicada por el alcohol y las drogas.

Carla Bruni afirma que su aportación fue muy importante en la grabación de No Promises (2007), el disco donde adaptaba poesías de William Blake, W. B. Yeats, Dorothy Parker o Emily Dickinson. ¿En qué consistió esa ayuda?

Fue mucho trabajo, aunque informal, yo era una especie de entrenadora de diálogo. Me divertí. Somos amigas hace tiempo.

¿Cuál cree que debería ser el papel de la poesía en el mundo actual?

No tengo ni idea… La poesía, en el sentido estricto, ha desaparecido un poco del mapa, por eso me encantó la idea de Carla de hacer este disco. Se puso muy nerviosa porque lo veía como una gran responsabilidad. Era, sin duda, mucho riesgo: nadie hace algo así después de un disco tan exitoso como su debut. Si hoy la poesía tiene alguna relevancia supongo que está en las letras de las canciones de la música popular. Hay cosas con mucha sustancia. Por ejemplo, Eminem. No me gusta, pero reconozco que lo hace muy bien. El hip hop es poesía muy interesante: saben evitar toda la mierda sentimental. En el pop y el rock hay mucha basura, pero también hay cosas muy buenas, como Nick Cave o PJ Harvey. Además, aún tenemos a Bob Dylan que sigue siendo muy grande. Otro que me encanta es Rufus Wainwright. He escuchado su nuevo disco, Release the Stars, que me parece maravilloso. Y lo último que me impresionó en directo fue Antony & the Johnsons. Lo vi cuando me recuperaba del cáncer y resultó balsámico. Tiene una voz preciosa. Pero, si me preguntas, yo prefiero la poesía en libros, la de toda la vida. Ahora no leo mucha porque estoy con una biografía muy extensa de Howard Hughes.

Pete Doherty, de Libertines y Babyshambles, afirma que hay cierto tipo de creatividad a la que sólo se puede tener acceso a través del desorden y el caos vital. ¿Está de acuerdo?

Su vida es su vida. Nunca juzgo a nadie, pero yo no trabajo de esa manera. Cuando me recuperaba del cáncer, hablé de esto con Rufus Wainwright. Él se ha desenganchado de la metanfetamina. Después de intercambiar experiencias, estuvimos de acuerdo en que desintoxicarse es durísimo pero merece la pena. Rufus dice que estar sobrio te conecta con algo divino. No sabemos lo que es, pero sientes una energía especial. Ese subidón puede funcionar mucho mejor. Pero, en general, nunca daría consejos. No creo que en el arte haya reglas generales, sólo reglas personales que funcionan para cada uno. Yo, para trabajar, necesito la mente clara y ordenada.

Volvamos a la gira. Distintos músicos describen la sensación de actuar con diversas metáforas: para algunos es una fiesta, para otros una terapia y para otros una especie de strip-tease frente al público. ¿Cómo lo describiría usted?

Como una forma de expresión. Yo ya tengo un psiquiatra, así que no es terapia. Veo mi trabajo como un gran privilegio. En esta sociedad, no todo el mundo tiene la oportunidad de expresarse.

Musicalmente, ¿cuál es la última cosa que ha aprendido?

Tuve una experiencia rara hace unos días en Londres. Mi guitarrista, Barry Reynolds, se puso muy malo antes de un concierto. El manager le dijo «si crees que te vas a desmayar, sal del escenario», y eso es lo que hizo, tras tocar cuatro canciones. Nos dejó solos. Tuvimos que improvisarlo todo. Fue como estar en una película de John Cassavetes. Me sentía triste por la situación, pero feliz de haber superado la prueba. Barry tenía una hemorragia interna. Cuando llegó al hospital había perdido el cincuenta por ciento de su sangre. Me sentí como paseando en monociclo por el borde del Gran Cañón haciendo malabarismos con tres bolas de fuego. Al público le encantó porque vieron algo que no volverán a ver (al menos eso espero). Fue muy dramático. No quiero pasar por algo así otra vez.

Nunca se habla del sentido del humor en sus canciones. ¿Cree que lo tienen?

Soy una persona muy divertida. Precisamente, lo último que me hizo reír fue ese concierto tan duro. Aunque era una situación trágica, supongo que tenía algo de cómico ver a alguien intentar arreglárselas sobre la marcha en el escenario. En general, mi música es seria, pero tiene cinismo y sarcasmo. Eso siempre me ha hecho gracia.

CUATRO DISCOS BÁSICOS

BROKEN ENGLISH (1979)

Su álbum más desgarrado y visceral. La canción del título nace de su identificación con Ulrike Meinhoff: «El mismo bloqueo emocional que convierte a unas personas en terroristas convierte a otras en yonquis», explica. En todo caso, a ella no le convence del todo el resultado del álbum: «Está sobreproducido. Era una obra maestra antes de que lo estropearan en el estudio. Conservaba una copia de la mezcla buena, pero la perdí».

THE VERY BEST OF MARIANNE FAITHFULL (1989)

Recopilatorio clásico de su primera etapa. Contiene su canción más famosa, la agridulce «As Tears Go By», una pieza que gana fuerza con los años. Cerca de su altura andan cortes como «Something Better», «Come and Stay with Me» o esa maravilla de Tim Hardin titulada «Reason to Believe». Por supuesto, también hay relleno, como ese «Scarborough Fair» (Simon & Garfunkel) que no le pega nada de nada.

VAGABOND WAYS (1999)

Un disco fluido y luminoso. Las melodías más sutiles esconden las historias más ásperas. Su versión de «Tower of Song» (Leonard Cohen) no acaba de prender. Tampoco funcionan las canciones firmadas por Roger Waters o Elton John (una pena esta última: podría haber estado muy bien, pero se pasa de melodramática). A pesar de los altibajos, el álbum te atrapa con su tempo majestuoso y con unos matices difíciles de encontrar en el pop. «Lo escuché hace poco y era mejor de lo que recordaba», dijo ella en 2002.

BEFORE THE POISON (2005)

Un gran disco acerca de la vida en tiempos convulsos (tanto política como emocionalmente). Damon Albarn le cedió «Last Song», una de las mejores piezas pop en lo que va de siglo (tanto que el ex líder de Blur la recuperaría para su nuevo proyecto: The Good, The Bad & The Queen). El gran acierto son esas metáforas basadas en clásicos del cine negro como La pequeña (Louie Malle, 1978), Los niños del paraíso (Marcel Carné, 1945) y El tercer hombre (Carol Reed, 1949).

SEIS COSAS QUE QUIZÁ NO SEPA DE MARIANNE FAITHFULL

Es hija de un militar inglés y de la baronesa austriaca Eva Erisso, de la dinastía de los Habsburgo. Su tío abuelo era Leopold von Sacher-Masoch, autor del libro Venus im Pelz, que dio lugar al termino masoquismo.

Pasó dos años sin techo en el Soho londinense, entregada a la heroína y presa de la anorexia nerviosa. También vivió en una casa ocupada con su novio Ben Brierly, miembro del grupo punk The Vibrators.

Sobre su carácter: «Soy ridículamente entusiasta: ya sea en la terapia, en Narcóticos Anónimos o con un hombre. Está muy bien ser presuntuosa y apasionada a los diecisiete, pero cuando pasas de los cuarenta se supone que le tienes que haber cogido el tranquillo, al menos un poco» (Marianne Faithfull, una autobiografía, Celeste, 1995).

«El genio de Mick Jagger estaba en sus letras, pero su gran talento siempre ha sido el artificio y el pavoneo, algo que desarrolló gradualmente hasta conseguir su hoy famosa personalidad neumática, una funda flexible y caricaturesca que acabó por convertirse en su propio yo. Todo famoso acaba por transformarse en una parodia de sí mismo» (ib.). Ella debe de saberlo: fueron novios muchos años.

Una coincidencia curiosa: en el verano de 2006, en dos entrevistas separadas, tanto ella como Mick Jagger estaban leyendo el mismo libro: Mao. La historia desconocida (Taurus, 2005), de la escritora china Jung Chan.

Su última película se titula Irina Palm y aún no se ha estrenado en España. En ella interpreta a una mujer de sesenta años cuya única salida laboral es la prostitución. «No me parezco en nada al personaje, pero conozco ese mundo: he tenido muchas amigas con ese trabajo y ninguna de ellas lo hacía por gusto».

Before the Poison, Naive, 2005

Kissin’ Time, EMI, 2002

Faithless [2001 Reissue], Sanctuary, 2001

A Stranger on Earth: An Introduction to Marianne Faithfull, Polygram International, 2001

Vagabond Ways, Instinct, 1999

The Seven Deadly Sins, RCA, 1998

20th Century Blues, RCA, 1997

A Secret Life, Island, 1995

Blazing Away [live], Island, 1990

Strange Weather, Island, 1987

Music for the Millions, Decca, 1985

Summer Nights, Decca, 1984

A Child’s Adventure, Island, 1983

Dangerous Acquaintances, Island, 1981

Broken English, Island, 1979

Faithless, Columbia, 1978

Dreaming My Dreams, Nems, 1977

Love in a Mist, Decca, 1967

North Country Maid, Decca, 1966

Faithfull Forever, London, 1966

Marianne Faithfull, Deram, 1965

Go Away from My World, London, 1965

Come My Way, Decca, 1965

CABARET CÍRCULO
CONCIERTO MARIANNE FAITHFULL



23.03.07
ORGANIZA CBA