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Tres maneras de mirar a Albert Pla

Nacho Vegas
Fotografía Eva Sala

Albert Pla (Sabadell, 1966), uno de los artistas que más y mejor han contribuido a la renovación del género de la canción de autor, presentaba el pasado mes de marzo en el CBAEl malo de la película, un descacharrante a la vez que amargo espectáculo multimedia en torno al mundo de los negocios y la especulación inmobiliaria. El cantautor asturiano Nacho Vegas (Gijón, 1974), autor de unas canciones destempladas que esconden un agudo sentido del humor, coincidió con él en Madrid y estuvieron conversando. Ésta es su personal visión de uno de los artistas menos políticamente correctos del panorama actual.

PLA Y EL TEATRO ALFIL

Hace unos tres años Albert Pla actuaba en el teatro Alfil de Madrid, un sitio más que recomendable y que puede presumir de tener personalidad propia. Pla llevaba casi un mes presentando allí su álbum Cançons d’amor i droga, acababan de ampliar un par de fechas y yo tuve la fortuna de estar en Madrid en esos días. Llegué un poco tarde, pero aún no había empezado la función. Pedro Páramo, manager de Albert, estaba en la puerta con aspecto satisfecho. Le oí decirle a alguien de la compañía discográfica que Albert estaba espléndido cada noche. Y no se equivocaba. Con el genial Supone Fonollosa Pla ya había hecho algo en el Alfil, pero todo apuntaba a que esto iba a ser distinto y yo no tenía ni idea de lo que me iba a encontrar. ¿Una función teatral, un concierto? ¿Un híbrido? Le tengo especial manía a eso que llaman performances o happenings, porque no sé muy bien lo que son y de hecho dudo que los que se dedican a ello lo sepan. Y vaya, se decía que lo que Albert Pla estaba representando era algo de aquello, así que estaba aterrado. Pero mis prejuicios desaparecieron aquella noche en el Alfil. Porque del mismo modo que Leonard Cohen es uno de los pocos, si no el único, cantante y poeta que sabe cómo hacer que ambos lenguajes realmente se toquen y se fundan en uno, de Albert Pla se puede decir que es de los pocos, si no el único, cantante y actor que combina de manera tan especial las dos disciplinas, creando un idioma auténtico donde otros se hubieran quedado en el burdo pastiche. Las canciones se escriben, igual que la poesía. Y los cantantes actúan, igual que los actores. Pero no siempre hacer una cosa bien implica hacer igual de bien la otra. Tal vez Albert no sea un actor versátil, de los que pueden interpretar cualquier papel; tal vez nunca lo veamos recoger un Goya (aunque, ¿quién sabe?), pero lo que es seguro es que sale a escena habiendo construido un personaje, su personaje, que aunque sea uno solo contiene multitudes y le permite hablar a través de él aquellas cosas que no puede verbalizar de otro modo, le permite vomitar emociones entre fobias, filias y exabruptos, entre historias, retratos y declaraciones de principios. Pla, acompañado únicamente por Judit Farrés, comenzó a escenificar su disco y de golpe me vi sumergido en su universo de pasiones y obsesiones mundanas. Aquella noche salí del Alfil y mientras caminaba por Malasaña sentía que me habían sacudido fuerte y que así es como tenía que ser. Se trataba de eso, y de ninguna otra cosa más.

EL HOMBRE QUE CASI CONOCIÓ A ALBERT PLA

Como ya me ocurriera en otras ocasiones con otra gente, y no me pregunten por qué, el caso es que conozco a alguien que conoce a alguien que casi conoce bastante bien a Albert Pla. Se supone que fue en Gijón en mil novecientos noventa y no-sé-cuántos, una noche en la que Pla acababa de dar un concierto. Era un día de entre semana de otoño, así que las calles estaban vacías. Mi conocido, llamémosle Q., caminaba por el paseo marítimo cuando vio acercarse a un hombre delgaducho de nariz prominente y sonrisa kilométrica que iba vestido con pantalón de chándal y camiseta de Extremoduro. Al principio pensó que era un yonqui. Luego reconoció a Albert Pla, que se paró enfrente de él.

Dijo: Buenas noches. ¿Sabría usted decirme cuál es la zona en esta ciudad?

Q. dijo: Buenas noches. ¿Qué zona? ¿La de bares y música?

Pla dijo: Eh… No, más bien la de putas y travestis y cosas así.

Q. dijo: No lo sé y no voy hacia allí, pero si quieres te acompaño. Hay un sitio llamado el Sampán. No está de moda. Lo van a demoler. De hecho tal vez lo echen abajo antes de que lleguemos.

Pla: Entonces démonos prisa.

Echaron a andar y llegaron al Sampán, donde conocieron a un travesti que se hacía llamar Asturian Woman, aunque la podían llamar Kiki.

Pla dijo: Podrías ser mi novia.

Kiki dijo: ¡Podría ser tu novia!

Pla: ¿Eres terrorista?

Kiki: No, soy de Pola de Laviana.

Q. comenzó a sentirse un poco desplazado y así se lo hizo saber a Pla.

Pla dijo: Bueno, si quiere puede hacer us-ted de casamentero y casarnos aquí mismo.

Q. dijo: Yo no debería, pero en fin… Venga, va.

Y Q. me contó que siguieron toda la noche, él venga a bendecir la barra y ellos venga a hacer el amor, y que hasta formaron un partido político de izquierda chicharela que se disolvió en el acto y que finalmente demolieron el Sampán y que se despidieron con la luz del sol. Yo quise saber la fecha exacta de aquel encuentro, y comprobé que Albert Pla no había actuado en Gijón en tal día, y que de hecho esa noche se encontraba en Brasil. Imagino que Q. lo confundió con alguien, o acaso lo soñó todo, o simplemente fantaseara. Pero Q. no es un mentiroso, así que se puede concluir que casi conoció a Albert Pla, y eso es más de lo que muchos pueden decir.

PLA, EL TROBADOR

Finalmente tuve la suerte de conocer a Albert Pla, sin el casi, el febrero pasado en Madrid, cuando se encontraba representando El malo de la película en el CBA. Él y Pedro Páramo se pasaron por la sala El Sol, donde yo actuaba dentro de una fiesta del colectivo cultural Ladinamo. Me hacía ilusión saber que Pla estaba allí, y a la vez me imponía cierto respeto conocerlo, habiendo oído tantas historiassobre su carácter imprevisible y su tendencia a desconcertar a la gente. Historias que, como era de esperar, tienen más que ver con cómo algunas personas quieren ver a Pla que con cómo se muestra él en realidad. Nuestro encuentro fue muy breve, pero me resultó tímido, amable y encantador. Cuando, para referirse a una canción mía que había escuchado, se puso a imitar los coros de unas niñas gesticulando con las manos y poniendo una expresión en la cara que es sólo suya, pensé que ya me había alegrado la noche.

No son pocas las veces que me hablan y preguntan por «la renovación de la canción de autor», y si hay que empeñarse en que exista algo así creo que el nombre con mayúsculas debe ser el de Albert Pla. Porque es un gran autor de canciones, pero

a) no se aferra a la nostalgia de forma decadente;
b) no tiene polillas;
c) no es autocomplaciente y
ch) no resulta en absoluto un auténtico coñazo.

Además Pla es un intérprete magnífico, una faceta que caracteriza a los grandes cantautores aunque a veces se le reste importancia. La CBS nunca ideó un eslogan promocional mejor que aquel sobre el maestro de los songwriters: «Nobody sings Dylan like Dylan». Sin ser un artista tan versionado, estoy convencido de que también podría decirse que nadie canta a Pla como Pla. Quizás podrían cantar mejor, pero nadie como él. Tiene una voz propia, única y necesaria. Nadie dice las cosas como él las dice, nadie hace esos retratos de la vida y de las vidas y uno tiene la sensación al escucharlo de que alguien tenía que hacerlo. Por eso es necesaria. Y esa voz particular es la que persiste cuando se sirve de la rumba, del rock o cuando entona canciones de cuna; cuando recrea a Fonollosa o cuando hace lo propio con Pep Sales. Siempre esa voz, la misma que a mí particularmente me ha servido de inspiración y referente en más de una ocasión. Tan iconoclasta como tierno, y a veces ambas cosas a un tiempo, tiene siempre ese algo de niño travieso que tiene un secreto y que sabe que los demás sabemos que lo tiene y que queremos oírlo. Y al final nos lo cuenta, con sinceridad descarnada. Ya puede convertir la experiencia de un violador en una canción de amor, desearnos dulces sueños o simplemente soltar en medio de un disco: «Cuánta miseria por una puta raya, joder…». Albert Pla es un artista inimitable al que yo he tenido la osadía de intentar imitar. Sirvan estas líneas como disculpa.

ALBERT PLA

DISCOS

Vida y milagros, BMG Ariola, 2006 [CD + DVD en directo]

Cançons d’amor i droga (Pla es fa el Sales), BMG Ariola, 2003

Anem al llit, BMG Ariola 2002

Veintegenarios en Alburquerque, BMG Ariola 1997

Supone Fonollosa, BMG Ariola, 1995

No sólo de rumba vive el hombre, BMG Ariola, 1992

Una MM lligada amb un cordill, PDI, 1991

Aquí s’acaba el que es donava, PDI, 1990

Ho sento molt, PDI, 1989

TEATRO MUSICAL

El malo de la película, 2006

Canciones de amor y droga, 2003 [dirigido por Alex Rigola]

Cadacuero, 1997 [dirigido por Pepe Mirabete]

* * *

NACHO VEGAS

DISCOS

El tiempo de las cerezas [Bunbury & Vegas], EMI, 2006

Desparezca aquí, Limbo Starr, 2005

Esto no es una salida, Limbo Starr, 2005 [mini ep]

El hombre que casi conoció a Michi Panero, Limbo Starr 2005 [ep]

Cajas de música difíciles de parar, Limbo Starr, 2003

Miedo al zumbido de los mosquitos, Limbo Starr, 2002, [ep]

Actos inexplicables, Limbo Starr, 2001

Seis canciones desde el norte, Limbo Starr/Acuarela, 2001 [split ep]

LIBRO

Política de hechos consumados, Madrid, Limbo Starr, 2004

TEATRO
EL MALO DE LA PELÍCULA


21.02.07 > 04.03.07

IDEA Y DIRECCIÓN ALBERT PLA • JUDIT FARRÉS
PRODUCCIÓN PEDRO PÁRAMO
ORGANIZA CBA