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La reconfiguración del mundo árabe

Coloquio Thierry Desrues • Bernabé López • Khalifa Messamah

Modera RAFAEL BUSTOS   /   Imagen EVA SALA y LUIS ASÍN

El ciclo de conferencias El Magreb frente a la mundialización propuso un repertorio de análisis de algunos de los hitos fundamentales de la evolución social y política reciente del Magreb. Las grandes transformaciones que está viviendo la región a menudo suscitan reflexiones de urgencia y poco matizadas. Este encuentro, en cambio, intentó establecer un marco de referencia amplio, vinculando estos procesos a su contexto mediterráneo: la dependencia económica, las posibilidades de cooperación con la Unión Europea, el éxodo migratorio, los efectos regionales de la globalización económica, la influencia del islamismo, los movimientos sociales o los procesos de democratización. Minerva ha reunido en un coloquio moderado por Rafael Bustos a tres de los participantes en el encuentro: Thierry Desrues, científico titular del CSIC y experto en Estudios Internacionales Mediterráneos; Khalifa Messamah, Profesor de Economía en la Universidad de París y miembro del Consejo de Dirección del Instituto Magreb de Europa; y Bernabé López, Catedrático de Historia del Islam Contemporáneo en la Universidad Autónoma de Madrid y director del Taller de Estudios Internacionales Mediterráneos.

Bernabé López
Thierry Desrues
Khalifa Messamah
De izquierda a derecha, Bernabé López, Rafael Bustos y Khalifa Messamah

La Primavera Árabe

Khalifa Messamah:

Los economistas tenemos un enfoque un poco particular sobre todo lo que está ocurriendo. Nos preguntamos por qué a todo el mundo le ha sorprendido la revolución de diciembre. Lo llamativo es más bien que haya tardado tanto en estallar. Todos los estudios recientes sobre la economía de los países del Magreb sacaban a la luz una profunda crisis de su modelo productivo. El problema se remonta a las revueltas del pan de 1988 y 1989. En ese momento, el Fondo Monetario Internacional (FMI) impuso un Plan de Ajuste Estructural como condición para la concesión de préstamos. Entre los puntos centrales de ese programa estaba la eliminación de las subvenciones al precio del trigo, que garantizaban que los alimentos de primera necesidad fueran accesibles para la mayor parte de la población. Desde entonces, el FMI controla de facto la economía de estos países. La influencia norteamericana también ha aumentado muchísimo a través de las ayudas económicas. Estados Unidos ha sustituido completamente a Europa como interlocutor occidental del Magreb. La tarea de los gobiernos locales se centra en la gestión política de estas medidas económicas agresivas, es decir, en intentar mantener la paz social. Inicialmente, parecía que la cosa funcionaba, el balance económico era aparentemente bueno, con tasas de crecimiento de entre el 5% y 7%. Se trataba de un espejismo. Lo que ocurrió fue que, en realidad, se estaban subestimando dramáticamente los problemas socioeconómicos. El crecimiento macroeconómico ocultaba inmensas bolsas de pobreza. Más del 40% de la población sobrevivía con menos de dos dólares al día. Había una bomba social que iba a estallar. Desde un punto de vista sociológico, un factor que lo ha cambiado todo respecto a 1989 es que más del 50% de parados son jóvenes licenciados, es decir, gente con más estudios, más conscientes, abiertos y críticos. Un segundo factor importante y complejo es el papel del islamismo. En los últimos años, los islamistas han hecho un esfuerzo por suplir en alguna medida la retirada del Estado de sus funciones sociales tradicionales. Cuando el gobierno se ha desentendido de la asistencia social, los islamistas han sido los únicos que se han organizado para tratar de solucionar el problema.

Thierry Desrues:

Desde hace años y en distintos lugares ha habido periódicamente, por así decirlo, «anuncios» de futuras revueltas. Por ejemplo, en Argelia antes de las revueltas de octubre de 1988, se produjo la Primavera bereber en 1980 y un clima de rechazo hacia el gobierno debido a su incompetencia para hacer frente al terremoto de El Asnam ese mismo año que capitalizó luego el islamismo. Existe una filiación entre la revuelta bereber de 1980 y los tumultos en Cabilia en 2001. Egipto también ha vivido últimamente unos años muy convulsos con la movilización del movimiento Kifaya (Basta), el mantenimiento de la represión de los islamistas, la injerencia norteamericana y el dominio de los militares del país. De todas formas, no creo que se trate de un panorama homogéneo, estamos hablando de situaciones muy diferentes. Así por ejemplo, ¿por qué las revueltas se inician en Túnez y por qué su carácter es relativamente pacífico? Tal vez tenga que ver con el carácter tunecino y el proceso de construcción nacional, mucho más pacífico que, por ejemplo, en Argelia, lo que podría facilitar este tipo de movilización ciudadana. Igualmente, Túnez tiene un ejército de un tamaño relativamente reducido en comparación con los demás países de su entorno y puede que estuviese cansado de ver cómo la policía y los servicios cercanos a Ben Ali se enriquecían y sacaban beneficio de las prebendas del Estado. La población puede soportar la corrupción económica si hay cierta capacidad de distribución. Eso es lo que el gobierno marroquí ha entendido muy bien cuando, en enero, aumentó las subvenciones a los productos básicos… Las cosas se complican para las dictaduras cuando intentan controlar la economía y se vuelven poco generosas con las clases que las apoyan. Es ahí donde empiezan a perder apoyos y el sentido de la realidad.

Bernabé López:

Sami Naïr, en su último libro, da mucha importancia a un cable del gobierno estadounidense que Wikileaks sacó a la luz y en el que se ponía al descubierto la corrupción del gobierno tunecino. Él piensa que desempeñó un papel relevante en el estallido de la revolución. Yo no estoy muy de acuerdo, no creo que ese documento haya descubierto a los tunecinos nada que no supieran ya. Pero sí creo que guarda relación con un trasfondo común, con un nuevo estado de ánimo. A mí me gusta marcar como punto de inicio la conferencia que dio Barack Obama en El Cairo en junio de 2009. Tampoco creo que fuera el desencadenante de las movilizaciones pero, de nuevo, veo correspondencias con lo que después ha pasado. Coincido con Khalifa Messamah en que la cuestión clave para entender lo que está pasando es comparar la actualidad con la Primavera Árabe de finales de los años ochenta.¿Por qué las revueltas de esa época fueron como embarazos psicológicos interrumpidos y ahora, en cambio, han logrado salir adelante? Aún no sabemos bien cómo se ha dado ese paso desde las protestas espontáneas y relativamente frecuentes a un movimiento más o menos organizado. Tampoco tenemos claro en qué ha consistido ese proceso de organización, qué papel han jugado los militares o determinados centros de poder exteriores. Pero lo cierto es que el proceso cayó en manos de gente responsable que ha sabido conducir una transición inteligente. Existe al menos un objetivo, consignas claras que ayudan a la convergencia. También es cierto que en estos procesos el azar desempeña siempre un papel importante.

Modernización

KM:

La clase media ha ido perdiendo buena parte de lo que tenía. Cada vez le tocaba una porción menor del pastel. Durante mucho tiempo, los regímenes del Magreb lograron comprar la paz social administrando distintas prebendas para determinados grupos sociales. Este es uno de los factores que ha cambiado. El fracaso de esa estrategia ha dado lugar a un cambio en las aspiraciones de los manifestantes. Estas revueltas tienen una clara dimensión política, no se pide trabajo sino democracia, libertad y un Estado de Derecho. Para mí esto implica una crisis de la modernización. Esto es lo que los gobiernos o el FMI no acaban de entender, que se trata de una demanda social que no se va solucionar con las viejas recetas autoritarias.

TD:

Los jóvenes urbanos y educados ya no creen en el pacto populista. Durante muchos años, las clases medias aceptaron que la dictadura y la ausencia de libertades fueran una especie de precio a pagar mientras los esfuerzos se dirigiesen hacia la modernización económica del país. El progreso político debía quedar en suspenso hasta que el país se recuperase del atraso. Pero los jóvenes de hoy no se resignan a la corrupción generalizada, y les resulta evidente que la ayuda norteamericana y europea o el auge del turismo no están produciendo ningún beneficio para la mayoría de la población. Por eso han invertido los términos del problema. Lo que plantean es que las transformaciones políticas son la condición previa para la mejora económica y una mejor redistribución de la riqueza. Niegan que el autoritarismo pueda ser el motor del desarrollo económico, más bien piensan que la libertad y la democracia son la base de una organización económica próspera.

Migración

TD:

En las manifestaciones de Marruecos había cierta reivindicación patriótica o, al menos, una afirmación de la identidad marroquí. «Somos marroquíes, queremos quedarnos aquí, queremos un porvenir aquí.» Esta actitud supone un gran cambio frente a la tendencia anterior a silenciar la identidad nacional y la búsqueda de salidas personales a través de la emigración. Esta toma de conciencia tiene que ver también con una crítica de la mirada sobre uno mismo que se percibe en los otros. Los jóvenes marroquíes que estudian en Francia o en España ya no aceptan con docilidad la evaluación que hacen de ellos los franceses o los españoles.

BL:

Aunque la emigración sigue siendo una fenómeno crucial, también es cierto que aquella pulsión migratoria devastadora de los años noventa se está transformando. La razón es la crisis económica en Europa, pero también el patriotismo, la indignación contra la corrupción y la posibilidad de un futuro en el país de origen. A mí me parece que la democracia no arregla todos estos problemas, no es ninguna panacea y tras unos meses o unos años vendrán la frustración y el desencanto, sobre todo si no se plantean soluciones socioeconómicas.

KM:

Ben Ali estaba muy contento de que los jóvenes tunecinos que estudiaban en Francia se quedaran allí, no tenía ningún interés en que volviesen a Túnez porque era un grupo potencialmente contestatario. Y, de hecho, esos jóvenes ahora están regresando a su país con una conciencia crítica muy intensa. Conozco a una chica que había empezado los trámites de naturalización pero los paralizó, porque era tunecina y no quería convertirse en francesa, de alguna manera se había reencontrado con su identidad. Esto supone una transformación enorme que cuestiona la mayor parte de los paradigmas sociológicos sobre la inmigración. Estamos en plena mutación. Todo lo que hemos dicho y escrito está desfasado, ha quedado obsoleto. Los gobiernos de estos países sólo eran reconocidos por el exterior, por el FMI, por Europa, pero no tenían la menor legitimidad interior.

TD:

Quizás por eso en Marruecos las manifestaciones alcanzaron rápidamente un techo y han tenido un efecto político menos explosivo. A diferencia de Túnez, el régimen marroquí es menos monolítico, más híbrido. Existen unos partidos políticos, aunque estén muy deslegitimados; una sociedad civil que participa, aunque sea con muchas limitaciones y cierta posibilidad de crítica y discusión. Creo que eso ha hecho que estas manifestaciones no hayan llegado a ser realmente masivas. En realidad, el mayor inmovilismo se produce a nivel económico y social.

BL:

Las manifestaciones de Marruecos han provocado una reacción positiva del gobierno y de la monarquía. Pero también es cierto que la monarquía ha llegado al límite de lo que podía permitir que se cambiara. Y ahora se enfrenta a un nuevo callejón sin salida.

Geopolítica

BL:

Hay algo que sin duda va a cambiar, si es que no ha cambiado ya, y es la relación entre los nuevos gobiernos del Magreb y del mundo árabe y los gobiernos occidentales. Los magrebíes no van a aceptar el mismo trato, las mismas relaciones absolutamente falsas e hipócritas por parte de Occidente, que ha apoyado a esos gobiernos corruptos mientras han servido a sus intereses. Por otro lado, están apareciendo nuevos actores que están cambiando la configuración de fuerzas tradicional. En la intercomunicación de la protesta ha sido crucial Al Yazira y, en general, Catar. De hecho, las armas de Libia al principio venían de Catar. Los cataríes han cambiado de política, ahora en vez de invertir en la City de Londres lo hacen en la construcción de edificios y las grandes obras públicas en Argelia, Túnez o Marruecos. Es un camino de ida y vuelta. Por ejemplo, la prohibición de Al Yazira en Marruecos hizo que las dimensiones que adquirieron los asuntos saharauis en Al Yazira se multiplicasen.

TD:

Estamos asistiendo a una reconfiguración del mundo árabe que va más allá de Egipto o el Magreb. Creo que se está produciendo otra vez una reapropiación de la identidad árabe. No se trata de aquel panarabismo romántico de los años sesenta que promovía Nasser. Más bien me recuerda un poco a una identidad europea, algo transversal. Primero se es marroquí, argelino o tunecino, pero también hay una comunidad de referencia internacional que se reconoce como tal. Por ejemplo, hace poco hice unas entrevistas a cantantes de rap de un liceo francés en Marruecos. Les pregunté por qué cantaban en dariya y no en francés o en inglés, y me contestaron que la lengua que hablaban en cuanto salían del liceo era el dariya, por eso la usaban en sus canciones.

KM:

Me atrevería a decir que estamos viviendo un cierto proceso de desmundialización cultural. La globalización financiera es irreversible, pero en el plano cultural se está produciendo un resurgir de la dimensión local. Los jóvenes están buscando algún punto de referencia que vaya más allá de Al Yazira o Facebook. Y ese lugar parece ser alguna clase de intersticio, están en medio del Mediterráneo, entre Francia y Argelia, entre España y el Magreb. Estamos asistiendo a una intensa mutación sociocultural del mundo árabe.

Transformación social

KM:

Estoy convencido de que hay cambios sociales importantes, por ejemplo, los que tienen que ver con la libertad de las mujeres en los países del Golfo Pérsico, que van a salir adelante. La limitación de las transformaciones en estos países es que, a nivel sociológico, no hay clases sociales constituidas ni tampoco una oposición propiamente dicha. Son sociedades que, por lo general, no tienen una cultura de resistencia, como sí la hay en Argelia. Además, en estos países sí que sigue funcionando el pacto populista, tienen un nivel de vida aceptable y la crisis económica les ha golpeado menos. En el Golfo Pérsico será complicado que haya grandes cambios sociales mientras se mantengan las rentas. El gran enigma, sobre el que tenemos muy pocas respuestas, es Irán. Es un país con una ruralidad muy fuerte, del 50%. Y todas los movimientos políticos recientes han sido urbanos. Se han producido movimientos en las grandes ciudades, en Ispahán, en Teherán… Pero el resto de ciudades están completamente encadenadas, incluso las que hablan árabe, hacia el sur.

TD:

No obstante, hay que tener presente que el mundo rural no es completamente estanco. Tiene más capacidad de cambio de la que a veces nos imaginamos. Al menos por lo que toca a los jóvenes. Cuando comencé a investigar sobre Marruecos, se empezaban a ver los primeros locutorios con cabinas de teléfono, era 1995. En los años siguientes, llegó el teléfono móvil y luego a principios de siglo Internet 3G, y eso lo cambió todo. Por ejemplo, las chicas empezaban a preguntar «¿Por qué los chicos tienen derecho a ir a la ciudad para consultar Internet y nosotras no? Sólo podemos ir al zoco con los hermanos o los padres». Es algo nuevo. Creo que hay un caldo de cultivo para grandes cambios, que no es fácil de rastrear en la superficie pero que está ahí.

KM:

Las antenas parabólicas han desempeñado un papel importante en este sentido. Todas las casas tienen parabólica. En Argelia nadie ve nunca los dos canales argelinos, sólo programas procedentes de Francia o Al Yazira. Y hablo del ámbito rural, por ejemplo, de pequeños pueblos costeros donde no hay agricultura, que viven de un tipo de pesca muy tradicional, casi de subsistencia.

BL:

Ha reaparecido el factor cultural. En los años noventa dominaban las cuestiones ideológicas y religiosas, con todo aquel debate universalista en torno a las tesis de Huntington sobre el choque de civilizaciones. Pero las nuevas redes de comunicación lo han cambiado todo. La comunicación se hace sobre todo a través de la lengua, y la lengua pertenece a determinada cultura. En otras palabras, Facebook o Al Yazira no existen sin la arabidad. Son factores que engranan con una recuperación de los valores culturales en el contexto de la mundialización.