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GIANNI VATTIMO

La vida, la filosofía y los archivos de Gianni Vattimo

Santiago Zabala
Traducción David Paradela   |   Fotografía © Universitat Pompeu Fabra, Cc By-Sa
Gianni Vattimo acompañado de Santiago Zabala

Santiago Zabala, antiguo alumno de Gianni Vattimo en Turín, es hoy profesor de filosofía contemporánea y de investigación ICREA en la Universitat Pompeu Fabra, donde dirige el Centro para la Filosofía y los Archivos de Gianni Vattimo, además de autor, entre otros, de Being at Large (2020) y Why Only Art Can Save Us (2017) o Comunismo hermenéutico (2011), coescrito con Vattimo. En este artículo repasa la vida y las aportaciones a la filosofía del creador de la noción de pensamiento débil, que, en sus palabras, «nació como respuesta a la interpretación terrorista de la izquierda demócrata italiana de los años setenta».

Gianni Vattimo nació en Turín el 4 de enero de 1936, cuando Mussolini y el fascismo llevaban catorce años gobernando Italia. Con solo un año, perdió a su padre por culpa de una neumonía y, tres años después, los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial destruyeron el domicilio familiar. A pesar de que ni su madre ni su hermana eran particularmente religiosas, y aunque Vattimo jamás se planteó hacer carrera eclesiástica, a partir de los doce años comenzó a ir a misa a diario para recibir la comunión. Hacia finales de su educación secundaria, fue nombrado representante diocesano del Movimiento Estudiantil de Acción Católica. Su larga relación de amistad con Umberto Eco data de aquellos años. Cuando en 1954 empezó a estudiar en la universidad, él y otros compañeros se vieron obligados a abandonar los grupos juveniles católicos debido a su progresismo político, demasiado radical para la Iglesia. Durante esa época, la RAI contrató a Vattimo, Eco y Furio Colombo para que ideasen nuevos programas y documentales.

Tras graduarse en 1959, Luigi Pareyson (1918-1991), considerado el mayor filósofo italiano desde Benedetto Croce (1866-1852), le pidió que fuera su ayudante. Fue precisamente Pareyson quien lo envió a Heidelberg para que estudiase con Hans-Georg Gadamer (1900-2002) y Karl Löwith (1897-1973). En 1968, Vattimo accedió al cargo de profesor titular de estética en la Universidad de Turín. Aunque conoció a muchos de los estudiantes que participaron en las revueltas de 1968, Vattimo, al igual que Pareyson, siempre se sintió más radical que ellos por el hecho de ser heideggeriano: lo que pretendían los estudiantes revolucionarios de Italia era revigorizar los «departamentos», dotándolos de una estructura más democrática, pero el propio término «departamento», procedente de Estados Unidos, era visto con recelo, como algo pensado para subordinar la disciplina a los intereses de la empresa, como ha terminado ocurriendo.

Hacia finales de la década de 1970, Vattimo había publicado ya varios libros sobre estética, hermenéutica, Schleiermacher, Heidegger y Nietzsche. En 1974, la carrera profesional y política del filósofo se convirtió en asunto de interés nacional al sustituir a Pareyson en la cátedra de estética, y en 1978 fue nombrado decano de la facultad, cargo que ostentó hasta 1983. El mismo año 1978, siendo ya decano, él y otros distinguidos filósofos, como Norberto Bobbio, recibieron amenazas del grupo anarquista de las Brigadas Rojas, que los acusaba de no ser suficientemente radicales. Aunque desde 1972 todo Turín sabía que Vattimo vivía con su compañero, Gianpiero Cavaglià, su verdadera «salida del armario» se produjo en 1976, cuando el Frente Unitario Homosexual Revolucionario Italiano, coaligado con el Partido Radical, incluyó a Vattimo, sin su permiso, entre los candidatos a las elecciones de ese año. La noticia apareció en los periódicos de todo el país y, aunque no resultó elegido, durante esos años ayudó al Partido Radical a ganar el referéndum sobre el divorcio.

En 1983, Vattimo y Pier Aldo Rovatti coeditaron el volumen El pensamiento débil, publicado por la editorial Feltrinelli, donde se incluían artículos de Umberto Eco, Diego Marconi y otros filósofos italianos. El libro fue objeto de debate cultural y político tanto en Italia como en el extranjero. Vattimo explica que utilizó el concepto «pensamiento débil» por primera vez en el ensayo «Hacia una ontología del declinar», escrito en 1979, donde dice explícitamente que nadie ha interpretado la ontología de Heidegger como una «ontología del declinar», una ontología débil, porque sus comentaristas siguen pensando en la meditación de Heidegger sobre el ser en términos fundacionales o metafísicos. Vattimo desarrolló la noción de pensamiento débil como reacción a ciertos acontecimientos políticos que lo afectaban directamente. El filósofo aspiraba a que su libro El sujeto y la máscara: Nietzsche y el problema de la liberación (1974) sirviera como manifiesto político de la nueva izquierda demócrata, de quienes no solo querían cambiar las relaciones de poder, sino también la estructura misma del sujeto. Durante los años setenta, conforme el terrorismo político aumentaba en Italia, algunos de los estudiantes de Vattimo fueron detenidos y acusados de mantener vínculos con terroristas.

Para Vattimo, el problema conceptual empezó cuando, desde la cárcel, algunos de los detenidos escribieron una serie de cartas (que otros estudiantes le leyeron al filósofo) que, desde su punto de vista, reflejaban una «subjetividad metafísica y violentamente retórica» que él no podía aceptar ni moral ni filosóficamente. Vattimo cayó en la cuenta de que su «sujeto revolucionario del superhombre nietzscheano» había sido malinterpretado y no podía identificarse con el «sujeto revolucionario leninista» de los estudiantes. Con la lectura de esas cartas «metafísicas», vio que la interpretación ética del nihilismo y la diferencia ontológica de Heidegger creaban y justificaban el pensamiento débil. El pensamiento débil, pues, no nació del miedo al terrorismo, sino como respuesta a la interpretación terrorista de la izquierda demócrata italiana de los años setenta, como reconocimiento de la ina-ceptabilidad de la violencia de las Brigadas Rojas. Vattimo se encargó de recalcar este aspecto en sus tres libros más famosos de la década de 1980: Las aventuras de la diferencia, El fin de la modernidad y La sociedad transparente (que Jean-François Lyotard calificó de «sumamente importante para el debate sobre la condición posmoderna»).

En estos tres libros, Vattimo explica que, después de la deconstrucción de los valores occidentales llevada a cabo por Nietzsche y Heidegger, la filosofía debe ser una «aventura de la diferencia»; el pensamiento debe liberarse de la condena ideológica platónica para no cometer el error de reducirlo todo a un único principio. Solo desde este marco hermenéutico pueden delinearse las preferencias de un proyecto político o religioso. La teoría fuerte de la debilidad consiste en una filosofía que no se deriva del mundo «tal como es», sino del mundo visto como la producción de interpretaciones a través de la historia de las culturas humanas. Hoy en día, esta filosofía se considera sinónima de la hermenéutica y, como señala Gadamer, «fue Vattimo quien identificó en ella una koiné: el lenguaje común en el que el pensamiento filosófico se ha difundido por todas partes después de Heidegger y Wittgenstein, después de Gadamer, Quine, Derrida y Ricoeur; prácticamente un lenguaje filosófico universal».

Desde principios de los años ochenta, a Vattimo se le reconoce como el principal valedor del pensamiento débil como filosofía, pero no ha sido el único. Destacados filósofos contemporáneos como Richard Rorty y Fernando Savater, entre otros, se han descrito como «pensadores débiles» en numerosas ocasiones. Según Vattimo, el pensamiento débil ha contribuido a que la filosofía se convierta en un discurso más edificador que demostrativo, más orientado a la enseñanza que al desarrollo del saber y del progreso. El deber del filósofo ya no se corresponde con el designio platónico de guiar a la humanidad hacia la comprensión de lo Eterno; el filósofo más bien redirige a la humanidad hacia la historia con el objetivo de formar una «ontología de la debilidad». El pensamiento débil no implica en absoluto una debilidad del pensamiento como tal; lo que ocurre es que, dado que este ya no es demostrativo, sino edificador, aparece debilitado.

Entre 1986 y 1995, Vattimo dirigió el Anuario Filosófico Italiano, una colección anual de la editorial Laterza en la que se trataban los temas más importantes del debate filosófico internacional. En 1992, Giuseppe Laterza decidió ampliar la colección creando el Anuario Filosófico Europeo, dirigido por Derrida y Vattimo, en coedición con la editorial francesa Éditions du Seuil. Derrida y Vattimo decidieron que el primer tema debía ser la religión y, para ello, organizaron un seminario en Capri en el que, además de los dos organizadores, participaron Gadamer, Eugenio Trías y otros. El segundo volumen del Anuario Filosófico Europeo llevaba por título Ley, justicia e interpretación, y fue el resultado de otro seminario celebrado en Trento.

A partir de 1996, Vattimo desarrolló ambos temas en cuatro libros: Creer que se cree (1996), Después de la cristiandad (2002), Nihilismo y emancipación (2004) y El futuro de la religión (2005); este último, escrito a cuatro manos con Rorty. En estas obras, Vattimo explica que ahora que la metafísica por fin ha sido deconstruida, debemos admitir el carácter ilusorio de las cosmovisiones como fundamento filosófico. Para ello, aboga por la «caridad conversacional» en lugar de la «verdad objetiva», y muestra que la doctrina bíblica de la encarnación proporciona motivos para creer que el ser se halla debilitado. Puesto que la encarnación es un acto de kénosis en virtud del cual Dios se lo cede todo al ser humano, el pensamiento débil refleja la postura filosófica más fiel a la experiencia religiosa cristiana.

En 1992, Vattimo recibió el Premio Max Planck de ciencias humanas y, en 1996, junto con Edward Said, Umberto Eco y otros, participó en las Conferencias de la Academia Italiana de Estudios Avanzados en la Universidad de Columbia. Estas conferencias fueron el germen de Después de la cristiandad, donde pide que se reconozca la posibilidad, así como la necesidad, de un «cristianismo no religioso». Esta formulación hace referencia a la naturaleza cultural del cristianismo actual: según Vattimo, uno solo puede ser cristiano en un sentido cultural, no metafísico, ya que ningún cristiano auténtico puede aceptar explícitamente como hecho objetivo y metafísico el que Dios sea una entidad trascendente que nos envió a alguien bajo la apariencia de un hombre para que nos hablara de Dios y nos pidiera que nos declarásemos cristianos.

Durante su paso por el Parlamento Europeo, Vattimo arremetió con fuerza contra el primer ministro Silvio Berlusconi: el 2 de julio de 2003 (un día antes de que Berlusconi asumiera la presidencia de turno de la Unión Europea), distribuyó entre todos los eurodiputados un breve folleto en el que se resumía la biografía del premier italiano y se enumeraban los cargos que se le imputaban; entre ellos, presunto soborno de jueces, blanqueo de capitales, evasión fiscal y falsificación de cuentas. Las acusaciones provenían de dos destacados periodistas italianos, Marco Travaglio y Peter Gomez. Al día siguiente, mientras Berlusconi presentaba su programa para la presidencia de la Unión Europea, varias personas encabezadas por una docena de diputados del grupo de los Verdes levantaron carteles en los que ponía: «Justicia». Días después, Vattimo y otros miembros de la Eurocámara firmaron una carta en la que se solidarizaban con Martin Schulz, a quien Berlusconi había insultado (sugiriendo que hizo de nazi en una película italiana sobre campos de concentración) por el simple hecho de pedir que el primer ministro diera explicaciones por unos comentarios en los que Umberto Bossi, miembro del Gobierno de coalición de Berlusconi, había sugerido que «el Ejército disparase contra las pateras que transportan inmigrantes a las costas de Italia».

Gianni Vattimo, flanqueado por Valerio Rocco (izqda.) y Juan Miguel Hernández León (dcha.), durante el acto de entrega de la Medalla de Oro del Círculo en Turín, noviembre de 2019

Uno de los motivos por los que Vattimo se presentó como candidato a eurodiputado en 1999, y nuevamente en 2009, residía en su convicción de que el «proyecto político hermenéutico» podía desarrollarse más fácilmente desde la Unión Europea que desde la política nacional italiana. En 2002, tras recibir en Bremen el premio Hannah Arendt de Pensamiento Político, Vattimo leyó una conferencia titulada «La globalización y la relevancia del socialismo», en la que perfilaba cómo se había formado esa nueva entidad que representan las naciones secularizadas de Europa, así como las consecuencias de la globalización para el equilibrio de fuerzas entre las distintas naciones. El paso por la política europea le hizo ver que el sueño kantiano del cosmopolitismo se halla amenazado cuando el poder se acumula en un único centro, que es lo que Estados Unidos trata de conseguir hoy en día. En su conferencia, el filósofo muestra que necesitamos al menos cuatro centros de poder para mantener un cierto equilibrio que permita la paz en el mundo, puesto que, en teoría, un «orden» es un sistema en el que las fuerzas más débiles no están sometidas al control de las más poderosas. Esta es una de las muchas tesis que se proponen en sus dos libros de tema político, Ecce comu (2007) y Comunismo hermenéutico (2011, coescrito conmigo), en el que identifica otro centro de poder en Suda-mérica, tras la transición de esta hacia la izquierda a mediados de la década de 1990. Ambos libros se han traducido en varias lenguas y han sido objeto de numerosas reseñas.

Cuando Vattimo cumplió setenta años, en 2006, no solo había terminado su primera legislatura como eurodiputado, sino que también se había jubilado de la Universidad de Turín. Ese mismo año tuvieron lugar otros tres sucesos importantes: la publicación de Weakening Philosophy y de No ser Dios, y su última clase en la Universidad de Turín. El primero de estos dos libros era un volumen de homenaje con contribuciones de pensadores de la talla de Jack Miles, Charles Taylor y Jean-Luc Nancy. El segundo es su autobiografía; en él, Vattimo recuerda algunos de los momentos más significativos de su vida, así como sus experiencias sexuales. En Italia, país que todavía se caracteriza por la conformidad con la «tradición», una fuerte homofobia y la presión de la Iglesia católica, el libro causó revuelo en la prensa. Su última clase magistral, pronunciada en el aula magna de la universidad, en el marco de un congreso, contó con la asistencia de cientos de estudiantes y colegas del mundo entero. Uno de los mejores escritores italianos, Alessandro Baricco, que había asistido a las clases de Vattimo en los años ochenta, escribió en La Repubblica un sentido artículo titulado «Gracias, querido Vattimo, fuiste un maestro». Merece la pena citarlo aquí:

Tal y como yo lo veo, si uno tiene veinte años y le gusta el espectáculo de la inteligencia, lo mejor que le puede ocurrir es terminar en un aula escuchando a un filósofo de verdad. Yo tuve ocasión de hacerlo durante cuatro años, en tus clases, y desde entonces tengo la convicción de que la filosofía sigue siendo el ejercicio más excelso para quien busca el orden de las ideas, el rigor de las visiones y el virtuosismo de la inteligencia: es un deporte extremo en el que se asciende a las máximas alturas, y quien lo ha practicado sabe que no hay nada comparable a la vista que desde ahí se domina. Todo lo demás es llano, salvo alguna que otra loma. Me enseñaste muchas cosas, pero la que me viene a la cabeza ahora mismo es la claridad. Tú explicabas y nosotros entendíamos, no había vuelta de hoja. [...] Creo haber entendido la ética kantiana cuando, muy seriamente, comentaste que a las tres de la noche, en una ciudad desierta, uno solo se para ante un semáforo en rojo si es tonto o si es Kant. [...] En tus clases nos reíamos mucho, y eso también era una lección. Bueno, quizá no, pero teniendo en cuenta que el tema era el «ser para la muerte» de Heidegger o Adorno, con la alegría que lo caracteriza, tú les imprimías un humor que ninguno de nosotros nos esperábamos.

En 2014 Vattimo terminó su segunda legislatura como eurodiputado. Entre las muchas posturas que adoptó en el parlamento (por ejemplo, contra el uso de animales para la experimentación farmacéutica o contra el antagonismo europeo hacia Hugo Chávez, Evo Morales y otros mandatarios latinoamericanos elegidos democráticamente), su batalla contra la construcción del tren de alta velocidad entre Turín y Lyon fue la que recibió más apoyo en Italia. El proyecto, destinado a incrementar el transporte de mercancías, no solo tendrá un gran impacto medioambiental, sino que resulta poco práctico, dada la escasa cantidad de mercancías que hoy en día circulan por ferrocarril. Vattimo fue uno de los pocos diputados que se sumaron al movimiento No TAV, que aún hoy sigue siendo brutalmente reprimido por la policía.

A lo largo de esa segunda legislatura, publicó otros dos libros: Vocación y responsabilidad del filósofo (2012) y Adiós a la verdad (2014). También fue invitado a participar en las prestigiosas Conferencias Gifford de Glasgow, donde se sintió especialmente conmovido cuando, al final del ciclo, el profesor David Jasper se refirió a él no solo como «profesor Vattimo», sino como «nuestro amigo y colega Gianni, pues así podemos considerarlo después de estas conferencias durante las cuales nos ha refrescado intelectualmente y en muchos otros sentidos». Dichas conferencias se publicaron posteriormente en el volumen De la realidad (2012), que incluye las que pronunció en la cátedra Cardinal Mercier de Lovaina, además de otros ensayos.

En 2015 empezamos a discutir la posibilidad de trasladar sus archivos a mi universidad. El hecho de que los archivos de Derrida se encontraran en Irvine, California, y no en Francia, justificaba la idea de alojar los de Vattimo en Barcelona, ciudad donde ha pronunciado conferencias a lo largo de varias décadas. Estos archivos incluyen sus libros, ensayos y artículos publicados, así como sus cursos y seminarios universitarios. Entre sus muchos cursos de los años setenta, por ejemplo, encontramos (en un rincón de la biblioteca de su casa) uno titulado «La estética de Hegel», consistente en un análisis detallado de la concepción que el pensador alemán tenía del arte y la belleza en relación con la hermenéutica. Dichos cursos estaban mecanografiados y organizados en forma de libro, lo que permite leerlos de manera placentera. También recuperamos muchos de sus cuadernos, en los que pueden encontrarse comentarios de textos clásicos, notas de conferencias y esquemas preparatorios de sus libros aparecidos desde los años sesenta hasta hoy. El archivo incluye asimismo numerosas cartas de Heidegger, Gadamer y Karl-Otto Apel, así como otros documentos de gran valor, como la réplica del premio Nobel J. M. Coetzee a una charla pronunciada por Vattimo en Ciudad del Cabo en el año 2000. Dadas las múltiples ocasiones en las que ha aparecido en televisión, en debates sobre temas culturales o impartiendo cursos propiamente dichos, los archivos incluyen muchas grabaciones que aún están pendientes de clasificación. También incluye una sección digital con diferentes versiones de sus libros, ensayos y notas desde que empezó a trabajar con ordenador en los años ochenta.

Los archivos se presentaron el 6 de junio de 2016 en el auditorio del Campus de la Ciutadella de la Universitat Pompeu Fabra, con la presencia de Vattimo. Se encuentran alojados en la Biblioteca Central de la UPF, en el interior del Edificio Dipòsit de les Aigües, bajo la tutela del Centro UPF para la Filosofía y los Archivos de Gianni Vattimo. Junto con el personal de la biblioteca, el centro se encarga de clasificar los archivos y de organizar congresos, seminarios y talleres destinados a la divulgación del pensamiento del filósofo italiano en materia de arte, religión, política y ciencia. Desde sus inicios, investigadores y traductores dedicados a la obra de Vattimo en todo el mundo han visitado y trabajado en los archivos. En 2019, el centro organizó un congreso para celebrar los treinta años de la publicación de La sociedad transparente, en el que participaron Daniel Innerarity, Federico Vercellone, Christine Ross y Daniela Angelucci. Ese mismo año, Vattimo fue galardonado con la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes.

La entrevista y el texto que aparecen en el presente número de Minerva revisten especial interés, ya que en ambos se plasman las actuales ideas del pensador italiano sobre la filosofía, la religión y la postmodernidad. Estos últimos años han sido especialmente productivos para el filósofo italiano, como atestigua la aparición de su último libro, Essere e dintorni, publicado en 2018 en la editorial La Nave di Teseo –fundada, entre otros, por sus amigos Umberto Eco y Elisabetta Sgarbi, que lo invitaron a publicar el libro con ellos–. Mientras la obra era reseñada en la prensa italiana y se traducía a varias lenguas (la traducción al español se publicará este año, con un prólogo de Josep Ramoneda), se produjo una anécdota curiosa: el antropólogo argentino Luis Liberman, amigo tanto de Vattimo como del papa, le regaló un ejemplar al pontífice. Tras descubrir que Vattimo lo menciona al hablar de los problemas filosóficos contemporáneos, Bergoglio llamó al autor para felicitarlo. Según comentó Vattimo en La Stampa: «Me dijo que me agradecía el libro. Yo traté de explicarle que es un libro de filosofía sobre Heidegger. Me alegra mucho que al papa le haya interesado. Hablamos un poco sobre estos asuntos».

Mientras Vattimo continúa explorando nuevas sendas y desarrollando el concepto de pensamiento débil, filósofos del mundo entero siguen debatiendo sobre su contribución a la filosofía. El último libro que ha aparecido sobre él es obra de la especialista alemana Ulrike Irrgang (Das Wiederauftauchen einer verwehten Spur. Das religiöse Erbe im Werk Gianni Vattimos und Hans Magnus Enzensbergers). Sin duda, le seguirán muchos más y su pensamiento continuará suscitando el interés de estudiosos, escritores e incluso papas.

MEDALLA DE ORO DEL CBA A GIANNI VATTIMO
25.11.19

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