Fernando Pessoa

Claro en el pensar y en el sentir,
claro en querer;
indiferente si es el conseguir
mero obtener;
dúplice dueño, por no dividir
deber y ser.

No me pudo la Suerte dar amparo,
suyo no siendo.
Viví y morí calmadamente, bajo
los mudos cielos.
Fiel a la palabra y a la idea.
¡A Dios el resto!

Poesí­a VIII. Mensaje

«Don Pedro, regente de Portugal», vss. 1-12, p. 81

FÁRMACOS
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Loco, sí, loco, quise la grandeza
que Azar no da.
Dentro de mí no cupo mi certeza.
Por eso, allí donde la arena está,
mi ser que hubo quedó, no el que hay y habrá.

Que mi locura otros me la tomen
con lo que en ella
iba, mas sin locura, ¿qué es el hombre,
la sana bestia,
aplazado cadáver que procrea?

Poesí­a VIII. Mensaje

«Don Sebastián, rey de Portugal», vss. 1-10, p. 85

FÁRMACOS
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Mi libro escribo a duras penas,
casi no alienta mi corazón.
Un agua ardiente mis ojos quema.
Sólo tú vida me das, Señor.

Poesí­a VIII. Mensaje

«Tercero», vss. 1-4, p. 157

FÁRMACOS
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Caí –¡esperad!– en la arena a la hora adversa
que Dios les da
a los suyos, estando el alma inmersa
en Dios soñar.

¿Qué harán muerte, arena y desventura
si en Dios entré?
Con Lo que me soñé, que eterno dura,
regresaré.

Poesí­a VIII. Mensaje

«Don Sebastián», vss. 1-8, p. 139

PANTEÍSMO
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