Porque todo es como es, y así es como es;
y lo acepto y ni siquiera lo agradezco,
para no aparentar que pienso en ello...)

Si yo interrogara y me asombrara
no nacerían nuevas flores en los prados
ni habría cambios en el sol que lo hicieran más bello.

Si yo interrogara y me asombrara
no nacerían nuevas flores en los prados
ni habría cambios en el sol que lo hicieran más bello.

Lo que vemos de las cosas son las cosas.
¿Por qué habríamos de ver una cosa si hubiera otra?
¿Por qué oír y ver sería engañarnos si oír y ver son oír y ver?

Lo esencial es el saber ver,
saber ver sin estar pensando,
saber ver cuando se ve,
y ni pensar mientras que se ve
ni tampoco ver mientras se piensa.

Pero eso (¡tristes de nosotros que llevamos el alma vestida!),
eso exige un profundo estudio,
un aprender a desaprender,

No siempre soy igual en lo que digo y escribo.
Cambio, pero no cambio mucho.

Por eso, cuando parezco no concordar conmigo,
fíjense bien en mí:
si estaba vuelto hacia la derecha,
ahora me habré vuelto hacia la izquierda,
pero siempre soy yo, asentado sobre los mismos pies–
el mismo siempre, gracias al cielo y a la tierra
y a mis ojos y oídos bien atentos
y a la sencillez clara de mi alma...

Las pompas de jabón que este niño
se entretiene soplando por una pajita
son, translúcidamente, una filosofía.

Claras, inútiles y pasajeras como la Naturaleza,
amigas de los ojos como lo son las cosas,
son aquello que son
con una precisión bien redonda y aérea,
y nadie, ni siquiera el niño que las suelta,
pretende que son más de lo que parecen ser.

Incluso a mí, que vivo sólo de vivir,
vienen invisibles a encontrarme las mentiras de los hombres
ante las cosas,
ante las cosas que simplemente existen.

¡Qué difícil ser justo y no ver sino lo visible!

¿Es que acaso una flor tiene belleza?
¿La tiene acaso un fruto?
No: tienen color y forma
y apenas existencia.
La belleza es el nombre de algo que no existe
que yo doy a las cosas a cambio del agrado que me dan.
No significa nada.

Solamente es divina la Naturaleza, pero ella no es divina...
Si a veces hablo de ella como si fuera un ser
es porque al hablar de ella he de valerme del lenguaje de los

[hombres

Solamente es divina la Naturaleza, pero ella no es divina...
Si a veces hablo de ella como si fuera un ser
es porque al hablar de ella he de valerme del lenguaje de los

[hombres

Pero las cosas no tienen nombre ni personalidad:
existen, y el cielo es grande y la tierra es ancha,
y nuestro corazón es del tamaño de un puño cerrado...

Bendito sea yo por cuanto no sé.
Todo eso es lo que en verdad yo soy.
Y gozo de todo ello como quien sabe que el sol existe.

Bendito sea yo por cuanto no sé.
Todo eso es lo que en verdad yo soy.
Y gozo de todo ello como quien sabe que el sol existe.

En cuanto a mí, escribo la prosa de mis versos
y me quedo contento,
porque sé que comprendo la Naturaleza por fuera;
no la entiendo por dentro,
porque la Naturaleza no tiene interior;
y si no no sería la Naturaleza.

En cuanto a mí, escribo la prosa de mis versos
y me quedo contento,
porque sé que comprendo la Naturaleza por fuera;
no la entiendo por dentro,
porque la Naturaleza no tiene interior;
y si no no sería la Naturaleza.

Los poetas místicos son filósofos enfermos,
y los filósofos son hombres que están locos.

No sé lo que es la Naturaleza: la canto

No sé lo que es la Naturaleza: la canto

Soy místico, pero sólo con el cuerpo.
Mi alma es simple y no piensa.

Soy místico, pero sólo con el cuerpo.
Mi alma es simple y no piensa.

Mi misticismo es no querer saber.
Es vivir y no pensar en ello.

No concuerdo conmigo pero aun así me absuelvo,

Ésa es la única misión en el mundo,
ésa –existir sencillamente,
y saber hacerlo sin pensarlo.)

Ésa es la única misión en el mundo,
ésa –existir sencillamente,
y saber hacerlo sin pensarlo.)