Traducción española de Jorge Navarro Pérez en Obras, IV, 1, pp. 23-89, Madrid, Abada, 2010
La mirada lanzada al corazón de las cosas que hoy resulta esencial, mirada mercantil, se llama ‘anuncio’.
Obras IV, 1, p. 72.
En mi trabajo las citas son salteadores de caminos que irrumpen armados para arrebatar la convicción que alberga el ocioso paseante.
Obras IV, 1, p. 78.
Habría que hacer un análisis descriptivo de los billetes de banco […] los pequeños inocentes que ahí juegan en torno a las cifras, las diosas con las tablas de la ley y esos héroes maduros que envainan su espada ante monedas son un mundo aparte: a saber, la fachada del infierno.
Obras IV, 1, p. 80.
La satisfacción sexual deja a los hombres como liberados de su secreto, que no consiste en la sexualidad, pero que a través de su satisfacción –y tal vez sólo en ella– es amputado, aunque no resuelto.
Obras IV, 1, p. 81.
Al declararse un incendio o la noticia inesperada de una muerte, en el primer momento de terror, que es un momento de enmudecimiento, nos invade un oscuro sentimiento de culpa, ese reproche amorfo que nos dice: di pues, ¿no lo sabías?
Obras IV, 1, p. 82.
Al igual que los rayos ultravioletas, el recuerdo le muestra a cada uno en el texto del libro de la vida la escritura invisible que, a la manera de una profecía, glosaba dicho texto.
Obras IV, 1, p. 82.
La existencia burguesa constituye estrictamente el régimen de los asuntos privados. Cuanto más importante resulte un tipo de comportamiento, más quedará eximido de control. El credo político, la situación económica, o la religión que se practique… todo esto trata de esconderse, siendo al mismo tiempo la familia el edificio tétrico y podrido en cuyos rincones se establecen los instintos más sórdidos.
Obras IV, 1, p. 84.
Nada distingue más al hombre antiguo con respecto al moderno que su entrega a una experiencia cósmica que hoy el moderno apenas conoce.
Obras IV, 1, p. 87.
La técnica no es, en cuanto tal, el dominio de la naturaleza, sino el dominio de la relación de la naturaleza con lo humano.
Obras IV, 1, p. 88.
Los seres humanos, en tanto que especie, se encuentran, desde hace unos milenios, al final de su desarrollo, pero la humanidad, en tanto especie, se encuentra al principio.
Obras IV, 1, p. 88.