El poeta goza del privilegio incomparable de que puede ser a discreción bien él mismo o bien otro. Como el alma errante en busca de un cuerpo, entra, cuando quiere, en la persona de otro. Para él la persona de cualquiera está libre y abierta, y si algunos lugares le parecen cerrados, es porque, a sus ojos, no vale la pena visitarlos.
Charles Baudelaire, Spleen de París, Madrid, 1998, p. 29. Cit. en W. Benjamin, Obras I, 2, p. 146
No hay experiencia más firmemente desmentida de lo que han sido las experiencias estratégicas mediante la guerra de trincheras, las experiencias económicas mediante la inflación, las experiencias corporales mediante la batalla de las máquinas, las experiencias morales mediante los que ejercen el poder.
Lo que llamábamos ‘arte’ tiene hoy su comienzo a dos metros del cuerpo, mientras que en el kitsch el mundo de las cosas se consigue acercar al ser humano.
El populacho se halla poseído por un odio frenético a la vida espiritual, viendo la garantía de su aniquilación en el hacer recuento de los cuerpos. En cuanto se les deja, se sitúan en fila india y avanzan hacia el fuego graneado y el encarecimiento de las mercancías.
Arte y naturaleza, como espíritu y cuerpo, marchan juntos: así, su separarse es la muerte.
Carta de K. F. Zelter a J. W. Goethe del 16 de octubre de 1827. Cit. en W. Benjamin, Obras IV, 1, p. 145.
El detallar, tan propio de la poesía barroca, diversos atractivos femeninos, subrayando y distinguiendo cada uno a través de la comparación, de manera secreta va siguiendo la imagen del cadáver. Tal desmembrar la belleza femenina en sus fragmentos más dignos de encomio se parece a una autopsia, y las comparaciones predilectas de las partes del cuerpo con el alabastro y con la nieve, con las piedras preciosas y aún con otras configuraciones, casi todas ellas inorgánicas, lo hacen bien visible de ese modo.