El espejo refleja estrictamente; al no pensar, no yerra.
El pensar es errar esencialmente.

Esto de vivir y de morir son clasificaciones como las de las

[plantas.

¿Qué hojas o qué flores tienen alguna clasificación?
¿Qué vida tiene la vida o qué muerte la muerte?

ir enderezando, en calidad de buena ama de casa de lo Real,
las cortinas de las ventanas de la Sensación
y los capachos a las puertas de la Percepción;
barrer los cuartos de la observación,
limpiar el polvo a las ideas simples...
Ahí está mi vida, verso a verso.

No con el pensamiento: con los ojos.
Algo visible existe para verse
y aquello que existe para el ojo no ha de existir para el

[pensamiento.

Sólo yo existo directamente para el pensamiento, y no para los

[ojos.

Miro, y las cosas existen.
Pienso y existo solamente yo.

No con el pensamiento: con los ojos.
Algo visible existe para verse
y aquello que existe para el ojo no ha de existir para el

[pensamiento.

Sólo yo existo directamente para el pensamiento, y no para

[los ojos.

Miro, y las cosas existen.
Pienso y existo solamente yo.

Es preciso también no poseer ninguna clase de filosofía.
Con filosofía no hay árboles: hay solamente ideas.
Hay sólo cada uno de nosotros, como estando en un sótano.
Ahí no hay sino una ventana cerrada, y todo el mundo afuera;
y un sueño de lo que se podría contemplar si la ventana se

[abriera,

pero que nunca es lo que se ve al abrir la ventana.

Sabe que existe existir y no se explica,
sabe que no hay razón de que haya nada.
Pues él sabe que ser es estar, en un punto.
Lo único que no sabe es que el pensamiento no es un punto

[cualquiera.

diré: miré las cosas, nada más,
y por eso llevo el Universo aquí, en mi bolsillo.

Yo amo las flores de manera directa, por ser flores,
como amo los árboles por ser árboles, sin mi pensamiento.

Por eso no hay ventaja en dar nombres errados a las cosas,
ni siquiera en darles ningún nombre.

Por eso no hay ventaja en dar nombres errados a las cosas,
ni siquiera en darles ningún nombre.

Si Dios me preguntara: ¿qué has visto en las cosas?,
respondo: sólo cosas... Tú ahí no pusiste nada más.

Si Dios me preguntara: ¿qué has visto en las cosas?,
respondo: sólo cosas... Tú ahí no pusiste nada más.

La realidad asombrosa de las cosas
es mi descubrimiento de todos los días.
Cada cosa es lo que es,
y es difícil explicar a alguien cuánto me alegra esto,
y cuánto me basta.