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PHotoEspaña 07

Sylvia Plachy

De reojo

Fotografía: Luis Asín

Figura imprescindible desde hace décadas en el panorama fotográfico estadounidense, Sylvia Plachy (Budapest, 1943) presentó su trabajo por primera vez en España en el marco de la décima edición del festival PHotoEspaña. La muestra fue la más amplia de cuantas se le han dedicado hasta ahora en Europa y abarcó los treinta últimos años de su actividad. El título, De reojo, intenta ser reflejo de su singular manera de abordar la fotografía.

Especialmente atentas al movimiento, sus imágenes captan escenas a medio suceder, esbozos de acontecimientos que crean una tensión inquietante y misteriosa con una realidad cargada de melancolía. Más que contar historias, invitan a imaginarlas.

Todas las semanas, entre 1982 y 1993, una fotografía de Sylvia Plachy encabezaba el sumario del neoyorkino The Village Voice. Secuencias anónimas, en las que no parecía ocurrir nada especial, fueron atrayendo poco a poco el interés de muchos lectores que descubrían en ellas una realidad poco representada: la cotidianeidad. Lo extraordinario de aquellas fotos es que enseñaban a ver aquello que nadie mira.

Acompañado de textos de la propia Plachy y de un disco que Tom Waits compuso para la ocasión, Unguided Tour («Visita sin guía»), el libro que recopilaba las fotos del Village Voice, obtuvo en 1990 el premio del International Center of Photography a la mejor publicación. Desde entonces, han aparecido Red Light (1996), Signs and Relics (1999, prologado por Wim Wenders) y Self Portrait With Cows Going Home (2004). «Me hace reír y me rompe el corazón. Es moral. Es todo lo que un fotógrafo tendría que ser», afirmó de ella Richard Avedon.

Going On About Town («Deambulando por la ciudad»), la serie que publicó durante trece semanas de 2005 en The New York Times, reafirma lo que muchos ya sabían: que Plachy es probablemente la fotógrafa que mejor conoce los múltiples aspectos de Nueva York, una ciudad a la que llegó procedente de su Budapest natal –al igual que otros muchos maestros húngaros de la fotografía– con quince años. A propósito de ella, André Kertész afirmó: «Nunca he visto el momento sentido y atrapado con mayor intimidad y humanidad. Fotográficamente, es lo máximo».

Texto de Mireia Sentís y Joaquín Gallego

Transylvanian Forest
[Bosque de Transilvania]

Hice esta fotografía una mañana muy temprano, después de que se desbordara el río Tisza causando una gran inundación. Iba viajando en coche, aunque no era yo quien conducía y, cuando paramos en la cuneta, la belleza de aquella escena me dejó sin aliento. Así que saqué estas fotografías, que luego se hicieron muy conocidas. A todo el mundo le gusta esta, y la verdad es que he vendido muchas copias. En cierta ocasión la incluí en una exposición que hice para la Galería Ross de Los Ángeles. Uno de los visitantes quiso comprarla en gran formato para colgarla en su salón; pero cuando leyó el título –«Bosque de Transilvania»– se arrepintió: «Oh, no», dijo, «no podemos poner en la pared algo tan negativo. Si le cambiaran el título, tal vez…». Así que los galeristas me preguntaron si podría cambiarle el título, y yo dije que no, porque para aquel hombre, Transilvania significaba Bela Lugosi, películas de miedo en blanco y negro… y aquellas asociaciones no le dejarían ver realmente la fotografía, ni percibir la belleza que aquella mañana me hizo perder el aliento.
Art Blakely

En cierta época, la revista Vogue de Nueva York me encargó un trabajo estupendo. Me pidieron que saliera y fotografiara a músicos de jazz. Al final creo que ni siquiera publicaron las fotos, pero eso es algo que ocurre con bastante frecuencia. El caso es que durante una temporada me dediqué a salir por la noche y conocí a muchos músicos de jazz veteranos. Esta foto es una de las que más me gustan. Su cara, la imagen borrosa, el cigarrillo… Casi se puede oír la música al mirarla.
Elliot

Éste es Elliot, mi marido, en el apartamento al que nos fuimos a vivir justo después de casarnos. Estaba en Manhattan , en el Upper West Side, y era un apartamento muy romántico porque era pequeñito y estaba en Manhattan. Vivíamos en el ático, y usábamos el tejado como terraza. Salíamos mucho, tanto en invierno como en verano, teniendo cuidado de no caernos. Desde allí había unas vistas preciosas: los depósitos de agua de los tejados, las calles de la ciudad… Hice esta fotografía después de una gran nevada, de esas que caen a veces en Nueva York. Elliot y yo salimos al tejado e hicimos un muñeco de nieve y, al cabo de un rato, Elliot tenía más aspecto de muñeco de nieve que el propio muñeco. Jugamos, le pusimos al muñeco una zanahoria por nariz… nos lo pasamos en grande. También saqué una foto del muñeco de nieve, por cierto. El caso es que, mientras estábamos haciéndolo, Elliot se empezó a cubrir de nieve; la nieve empezó a agrietarse, y al verla pensé que componía una imagen preciosa. Es como un bonito kilim raído.
The Hermit’s Dog
[El perro del ermitaño]

El perro que aparece en esta fotografía pertenecía al Hermano Bela, un eremita católico que vivía en la cima de un monte, junto a un pueblo, en Rumanía. El Hermano Bela era muy bondadoso con los animales. Vivía solo y llevaba una vida de asceta; tenía unas cuantas cabras y un burro, y también este perro que había encontrado en la calle y se había convertido en su fiel compañero. Hice esta fotografía en el pueblo, un día en que el ermitaño había bajado de su monte para rezar en la iglesia. El perro lo esperaba fuera, los otros perros que se ven al fondo eran perros callejeros, en aquel pueblo había muchos. El perro del ermitaño tiene una expresión triste; sin embargo, tenía una casa donde protegerse de la lluvia. Los que se ven al fondo, no.
Heroe’s Square, Budapest
[Plaza de los Héroes, Budapest]

Esta es una fotografía que hice en la Plaza de los Héroes, que es uno de esos grandes bulevares en los que los comunistas celebraban desfiles de tanques y soldados marchando ante los dirigentes del país, para conmemorar las ocasiones señaladas. En esta calle estaba la estatua de Stalin, que recordaba a los húngaros el poder que tenía sobre ellos, y también la de Lenin. En la fotografía aparece un hombre que está esperando el autobús. Cuando la hice todo aquello ya había pasado, el país ya no vivía bajo un régimen comunista y las estatuas de Lenin y Stalin habían desaparecido. Pero éste era un hombre mayor, y bien podía haber sido un héroe en alguna de aquellas guerras y revoluciones que los comunistas conmemoraban en sus desfiles militares. Viejo y apoyado en un bastón…, al verlo, me pareció que merecía estar en aquel lugar, en la Plaza de los Héroes.
Guggenheim Museum, New York
[Museo Guggenheim, Nueva York]

Me encanta el edificio del museo Guggenheim. Es como estar dentro de una concha. Aunque algunos cuentan cosas negativas sobre él: dicen, por ejemplo, que los vigilantes se cansan muchísimo, y que tienen que descansar cada poco porque el piso es irregular y cuando están de pie en sus puestos quedan en una posición ligeramente inclinada, lo cual les daña la espalda… Parece que no es un oficio agradable el de ser vigilante del Guggenheim. Pero si sólo se va un rato, ya sólo el edificio justifica la visita aunque la exposición no esté demasiado lograda… Bueno, en mi opinión tiene una excelente selección de esculturas. Hice esta fotografía un día que subí al último piso, me asomé a la barandilla y me di cuenta de que junto a mí había una mujer mirando hacia abajo. Primero me fijé en su cara: estaba muy seria, con una expresión tan grave que me hizo pensar que podía llegar a suicidarse. Parecía muy triste, introvertida. Entonces me acerqué a ella un poco y la fotografié con la cámara panorámica. Estaba agarrada a la barandilla y, por el hueco de la escalera, se veía un grupo de gente arremolinada. Parecía como si formaran una piscina para que saltara la mujer.
Ladder to the Sky, Hamburg
[Escalera hacia el cielo, Hamburgo]

Hice esta fotografía en Hamburgo, en el año 2005, cuando estaba allí como artista residente. La verdad es que no tengo mucho que decir sobre ella. Hay algunas fotos que apenas tienen historia detrás; son fruto de un momento y ya está. Miré hacia arriba y vi aquella escalera misteriosa. Las nubes rebosaban luz y, en el fondo, se veía la silueta de unas hojas de la hiedra que cubría el edificio. Me pareció misterioso. Y eso es todo lo que tengo que decir sobre ella.
New Bridge, Bratislava
[Puente Nuevo, Bratislava]

Este es un puente ultramoderno que construyeron en Bratislava en los años cincuenta, en la época comunista. Viajaba con dos periodistas, estábamos atravesando Europa del Este poco antes de que cayera el Muro, y una noche pasamos en coche por este puente. Parecía un monstruo neorrealista, especialmente de noche, con sus luces encendidas. Yo tenía la cámara a mano, porque nunca sabes cuándo pueden surgir las mejores fotografías; hay que estar siempre preparado. Esta es una de mis favoritas. Varios años más tarde, hablando con un amigo eslovaco, me dijo que en Bratislava se contaba una historia sobre ese puente: el alcalde de la ciudad se jactó un día, en una reunión de amigos, de que podía deshacerse de la sinagoga de la ciudad, que estaba junto a la orilla del río; lo único que tenía que hacer era construir un puente justamente allí. Y así es como una antigua sinagoga, que llevaba siglos junto al Danubio, fue derruida y reemplazada por un puente ultramoderno.
9/12, 2001
[12 de septiembre, 2001]

Hice esta fotografía el día siguiente del atentado de las Torres Gemelas. Cuando ocurrió, no fui capaz de sacar fotos. Estaba abrumada por el horror, no tenía fuerzas para abordar a las personas que caminaban alejándose del centro de la ciudad, asfixiadas por el polvo de las torres caídas… Al día siguiente, me acerqué todo lo que pude al lugar para tratar de comprender y seguí intentándolo durante muchos días más. Ésta es del día siguiente. Había mucha gente que sentía la necesidad de hacer algo; yo, como fotógrafa, sentía la necesidad de sacar fotos, pero había muchas otras personas que simplemente querían ayudar. Sin embargo, las autoridades no dejaban acercarse a casi nadie, y la verdad es que apenas había nada que se pudiera hacer. Por eso, muchos de los que sentían ese impulso llevaron flores como homenaje a las víctimas. Estos coches aparcados cerca de las Torres habían quedado destrozados, cubiertos de ceniza blanca y alguien les había colocado flores en el parabrisas.

EXPOSICIÓN SYLVIA PLACHY, DE REOJO


31.05.07 > 01.07.07

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