Generación paranoide
Debate Pepe Tesoro | Sara Barquinero | Oriol Erausquin
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La coincidencia en el tiempo de la publicación de Los mismos malvados de siempre (Círculo de Bellas Artes, 2024), de Pepe Tesoro, y Los escorpiones (Lumen, 2024), la gran novela conspirativa de nuestro presente de la joven filósofa Sara Barquinero, nos pareció un buen motivo para organizar esta conversación, moderada por el investigador Oriol Erausquin, sobre la generación paranoide: aquella que ha crecido, en palabras de Tesoro, «careciendo no ya de la idea de un horizonte político utópico, sino de la idea misma de que es posible mantener una posición comprometida».
ORIOL ERAUSQUIN
Esta década está siendo un periodo extraño. Al poco de empezar 2020, una terrible pandemia sacudió el globo entero y nos hizo encerrarnos en nuestras casas y proteger nuestros rostros con mascarillas. Este aislamiento relegó la comunicación a la esfera digital, un espacio dominado por unas redes sociales que ya habían marcado la década anterior y cuyas dinámicas habían favorecido un discurso público rápido y emocional. Estos factores, sumados a una concatenación de crisis bélicas y ecológicas que generan un espacio de ansiedad e incertidumbre, han demostrado ser un caldo de cultivo perfecto para un tipo de relato muy concreto: las teorías de la conspiración. ¿Qué conexión existe entre la paranoia y las teorías de la conspiración y un presente y futuro en permanente crisis?
SARA BARQUINERO
Mi lectura de por qué las teorías de la conspiración han podido ganar peso, si es que acaso lo han ganado, remite a dos cuestiones diferentes. Sobre la idea de la cancelación del futuro, creo que muchas veces necesitamos un relato que ordene la realidad. Por ejemplo, resulta más tranquilizador pensar que hay un plan detrás de la pandemia, aunque sea un plan malvado, que enfrentarnos a la incertidumbre y al puro azar, algo con lo que en general nunca nos hemos llevado bien. Curiosamente, las teorías de la conspiración presentan siempre conspiraciones para el mal; ya apenas hay relatos utópicos. Ahí entraría la segunda cuestión: el cinismo. Nos resulta muy difícil abrazar cualquier creencia totalmente, también creencias parciales, como podría ser la creencia en el amor, la amistad o en ciertos valores políticos. Cuando se pasa de esas creencias particulares a una que ordena la globalidad del mundo, no podemos ser tan inocentes. Lo que nos permite sobreponernos a la inocencia es pensar que la conspiración es siempre una conspiración para el mal.
PEPE TESORO
La cuestión del mal es crucial, pero no solo por la parte explicativa, sino también como causa. Una explicación global, que ofrezca una imagen de la totalidad del mundo, se opone a un escenario en el que aparentemente solo hay una causa irracional del mal y de la injusticia. La conspiración viene a satisfacer esa necesidad de racionalidad y de planificación, pero cuando la injusticia y la crisis son de la envergadura de, por ejemplo, la pandemia, la conspiración tiene que a su misma escala. Y se genera una inflación de la explicación: la conspiración tiene que ser más secreta todavía, alcanzar aún más lugares, así confirma la ansiedad y el pesimismo, porque cuanto más poderosa sea, más impotentes somos ante ella. Y eso encaja muy bien con la impotencia sentida ante la injusticia o la crisis. Evidentemente, esto también tiene que ver con el fin de un horizonte político de masas. Creo que somos casi como un experimento, una de las primeras generaciones que hemos crecido completamente carentes, no ya de la idea de un horizonte político más o menos utópico, sino de la idea misma de que es posible mantener una posición comprometida. En ese escenario, la explicación conspirativa funciona muy bien.
ORIOL ERAUSQUIN
Diversos estudios científicos correlacionan de manera directa la ansiedad y las teorías conspirativas. ¿Qué relación hay entre esta cognición paranoide y las condiciones del sujeto precarizado?
SARA BARQUINERO
No sé si nuestra generación es más conspiranoica que la anterior, lo que cambia es a qué tipo de conspiraciones nos adherimos. A nivel individual, creo que recurrimos constantemente a conspiraciones contra nosotros mismos. Es más sencillo pensar que la gente nos odia a que les resultamos indiferentes. A nivel colectivo, hemos abandonado los grandes relatos, que también tenían mucho de paranoico. Ahora todo parece más loco y diverso, y existe una necesidad de diferenciarse. De lo que no estoy segura es de si de verdad creemos en cosas más irracionales ahora que antes. Me resisto a pensar que el pasado siempre fue mejor.
PEPE TESORO
Tendemos a sentir nostalgia de algo que no ocurrió. Al mismo tiempo, cuando se habla de la necesidad de restablecer los medios de comunicación como fuentes de jerarquías epistémicas, olvidamos que siempre ha existido la desinformación, la calumnia y las teorías de la conspiración. Es interesante pensar si quizás ahora creemos en conspiraciones diferentes o qué significados políticos o sociales distintos han tomado, y pensarlo, además, en relación con la ansiedad. Se dice que las teorías de la conspiración aportan tranquilidad. Sin embargo, yo soy de la opinión contraria. Muchas veces, cuánto más en serio se tome una creencia conspirativa, más se sufre. Funciona como un bucle. Yo siento que nuestra generación ha sufrido una mutación antropológica que fragmenta y distorsiona la conciencia y el ánimo, y que alimenta creencias que dan un sentido a esa ansiedad. No la aplacan, pero sí que coinciden en ella. De pronto, tiene sentido sentirse desajustado o desubicado, porque es el mundo el que está loco. La ansiedad no está en mí, sino en el mundo.
SARA BARQUINERO
Cuando hablamos del pensamiento que llamamos conspiranoico, nos referimos a algo muy concreto: a contenidos consumibles muy rápidamente en Internet. En mi opinión, la nueva paranoia tiene que ver con la forma con la que se distribuye la información. Es decir, no tanto con su contenido como por el hecho de estar consumiendo contenidos constantemente. En eso sí que esta época se distingue de las anteriores, cuando las conspiraciones eran algo más relajado, una creencia a la que se otorgaba un espacio limitado, y no era el espacio permanente y hecho a tu medida de tu psique.
PEPE TESORO
Otro aspecto interesante es que solemos pensar que los sujetos son inocentes con respecto a ese proceso, que no son conscientes de él. Por ejemplo, los foros, que aparecen en Los escorpiones, o espacios aparentemente inocuos como los grupos de Facebook se han convertido en la herramienta perfecta para la expansión de las teorías de la conspiración. Ante la paranoia de que el algoritmo nos esté nutriendo de información de manera preparada y manipulada, esos grupos se convierten en espacios seguros en los que restablecer tus jerarquías epistémicas personales.
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ORIOL ERAUSQUIN
La producción de teorías de la conspiración está descentralizada. Gracias a Internet, puede funcionar de forma más rápida y a nivel viral, como si fueran memes. Las teorías conspirativas van mutando y adaptándose a diversos públicos objetivos. Sara muestra muy bien en Los escorpiones la gran variedad de fuentes de información que tiene el conspiranoico. ¿Cómo contribuye este medio digital al eclecticismo y la intertextualidad de las teorías de la conspiración contemporáneas?
SARA BARQUINERO
A mí no me acaba de convencer el discurso del eclecticismo de Internet y el exceso de información. No sé hasta qué punto la producción de contenido en Internet es tan libre como parece ni hasta qué punto el drama del sujeto es el exceso de información. Creo que tiene más que ver con que hay un montón de gente que, cada una en su casa, recibe una especie de periódico particular adaptado a lo que ya creía el día anterior.
ORIOL ERAUSQUIN
Depende mucho del medio. Es muy distinto Twitter a un grupo de Facebook. Twitter no solo te dará información que concuerda con tu cámara de eco, sino que te mostrará tuits del equipo contrario. Luego, está WhatsApp, en el que pasan muchas cosas, pero que es un medio opaco para los investigadores.
PEPE TESORO
También diría que cada sujeto es distinto. En mi opinión, Internet te da la posibilidad de intervenir en ese exceso de información como un sujeto pasivo que la consume, se satura y no la procesa. En ese caso, no hay exceso, porque literalmente no te llega nada. Lo que busca el paranoico es pasar del momento pasivo a otro, al menos aparentemente, activo. Cuando se te abre el enorme espacio que te proporciona Internet, cualquier pista puede servir como confirmación. Y no solo para buscar información, sino también interacción. Así funciona QAnon, como una especie de juego de rol colectivo. Importa menos la creencia específica que el sentirse parte activa de un movimiento para desentrañar la verdad dentro de la vorágine de información.
ORIOL ERAUSQUIN
Parece que la idea de la revelación cumple un papel muy importante para estos sujetos que reclaman su posición en el mundo. ¿Cómo pensáis que funciona y fracasa esa búsqueda de la verdad y esa gran revelación potencial?
SARA BARQUINERO
Muchas veces las teorías de la conspiración funcionan como una revelación religiosa. Cualquier prueba de lo contrario, en realidad, es una prueba de que tienes razón. Y te adscribes a la verdad inalterable. Es un proceso similar a empezar a creer en algo.
PEPE TESORO
En apariencia, las teorías de la conspiración son muy diversas, pero en realidad tienen muchos elementos comunes, que atraviesan siglos. Cuando empiezas a indagar en el tema, te das cuenta de que muchas conspiraciones reproducen tropos narrativos bíblicos. Esta idea del control mental mediante el signo de la Bestia, o de que hay una situación de extrema injusticia e idolatría global, este tipo de cosas son motivos típicamente preapocalípticos. Aunque tampoco estoy complemente convencido de la analogía con la religión. La idea de la religión como un sistema de creencias más es muy moderna. La religión no era otro sistema más; era el telón de fondo permanente. Quizás la conspiración es una especie de forma aberrante de la idea contemporánea de la religión como la elección individual de un metarrelato. En ese sentido, religión y conspiración sí que cumplen una función muy similar.
SARA BARQUINERO
Para mí, la diferencia fundamental entre la conspiración y la religión o la ideología es que, en general, hay una ausencia de praxis. Aparentemente, iniciarse en una conspiración es muy parecido al inicio del viaje del héroe: alguien te da una información, la rechazas al principio porque los biempensantes te dicen que no debes creer en conspiraciones, pero luego cruzas un umbral y empiezas tu viaje de héroe particular que sabe la verdad que todo el mundo desconoce. Sin embargo, excepto en casos muy concretos, esto no te lleva a actuar en consecuencia. En ese aspecto, difiere bastante de la religión.
PEPE TESORO
La relación entre sostener una creencia y llevarla a sus últimas consecuencias en tu vida cotidiana y en tu interacción con el resto es un problema muy contemporáneo. Cuando la conspiración dibuja una imagen tan desoladora del mundo parece que la única praxis posible es la del terrorismo, como ha sucedido en ocasiones, pero son casos anecdóticos con respecto a la gran cantidad de creyentes en el discurso conspirativo que no asumen las consecuencias de su creencia. Muchas veces el conspiranoico asume el rol del investigador. Pero no solo; hay muy distintas formas de vivir y de procesar la conspiración. Hasta ahora hemos hablado del conspiranoico como aquel que se aferra a la creencia, pero también es muy interesante pensar en el que transita por diferentes creencias con actitud irónica.
SARA BARQUINERO
Lo que me parece diferente respecto a otro tipo de creencias del pensamiento conspiranoico actual es que, en otro momento, si creías en cierta religión o en cierta idea política, querías que esa creencia conquistara el sentido común. Sin embargo, ahora los conspiranoicos quieren seguir siendo conspiranoicos, y suelen ser muy silenciosos, no pretenden necesariamente convencerte.
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PEPE TESORO
El sentido común se entiende como la mentalidad del rebaño, mientras que la posición personal es militantemente contraria al rebaño. Ahí también encuentra su sentido y su fuerza. En cuanto la teoría de la conspiración se vuelve comercial, por así decirlo, es cuando pierde su atractivo
ORIOL ERAUSQUIN
Las palabras «desinformación» o «conspiranoia» pueden llegar a usarse desde el poder como herramientas para desprestigiar a quien simplemente investiga que, en ocasiones, es considerado un conspiranoico. ¿Qué pensáis de esto?
SARA BARQUINERO
Como señalaba Pepe, mucha de la gente que cree en conspiraciones o que tiene un pensamiento conspiranoico lo hace desde una actitud irónica o cínica. De entrada, todos estamos dispuestos a pensar lo que dice el título del libro de Pepe: que siempre nos han gobernado unos malos. Hoy en día es muy ingenuo sostener el bien. Muchas de las teorías de la conspiración se basan en una tendencia a la desconfianza que, en lugar de articularse como una acción política concreta, lo hace como una actitud irónica permanente hacia la realidad.
PEPE TESORO
Hablando de los tipos diferentes de conspiranoicos, han aparecido creadores de contenido profesionales que utilizan ese discurso para generar contenido viral y monetizarlo, y muchas veces es esa la imagen que nos llega de las teorías conspirativas. Por otro lado, está la idea del conspirativo como esa figura irreconciliable con el sistema, muy útil para el contradiscurso de la teoría de la conspiración, que es la teoría de la contingencia. Se trata de la idea de que el mal es completamente azaroso, que no existe ningún tipo de explicación ni de responsabilidad con respecto a él. Para este discurso, todo intento de buscar responsables y de señalar conspiraciones reales, que las hay, es ya una teoría de la conspiración. Es muy socorrido para el discurso hegemónico pensar que nada tiene una razón y que todo ocurre sin sentido ninguno.
SARA BARQUINERO
Es verdad que fundarlo todo en el azar o en la contingencia exime de responsabilidad a los individuos, pero una conspiración también lo hace. Diría que existen dos niveles diferentes: a nivel político, si crees que los malos son muy malos, actúas de manera similar a si crees que todo pasa porque sí, porque tiene que pasar. No menospreciaría la relación que tienen las teorías de la conspiración con la falta de respuesta colectiva ante la incertidumbre, la muerte y la finitud humana. Igual que actuamos irónicamente ante una teoría de la conspiración o ante una opción política, lo mismo hacemos ante la muerte o el caos.
PEPE TESORO
Me gusta pensar en estas cuestiones no tanto desde la creencia, sino desde la praxis que alumbra. O, al revés, pensar la praxis como el aliciente para buscar creencias que la justifiquen. De tal forma que creencias que, aparentemente, son opuestas cumplen la misma función práctica de distanciamiento de ese objeto inexplicable que es el mundo para apartarlo, bien creando una fantasía monstruosa, bien a partir de la ironía y del cinismo, de la desafección. Al final, muchas veces la práctica de estos sujetos es la misma, aunque tengan creencias en apariencia opuestas.
ORIOL ERAUSQUIN
Las conspiraciones proporcionan algún tipo de búsqueda y de ritual. Creo que la propia búsqueda ante este vacío te permite, al menos, sentir que trabajas para alcanzar una revelación; no te deja inmóvil.
SARA BARQUINERO
Yo creo que no. Si vives en un entorno muy precario y tienes una imagen del mundo desalentadora, podrías informarte de por qué, politizarte y tener una praxis. Sin embargo, si todo es fruto de una gran conspiración que se origina en Estados Unidos o en el espacio exterior o en el antiguo Egipto, no hay nada que puedas hacer más que tener el conocimiento silencioso. En todo caso, mi impresión es que la mayoría de los conspiranoicos lo que hacen es regodearse en ser los voceros de que el mundo va mal, en lugar de plantear propuestas para cambiar las cosas.
PEPE TESORO
El conspiranoico podría contestarte que si todo el mundo escuchara su verdad se convencería. Luego, observando su práctica desde fuera, se comprueba que no actúa en esa dirección, que está siendo incoherente con esa creencia o que, incluso, frente al fracaso, incide en la misma línea de acción estéril. Y que, como decíamos, señales de que pueda estar conquistando el sentido común son asimiladas como lo contrario.
Muchas veces asimilamos las teorías de la conspiración a cualquier ideología política reconocible, porque estas también pretenden explicar toda la sociedad. Pero esa explicación no se relaciona con un proyecto político colectivo, sino que se trata de una cuestión individual, de mejoramiento personal, en sintonía con el discurso new age de la búsqueda de la iluminación como una cuestión particular.
ORIOL ERAUSQUIN
Creo que se puede, y se debe, diferenciar entre la paranoia interpersonal, que sería este delirio paranoide que desconfía de todo el mundo, y la paranoia intergrupal del grupo, el pueblo o la nación, que se imagina bajo el ataque de otro grupo, normalmente más pequeño.
PEPE TESORO
Sobre la paranoia interpersonal, puede decirse que hay una teoría de la conspiración por cada conspiranoico, y en teorías de la conspiración aparentemente inocuas, como el terraplanismo, existe muchísimas rencillas y desconfianza interna. Pero el conspirativismo funciona en muchos grupos políticos o nacionalistas. Funciona para reforzar el sentimiento de grupo y explicar los fracasos señalando a un enemigo.
SARA BARQUINERO
Quizá la conspiración colectiva se base en una inseguridad individual. Es muy fructífero mostrarse como víctima. A nadie le gusta pensar que sus malas condiciones son fruto del azar, prefiere que vengan de un complot. Es fácil que individuos que tienden a la paranoia individual entren en la paranoia colectiva. Yo me pregunto, ¿si una teoría de la conspiración resulta ser cierta, qué pasa con el valor de tus creencias?
PEPE TESORO
Por ejemplo, hoy en día, la opinión pública sobre el asesinato de Kennedy, el evento conspirativo por excelencia, es mayoritariamente contraria a la versión oficial de la Comisión Warren. Aunque no se sepa decir lo que pasó, la versión oficial ha quedado desacreditada. Incluso a finales de los años setenta, cuando ciertos aspectos del asesinato empezaron a ser más conocidos, se creó una nueva comisión de investigación en el Congreso de Estados Unidos. También porque con el Watergate, de pronto, la conspiración había pasado a ser real.
Existe una idea fundamental en las democracias liberales, que es la transparencia. Esa pérdida de legitimidad, que en cierto aspecto remite a los últimos cincuenta o sesenta años, concretamente en Estados Unidos a partir del Watergate, no se ha recuperado. A veces se trata de cosas muy específicas que, de repente, se demuestra que son ciertas. Por otro lado, si un conspiranoico te dice que los medios o los políticos nos mienten no hay mucho que contraargumentar. Hay infinidad de ejemplos históricos que desmienten el ideal del sistema democrático liberal como honesto y transparente.
ORIOL ERAUSQUIN
Es que las conspiraciones existen. Ahí está el problema de la investigación de la conspiranoia: cuándo es una desconfianza razonable ante unos poderes que han demostrado ser mentirosos en respuesta a intereses propios y cuándo es una desconfianza paranoide generalizada.
PEPE TESORO
Porque existen personajes y sujetos que intervienen en esos discursos que, de manera intencionada, se encargan de enfangar esas fronteras. Es muy común en las agencias de inteligencia la idea de oscurecer y distorsionar la investigación, usando el conocimiento privilegiado sobre ciertas verdades para introducir mentiras y desdibujar esa distinción. Esto es exactamente lo que hace Villarejo.
ORIOL ERAUSQUIN
Si la narratividad es uno de los principales componentes de persuasión de la teoría de la conspiración, para desmontar a alguien sumido en esa cognición paranoide, más que con una demostración lógica, quizás debemos enfrentar la ficción con ficción y así desactivar los mecanismos retóricos y cognitivos a través de los cuales estas teorías conspirativas logran sus fines. ¿Creéis que se puede hacer un ejercicio de desmitificación narrativa?
SARA BARQUINERO
Me encantaría pensar que sí, pero creo que funcionan mejor deslizamientos más concretos en su relato. Pongamos como ejemplo a un conspiranoico que cree que el virus del covid está diseñado y que nos querían meter un chip con la vacuna. Si hago un relato paródico sobre él, probablemente no se sienta identificado y lo rechace. Pero si le concedo que ha hecho bien en no ponerse la vacuna,
ya que no tenía toda la información, y le deslizo que quizá parte del problema del virus tuvo que ver con las macrogranjas o con los wet markets [mercado de comida al aire libre], puede que quiera informarse sobre eso...
PEPE TESORO
No sé si podemos albergar tanta esperanza en la ficción. En mi opinión, lo que ocurre con la conspiración es que funciona muy bien como ficción. Como narrativa tiene muchísimo tirón y quizá haya que admitir que lo contrario, una posición mediada y matizada, simplemente no es una buena historia. Lo que a mí más me interesa es incidir en la relación entre la creencia y la práctica. Muchas veces, estas creencias tienen la función de justificar una práctica o una ansiedad en torno a cómo la vida cambiaría de ser real lo que se cree que es mentira o viceversa. Poniendo como ejemplo el negacionismo climático, a veces es más interesante plantearle al conspiranoico qué le da miedo que fuese a cambiar en su vida si la crisis climática fuera cierta. En muchas ocasiones, lo que hay detrás es una necesidad de justificar una práctica concreta que a veces es la de la inoperancia y la esperanza de que todo, aunque esté muy mal, siga igual.
SARA BARQUINERO
Quizá el problema de fondo de las teorías de la conspiración es que señalan un problema que va más allá de las conspiraciones, y es el de cómo reencantar la izquierda. Si tanta gente joven entra en teorías de la conspiración, es porque algunos tropos comunes de la izquierda se han convertido en un buenrollismo que no ha llevado a ninguna parte.