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¿Cómo la radicalización política pone en peligro la libertad artística en europa?

Wolfgang Kaleck | Dominika Kasprowicz | Antonio Muñoz Molina | Aleš Šteger 
Italia espera que la guerra traiga un nuevo Imperio romano, Howard Burke, 1940. «Persuasive Maps», PJ Mode Collection

La radicalización política de Europa es una amenaza para la creación artística que «no afecta únicamente a los sospechosos habituales», como señala en este debate el jurista Wolfgang Kaleck en referencia a los países con gobiernos autocráticos. Junto a Kaleck, secretario general del Centro Europeo por los Derechos Humanos y Constitucionales (ECCHR), conocido por ser uno de los abogados de Edward Snowden, participaron la directora del Instituto Cultural Villa Decius de Cracovia, Dominika Kasprowicz, en calidad de moderadora, el escritor esloveno Aleš Šteger y el escritor y académico Antonio Muñoz Molina.

Dominika Kasprowicz 

Una de las fortalezas de la Alianza Europea de Academias es transcender las fronteras de nuestros países y de nuestros ámbitos de especialización para unir fuerzas. Esto es precisamente lo que hace el secretario general del ECCHR, Wolfgang Kaleck, al ir más allá del lenguaje legal y de la práctica del derecho para llegar a otros públicos. Wolfgang, en tu opinión, ¿de qué manera la radicalización política pone en peligro la libertad artística en Europa? 

Wolfgang Kaleck

Tanto los gobiernos radicalizados políticamente como otros actores no estatales están perpetrando una serie de ataques contra artistas e instituciones artísticas en toda Europa, donde se vive una ola creciente de autoritarismo y una reducción del espacio público ocupado por la sociedad civil que no es solo culpa de los sospechosos habituales. Por ejemplo, recientemente, en España la justicia ha arremetido contra raperos por sus críticas a la corona. En muchos países europeos aumenta el número de casos de criminalización de movimientos solidarios con los migrantes, algo que se ha convertido en un auténtico problema en Europa, pero también fuera de sus fronteras. 

Los artistas y las instituciones artísticas han de llevar a cabo una estrategia defensiva a corto plazo y usar la ley como instrumento, pero también pueden ir un poco más allá. Los derechos humanos están en peligro tanto dentro como fuera de Europa, pues se ha producido una cierta erosión de la ley internacional. Si nos fijamos en las sentencias de la Corte Penal Internacional y de otros tribunales, podemos observar que los poderosos se quedan fuera de esa esfera de la ley. Por tanto, si queremos defender la libertad artística, hemos de defender también los mecanismos del derecho internacional y de los derechos humanos. La forma en la que los artistas y las instituciones se protegen es importante, pero, insisto, se puede ir un poco más allá si cobramos conciencia de que la amenaza a la libertad artística es solo una parte de los ataques contra las libertades. Yo defiendo una Alianza de carácter más internacional, que comparta los mismos objetivos que el Centro Europeo para los Derechos Humanos y Constitucionales al que represento. 

Algunas personas consideran a los artistas una élite, lo cual hasta cierto punto es cierto. De ahí que sea necesario conectar con los actores más vulnerables e intentar encontrar un terreno común, reconociendo que existen ataques específicos contra los artistas, pero incorporando una visión más amplia y política. Por ejemplo, se podrían abrir las academias a un público más amplio para que funcionen como foros que acojan a personas de otros colectivos contra los que también se están perpetrando ataques. Las acciones y los eventos organizados por las instituciones artísticas para luchar contra las injusticias han demostrado tener un enorme potencial. Cuanto más se impliquen las instituciones culturales y los artistas fuera de sus propias esferas, más éxito tendrá la defensa de la libertad artística. 

Antonio Muñoz Molina 

Las personas interesadas en la creación artística mantenemos una doble posición con respecto a la cuestión del radicalismo o a la disminución de los espacios de libertad en Europa. Por una parte, como Wolfgang ha señalado, existe una responsabilidad cívica, ya que la libertad artística es una entre otras libertades, y el hecho de que se persiga suele indicar la existencia de otras persecuciones. De ahí que el activismo de los artistas no deba limitarse al ámbito artístico, sino que ha de apoyar causas como la educación pública, la permanencia de las humanidades en la educación, la defensa del espíritu crítico, del método experimental y de la ciencia en el ámbito colectivo. 

Por otra parte, no se debe perder de vista que la radicalización política no solo puede limitar la libertad de expresión del artista, sino también la libertad de creación. La libertad para imaginar, que es la libertad primaria del artista, se ejerce en la intimidad. Grandes artistas y poetas han creado con maravillosa libertad en el seno de férreas dictaduras donde no existían libertades civiles. Sin embargo, la radicalización política puede empobrecer la libertad de espíritu en su raíz, porque si aceptamos las divisiones políticas radicales, o nos dejamos influir por ellas, estamos negando el principio de libertad a la hora de percibir el mundo. Si dividimos a las personas entre nosotros y ellos, si en lugar de ver a seres humanos vemos grupos, ya sean afines o ajenos, nuestra posibilidad de creación estética va desapareciendo. Desde siempre, la literatura se ha ocupado de lo individual, de lo no abstracto, de lo que no puede ser sometido a categorías. En el momento en que interviene el dogmatismo, o la radicalización política, se empobrece la percepción del otro y, por tanto, la posibilidad de crear con verdadera libertad. En el caso de un escritor, ya no crearía personajes, sino caricaturas o estereotipos. La radicalización también daña la percepción del arte, porque el espectador o el lector no será capaz de valorar la obra en sí misma, sino que la juzgará ideológicamente, privándose así de la recepción estética que es, a mi juicio, uno de los fundamentos de la libertad humana. 

La polarización lleva a mucha gente a no leer ciertos libros ni periódicos, a no acercarse a la obra de ciertos artistas, porque los consideran el otro, el enemigo, el adversario. De ahí que, al igual que los artistas tenemos que defender ciertas libertades externas, debemos defender radicalmente nuestra libertad de espíritu; no dejarnos llevar por la simplificación ni por la polarización a la hora de crear, de percibir o de juzgar las obras de arte. La literatura y el arte son uno de los mayores antídotos contra el totalitarismo. Por eso, la radicalización política impide la percepción de lo concreto, lo humano, lo libre y lo abierto.

Aleš Šteger

Hace algún tiempo, conocí a un poeta sirio que había pasado varios años en la cárcel. Me contó que, aunque no podía seguir viviendo como una persona, el hecho de darse cuenta de que podía pensar en todo lo que quisiera fue lo que le permitió seguir siendo él mismo y salir de prisión como una persona herida pero viva. 

Estoy completamente de acuerdo con Antonio Muñoz Molina en lo referente a que la libertad artística comienza en lo que cada uno lleva dentro; es una tarea individual que depende exclusivamente de nosotros mismos. Somos individuos con las mismas luchas en distintos lugares del mundo y queremos crear algo que nos apoye en esa lucha y nos permita concebir un entorno tan inspirador como sea posible. En nuestras sociedades cada vez más polarizadas, vemos a nuestro alrededor, en ocasiones incluso entre nuestros mejores amigos, que se renuncia a esta lucha interna y se da credibilidad a las narrativas de ellos contra nosotros. 

Somos libres, pero también somos ese poeta sirio encarcelado. Por eso estamos aquí, para hablar de qué se puede hacer frente a quienes tienen el poder de dividirnos. Hoy en día resulta demasiado fácil manipular y generar divisiones. Más allá de lo que soy, busco la forma de crear espacios de posibilidad abiertos. 

DOMINIKA Kasprowicz 

El hecho de que poner cortapisas a la libertad artística sea uno de los objetivos de las fuerzas políticas radicales significa que la libertad artística sigue siendo una amenaza para el sistema. 

Antonio Muñoz Molina 

Una cosa muy llamativa de los antiguos sistemas dictatoriales europeos era el modo en que se esforzaban en censurar a los artistas. Algunos de nosotros hemos experimentado de manera muy concreta el hecho de vivir en países no centrales dentro de Europa. Los polacos, los eslovenos, los portugueses o los españoles tenemos una conciencia más clara de la diferencia entre lo que tenemos y lo que podemos perder. Hemos vivido en dictaduras y sabemos lo que es no tener libertad de expresión. Eso nos crea un doble compromiso. Por un lado, un compromiso civil, porque muchas de las cuestiones que estamos tratando no se resuelven en congresos, sino en la concepción de una sociedad donde la gente esté lo bastante bien alimentada y guarecida en una casa como para poder disfrutar de las creaciones estéticas, ya que, en numerosas ocasiones, los problemas de intolerancia o de populismo que sufrimos provienen de injusticias fundamentales en la educación, la vivienda o la sanidad. Tales injusticas provocan, por una parte, que mucha gente no pueda disfrutar de las artes ni tener la capacidad de crearlas y, por otra, que muchas personas sean manipuladas y, por ejemplo, consideren elitistas a los escritores cuando reivindican sus derechos. No podemos perder de vista la relación que existe entre la injusticia, la solidez democrática y la creación y percepción de las obras de arte. 

DOMINIKA Kasprowicz

Wolfgang, tú que has tratado injusticias muy graves, ¿qué opinión te merecen los intentos de los artistas y de su obra en este marco de lucha por la justicia?

Wolfgang Kaleck

Luchar por la justicia es tarea de todos, no debe dejarse exclusivamente en manos de los abogados, aunque exige una cierta comprensión de su funcionamiento. Un ejemplo extraordinario nos lo ha dado Gyo˝ zo˝  Ferencz, quien, en su intervención durante la sesión a puerta cerrada, ha afirmado que la solución para este problema es la lucha política. 
La justicia y los derechos humanos son una utopía, pero una utopía concreta que nos permite utilizar aquí y ahora ciertas herramientas. Es cierto que son herramientas muy limitadas, porque el sistema legal solo permite que personas de mente estrecha intervengan en un espacio determinado; ahí es donde las artes entran en juego. Al mismo tiempo que acudimos a los tribunales, debemos plantear nuestros argumentos fuera del ámbito jurídico. Las puertas de un tribunal son estrechas, pero fuera podemos señalar las causas sistémicas de una violación de los derechos humanos y también explicar las causas históricas, que suelen ignorarse en un litigio judicial. Y es ahí donde intervienen los artistas con su imaginación y con sus posibilidades a la hora de utilizar diferentes formas y formatos. Esas acciones artísticas pueden tener mucho éxito y caminar conjuntamente con la aplicación de la ley. 

Quisiera preguntarle a Aleš si no cree que esa división de la sociedad entre nosotros y ellos es solo una herramienta: ¿no deberíamos ir al centro de la cuestión, que no es otro que el uso de ese instrumento divisorio para cimentar sociedades injustas y desiguales, y plantar cara a la injusticia y a la desigualdad? Y una segunda pregunta: ¿por qué dices que necesitamos apoyo? ¿No sería más adecuado decir que tenemos la fortaleza y la confianza suficiente en nosotros mismos como para defendernos de los ataques a nuestras libertades y conectar con aquellos que comparten nuestra lucha?

El atlas tory del mundo, 1985. «Persuasive Maps», PJ Mode Collection
Aleš Šteger

Voy a comenzar por responder a la última pregunta. Cuando una sociedad emprende un camino de radicalización, se empequeñece. Después es muy difícil que vuelva atrás, porque muy pronto todas las puertas se cierran y surge la autocensura o la censura, que, lenta pero firmemente, termina por cambiar la mentalidad de las personas de esa sociedad. Si alguien quiere hablar con personas inteligentes de otros lugares, aunque cada vez haya menos cimientos para encontrarlas, necesita instituciones, plataformas, espacios de comunicación y de imaginación. La idea de Europa nos da la posibilidad de vivir en muchas Europas diferentes. Por ejemplo, Alemania es un país grande, federal, con diferentes realidades; también lo es España. En lo que atañe a países más pequeños, los mecanismos de autocensura o censura trabajan de una manera mucho más poderosa de la que es difícil escapar.

Respecto a la primera pregunta, a lo que me refiero es a la necesidad de oponerse al pensamiento binario de ellos y nosotros, ya que no es así como funcionan el arte o la vida. En tiempos de radicalización, no hay manera de jugar con las diferentes posibilidades en las que estamos inmersos. Para mantener la pluralidad, necesitamos cada vez más amigos, más personas que entiendan nuestra lucha y puedan apoyarla. No es el caso de mi país, Eslovenia, pero observo una creciente tendencia negativa en distintas partes del mundo. La única respuesta posible contra dicha tendencia son las alianzas entre actores que se reconocen, reflexionan acerca de la situación y se ayudan mutuamente. Esa solidaridad es crucial en el ámbito europeo; sin ella, estamos perdidos. Sin embargo, y esto quizá es ir demasiado lejos, Europa no está lo suficientemente cohesionada. Desde mi punto de vista, el desarrollo más probable de la Unión Europa será un vínculo mucho más vago entre los distintos países. No es un terreno firme para personas como nosotros ni para aquellas a las que les gustaría no solo crear en paz, sino vivir en paz y en justicia.

DOMINIKA Kasprowicz

La teoría de la «espiral del silencio», desarrollada por la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann, describe la tendencia social a enmudecer de aquellos que sostienen posiciones diferentes a la postura defendida por la mayoría de la opinión pública. Esta espiral del silencio no existe únicamente en los países que han experimentado un giro autoritario, sino también de forma virtual, en las burbujas que se crean en las redes sociales. En Polonia, por ejemplo, donde se vive un momento de radicalización política y de polarización social, los dos bandos ni siquiera contemplan la necesidad de dialogar. En casos como el polaco, ¿es demasiado arriesgado ejercer la libertad artística, que puede llegar a convertirse en un arma de doble filo?

Antonio Muñoz Molina

Los artistas tenemos ante nosotros una tarea muy importante: la necesidad de defender la complejidad y los matices en un momento de simpleza creciente. De forma humilde, debemos invitar al público a que acepte la complejidad, los matices, las dificultades que entrañan diferentes situaciones y personas. 

Mientras os escuchaba, estaba pensando en libros que me han permitido entender cosas complejas. Uno de ellos, Todo en vano (Libros del Asteroide, 2020), es una novela de Walter Kempowski que cuenta el éxodo de los alemanes del este, obligados a emigrar al oeste ante el avance del Ejército Rojo. Cuando pensamos en términos de identidad nacional, es difícil entenderlo, pero cuando lees el libro y conoces a los personajes, ves que son personas como nosotros de las que, si habíamos escuchado algo, había sido negativo. Sin embargo, a través del poder de la imaginación de Kempowski, en primer lugar, y del poder de mi imaginación como lector, fui capaz de entenderlas. Otro ejemplo es un libro de Danilo Kiš sobre la antigua Yugoslavia, que me ayudó a entender la confusión, la crueldad y la oscuridad no solo de la antigua Yugoslavia, sino de las personas dominadas por el dogmatismo político y las obsesiones. La literatura es una forma única de entender a los demás. Sé que es un arma muy limitada; incluso el uso de la palabra arma suena drástico, pero es todo lo que tenemos. Como dijo Henry James, hacemos lo que podemos con lo que tenemos. Como creadores, tenemos que trabajar de forma humilde y elocuente, sin arrogancia, y hemos de sentir pasión por ello. Somos capaces de crear una red de escritores y lectores, de personas interesadas en la cultura, que puede ser muy poderosa. 

Nunca diría que merezco unos derechos especiales por ser artista, lo único que puedo exigir es hacer mi trabajo en las mejores condiciones posibles. Ni siquiera puedo reclamar vivir a costa de mi trabajo, pues esa decisión pertenece a los lectores. Tenemos que ir a contracorriente y decir que las cosas son más complejas de lo que se piensa. Hay que detenerse, prestar atención, intentar escuchar los matices como escritor y como lector para no acabar llegando a esa situación en la que ya no es posible establecer ningún tipo de conexión. 

Aleš Šteger

En mi opinión, los artistas no somos nada especial, ni merecemos ningún trato o derecho especiales. Sin embargo, cuando creamos nos encontramos con un punto ciego que queremos expresar en toda su complejidad. Ese es el derecho fundamental de la creación, y cada vez está más en peligro.

Antonio Muñoz Molina

Siempre me acuerdo de un poema de Emily Dickinson que dice: «Algunos guardan el domingo yendo a la iglesia / Yo lo guardo en mi casa». Ese reclamo de una mujer rodeada de un entorno reaccionario, represivo, es una idea muy poderosa. 

DOMINIKA Kasprowicz

Recientemente, recibimos en Cracovia a un escritor bielorruso exiliado [Zianón Pazniak], que había sido candidato a las elecciones presidenciales de su país y acabó en prisión. Como muchos artistas en el exilio, llegó exhausto. No le encontraba sentido a nada, solo quería descansar. Pasadas dos semanas, pidió una pequeña sala para invitar a los escritores bielorrusos que vivían en Cracovia a que se reunieran con él para comentar su última novela. Hubo aforo completo, ya que es uno de los escritores bielorrusos más célebres dentro y fuera de su país. A las personas que acudieron les ocurría lo mismo que a él: eran gente gris, cansada, sin ningún tipo de esperanza. Quince minutos después, observé en ellas un cambio radical, hasta su forma de expresarse era distinta. Cuando el escritor empezó a hablar de su última novela y comenzaron a compartir sus testimonios y sus historias, todo cambió. De repente, se habían empoderado. Quizá el cambio solo duró unos minutos, un día o una semana, pero vi con mis propios ojos el poder de la libertad de expresión. El poder que encierra el deseo de reunirse, de hablar e intercambiar experiencias es muy bello y, a la vez, muy frágil.

Querría terminar este debate con una última pregunta. En vuestra opinión, ¿a qué amenazas se enfrenta la libertad artística? 

Aleš Šteger

No hay que ser un experto para darse cuenta de que Europa es una colonia de internet. Si no logra una soberanía respecto a la red, me temo que pronto habrá muchas libertades de las que no podremos ni hablar. Quizá no esté en lo cierto, pero creo que esta es una de las principales amenazas a la libertad artística.

Wolfgang Kaleck

Añadiría que otro de los principales peligros que amenaza la libertad artística es la fragmentación del público. La digitalización y la radicalización del público y de los medios llevan a una erosión de la idea de un foro público común. Los mundos radicalizados son partes segmentadas de la sociedad. Si no existe un lenguaje compartido, una base común, y desde luego internet es una de las fuerzas motoras para desarrollarla, solo puedo estar de acuerdo con Aleš. 

Antonio Muñoz Molina

Estoy convencido de que uno de los principales peligros a los que nos enfrentamos son las redes sociales. El Brexit o la elección de Donald Trump no podrían entenderse sin ellas. No participo en nada que tenga que ver con esos mundos, pero creo que nos encontramos ante un nuevo comienzo. Muchas personas están empezando a sentirse asqueadas y rechazan esos entornos tan tóxicos. Es algo terrible ante lo que tenemos que reaccionar haciendo nuestro trabajo como ciudadanos y como artistas. Debemos intentar abrir territorios autónomos y libres, que es lo que se ha tratado hacer siempre con el arte. No podemos aceptar de forma fatalista que todo está perdido. Quizá me equivoque, pero no puedo aceptarlo porque seguiré escribiendo novelas. Es lo único que puedo hacer. Mis predicciones no son importantes, solo sé que seguiré intentando hacer lo que hago.