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Frantz Fanon y el "Niño como método": Un instrumento para resistir

Entrevista con Erica Burman

Ángel Gordo
Marcha «Justice for All», Washington, diciembre de 2014. © Mary Nichols (DJ Fusion/FuseBox Radio Broadcast)

Ángel Gordo, sociólogo y profesor de la UCM, entrevista a la psicóloga y educadora Erica Burman, catedrática de la Universidad de Manchester, a propósito de la presentación en el CBA, el pasado mes de marzo, de Fanon y Educación. El «niño como método» (Morata, 2022), su último libro. Un estudio alejado de las ciencias tradicionales con el que Burman desafía a la psicología empleando las ideas del psiquiatra, escritor y revolucionario martiniqués Frantz Fanon, cuya obra, en la que insistía en la necesidad de desinstitucionalizar la opresión, inspiró los movimientos revolucionarios de 1960 y 1970 y conserva hoy toda su vigencia. A través del análisis del papel de la infancia en Fanon, Burman ofrece una lectura innovadora de las relaciones entre las prácticas educativas, las relaciones sociales y las teorías del desarrollo, así como de los modelos políticos y las relaciones poscoloniales implícitos en los mismos. 

Fanon y Educación. El «niño como método», se publicó en inglés en 2019. Como señalas en la introducción de la versión en castellano, desde entonces hemos sido testigos de grandes desafíos, entre ellos, el afianzamiento del populismo de derechas, la pandemia, los cada vez más palpables efectos del cambio climático y el resurgir del movimiento #BlackLivesMatter, tras el asesinato de George Floyd en mayo de 2020. En este contexto, encontramos un renovado interés por el trabajo de Fanon que, en tu opinión, puede servir de apoyo a las luchas antirracistas y anticoloniales y, en términos generales, a la desinstitucionalización de la opresión. Este interés en Fanon responde en parte al propósito de conectar los análisis políticos con los aspectos psicológicos y aquellos relacionados con la salud mental, mientras que, como indicas, en el ámbito de la educación no se le ha prestado tanta atención. ¿Cuál es tu aportación a los trabajos y debates educativos sobre Fanon?

En el libro reviso los principales debates sobre la teoría y la práctica educativas inspirados y comprometidos con la obra de Fanon: a qué obedece que los estudiantes que sufren opresiones y marginaciones raciales se sientan alienados por la escolarización y la educación y por qué experimentan una falta de confianza o de autoestima. Recordemos que el propio Fanon, antes que filósofo, médico, psiquiatra y revolucionario fue estudiante «extranjero» en su propio país. Queda mucho por saber aún del encuentro con su «país de origen» [Fanon nació en Fort-de-France, capital de Martinica, cuando la isla caribeña era colonia francesa], Francia, que presenta en Piel negra, máscaras blancas (1952). 

El libro también se ocupa de las pedagogías antirracistas actuales desde una perspectiva interseccional atravesada por el género y la clase, así como de las dinámicas racializadas. Mi trabajo en Fanon y Educación. El «niño como método» se inspira, a su vez, en debates más amplios sobre la descolonización de la educación, a los que espero contribuir, subrayando, por ejemplo, que, además de los cambios en los planes de estudio o en las dinámicas interpersonales, es una cuestión que debe ser tratada en el plano institucional, tanto a nivel nacional como transnacional. Por ejemplo, ¿qué normas y estándares presuponen y normalizan los programas de evaluaciones comparadas transnacionales y transfronterizos como PISA? Otro aspecto innovador de este trabajo es la importancia que concedo al papel de las emociones en el cambio social y educativo, entendidas como acción conjunta corporeizada. Planteo que las emociones, el cuerpo y el pensamiento están inextricablemente conectados. 

Este compromiso con un modelo psicosocial de la experiencia individual, como mencionas en el libro, deja traslucir en parte la interpretación psicoafectiva de la subjetividad de Fanon. En tu opinión, ¿cómo contribuye tu libro al compromiso de la psicología con Fanon? ¿Qué cabida tienen el reconocimiento y el análisis institucional de una situación de discriminación en la disciplina de la psicología, con modelos que, por lo general, dan prioridad a lo individual sobre la social?

El libro plantea un reto a la disciplina de la psicología a través de las ideas de Fanon; en concreto, cuando subrayo la necesidad de pensar la psicología a través del cuerpo y lo social, como experiencia encarnada vivida en condiciones raciales, de clase, de género y coloniales específicas. Esto va más allá de reconocer el trauma del racismo, aunque también es importante, por supuesto. En general, las ideas de Fanon amplían y preconizan más a conciencia los relatos fenomenológicos de la corporeización, poniendo de relieve los límites de las formas dominantes de la psicología (burguesa y etnocéntrica). A mi entender, la obra de Fanon promueve un análisis psicoafectivo y psicopolítico que trasciende la reproducción por parte de la psicología dominante del dualismo mente-cuerpo y de su concepción de la psique como algo que emerge al margen de lo social. En términos más generales, las ideas de Fanon son un recurso, a menudo no reconocido, para la psicología decolonial, mientras que su compromiso crítico pero comprometido con la teoría y la práctica psicoanalítica aporta nuevas posibilidades a los debates sobre las relaciones entre la psicología, la sociología y el psicoanálisis. Por último, Fanon, desde su quehacer profesional, ofrece un ejemplo convincente de cómo los psicólogos y los médicos no pueden evitar posicionarse políticamente. Como queda claro en su carta de renuncia a la dirección del hospital psiquiátrico de Argelia, la práctica psicológica y psicoterapéutica es, por lo general, cómplice de las situaciones de abusos de poder. Por último, el compromiso prolongado y continuo de Fanon con el enfoque y desarrollo de la psicoterapia institucional formulado por el exiliado catalán Francesc Tosquelles ofrece un modelo de práctica de salud mental políticamente comprometida, que responde a las condiciones políticas cambiantes y a las posiciones específicas e interseccionales de los sujetos y las situaciones. Me consta que el CCCB va a inaugurar una exposición [«Francesc Tosquelles. Como una máquina de coser en un campo de trigo» se inauguró el pasado 8 de abril] que pone en valor el legado y las prácticas de vanguardia de Tosquelles en el campo terapéutico, político y cultural muy desconocidas por la mayoría.

Antes de pedirte que aclares algo más la idea del «niño como método», quería que nos hablaras sobre la centralidad que concedes a la infancia en tu lectura de Fanon.

Los escritos de Fanon ofrecen un escenario significativo para analizar posibles conexiones entre los estudios sobre la infancia y la teoría social y política. Creo que las formas en que Fanon moviliza tropos y retóricas de la infancia indican una forma única de interrogar y evaluar hasta qué punto reproduce en su obra las normalizaciones existentes, por ejemplo, en torno al género o al nacionalismo o, por el contrario, se resiste a ellas. La importancia de atender al funcionamiento de las distintas narrativas de la infancia en el trabajo de Fanon –que en el libro identifico con cuatro tipos ideales de «niño»: idiótico, traumatogénico, terapéutico y extémico– pone de manifiesto tanto la puesta en marcha de políticas para y en nombre de la infancia, como también, teniendo en cuenta la presencia tan extendida de las metáforas del desarrollo y la interioridad o subjetividad asociadas a la infancia, los dilemas y desafíos políticos más amplios que están en juego al resistirse a ellas. Por lo tanto, los cuatro tipos de «niño» que describo pueden entenderse como indicadores del trabajo político y psíquico realizado a menudo de formas no reconocidas por y para la infancia. Un aspecto clave a tener en cuenta sobre estas narrativas es cómo, si observamos con más detalle, a menudo el niño desaparece del centro de interés en favor de otras prioridades de los adultos o políticos. Seguramente sea un mérito de Fanon haber concedido al niño (un niño blanco) tanta importancia en su relato de la racialización, aunque, por otro lado, dejó abierta la cuestión de hasta qué punto la propia idea del «niño» era responsable de la promulgación o reproducción ideológica de la misma. 

Con estas aclaraciones, ahora sí creo que estamos en mejor situación para preguntarte a qué obedece tu propuesta del «niño como método», una figura sin duda intrigante y central en tu libro, y que, entiendo, utilizas como una forma de entender la infancia en la obra de Fanon y, al mismo tiempo, como recurso analítico para el diagnóstico geopolítico.

El libro se centra en la obra de Fanon como un ámbito destacado para desarrollar el enfoque en torno al «niño como método». Los análisis de Fanon sobre la subjetividad y el colonialismo fueron muy importantes en su formulación, si bien no quisiera olvidar que el uso que hago del «niño como método», como detallo en el último capítulo, surge a su vez de una lectura minuciosa de los libros Asia as Method (Duke University Press, 2010) y La frontera como método (Traficantes de Sueños, 2017). Ninguno de estos textos aborda cuestiones relacionadas con la infancia, y el último apenas repara en cuestiones de género y sexualidad, que, en mi caso, son cruciales. 

Con todo, pese a sus distintos ámbitos de estudio –La frontera como método se ocupa de los paradigmas sociales y políticos de la ciencia y Asia as Method, de los estudios culturales–, estos trabajos coinciden en el enfoque conceptual. Sus análisis e inquietudes compartidas por los enfoques geopolíticos poscoloniales y decoloniales de corte materialista y los actuales regímenes fronterizos transnacionales pueden ser utilizados para instruir y, a su vez, ser instruidos por un cierto compromiso con la infancia. El objetivo de ambos textos es conectar con la economía política y enriquecer su interpretación, un objetivo que comparte el «niño como método». Por su parte, el compromiso feminista y queer con el «niño» y la infancia ya tiene un largo recorrido. En cuanto al «método», así entendido no es una cuestión técnica: en lugar de un «método», es una serie de compromisos epistemológicos, incluso un manifiesto, para elaborar nuevos planes de investigación. En suma: el «niño como método» toma al «niño» como punto de encuentro o nodo de una serie de prácticas, relaciones sociales y disposiciones institucionales desde donde interpretar las prácticas culturales y políticas, incluidas las académicas. Por tanto, sin negar la función de lo empírico, el modelo de investigación que planteo se aleja de las ciencias tradicionales, incluso de las sociales, sean estas las que se ocupan de predecir y manipular variables y refutar hipótesis o simples posiciones etnográficas que se limitan a describir, sin ánimo de cambiar o transformar lo que registran. 

Al igual que Asia as Method y La frontera como método, el «niño como método» se suma a los sistemas de investigación activistas, en los que la investigación se entiende como una serie de prácticas promovidas conjuntamente, negociadas y desarrolladas en solidaridad con grupos marginados y oprimidos que, en algunos casos, participan en ella. Este enfoque también puede utilizarse para abordar otras problemáticas. De hecho, ahora estoy explorando otras posibilidades metodológicas y analíticas en el ámbito de la cultura material y los relatos conmemorativos biográficos.

En la parte final del libro planteas que la idea del «niño como método», entendida como una intervención conceptual, también está muy inspirada en los sistemas de investigación feministas y de la descolonización, en tanto que repara en la variabilidad cultural y política de la diversidad de posiciones y vidas de los niños y las niñas. Al hilo de estas ideas, ¿qué lectura crees que cabría hacer de Fanon desde las perspectivas feministas?

Indudablemente, Fanon no es un teórico feminista y, como sabemos, algunos aspectos de su pensamiento son problemáticos, ya sea el heterosexismo o el esencialismo de género evidente en, por ejemplo, su ensayo «Argelia se quita el velo», publicado en Sociología de una revolución (1959). Ciertamente, no es el único con tales limitaciones. Otras autoras feministas, en sus análisis antirracistas y poscoloniales, entre ellas Diane Fuss, Kelly Oliver o Ranjana Khanna, identifican explicaciones materialistas en Fanon, en sus propuestas acerca de la constitución de los recursos de subjetividad, como el género y sus inflexiones racializadas, generacionales y de clase, que pueden ser de gran valía para los análisis feministas y queer. Desde una lectura interseccional, Fanon puede ofrecer ejemplos prácticos, por ejemplo, en sus estudios de caso en Los condenados de la tierra (1963) y en los ensayos de Sociología de una revolución, de cómo el colonialismo embrutece y agota tanto a los oprimidos como a los opresores, pero también de cómo pueden forjarse coaliciones y alianzas entre identidades y posicionamientos racializados, de género, de clase y religiosos.

Para terminar, y desde la lectura tan innovadora que aportas de su obra en este libro, ¿por qué deberíamos leer a Fanon hoy? 

La muerte de George Floyd, el movimiento #BlackLivesMatter y la pandemia han contribuido a que las prácticas de racismo institucional cobren una importancia inusitada. Desde la publicación de Piel negra, máscaras blancas, hace setenta años, la obra de Fanon ha sido interpretada según los desafíos de cada momento y las condiciones geopolíticas. Fanon es reconocido, con razón, como una figura inspiradora, que luchó decididamente por la justicia y contra la opresión sistémica y estatal. Podemos aprender de su obra, incluidos sus defectos, para generar análisis e intervenciones aún mejores. En una de sus últimas conferencias, titulada «Por qué usamos la violencia», Fanon destacó cómo el colonialismo, en este caso el francés, se presentaba deliberadamente como atemporal, como si siempre hubiera existido y como si siempre fuera a existir. Frente a semejante manipulación de la historia y de la realidad, tan violenta como perniciosa, resultaba imprescindible, según Fanon, un gran esfuerzo de autoafirmación para, de este modo, llegar a ser «accional». La determinación del esfuerzo permitiría contrarrestar la violencia del colonialismo. Por lo tanto, a diferencia de lo que proponen otras lecturas de Fanon, en particular las promovidas por la interpretación desacertada de Sartre en su introducción a Los condenados de la tierra, la «apología» de la violencia que le atribuyen tiene que ver con el proceso que impele a los colonizados y las colonizadas a recuperar su subjetividad y su capacidad de acción frente a la violencia ya existente del desempoderamiento y la opresión colonial. La conexión entre la psique y lo social, el cambio terapéutico y el político son cuestiones centrales en Fanon. Sus advertencias políticas sobre los peligros del nacionalismo, sobre el modo en que las élites indígenas reemplazarían a los poderes coloniales y sobre los problemas que entraña que el populismo y las decisiones espontáneas desplacen el debate deliberativo y la educación han resultado, lamentablemente, premonitorias. Su denuncia de la medicina y la psiquiatría coloniales sigue siendo igual de actual y única, así como sus análisis incisivos sobre la transformación que acompaña al afán revolucionario.

PRESENTACIÓN DEL LIBRO «FANON Y EDUCACIÓN. EL "NIÑO COMO MÉTODO"»
13.03.22

PARTICIPAN ERICA BURMAN • ÁNGEL GORDO • CORO J.-A. JUANENA • JOSÉ LUIS LINAZA • JULIA VARELA
ORGANIZA EDICIONES MORATA • CBA