Pasión

La sensibilidad es sufriente por naturaleza. Y si su suprema concreción […] la experimenta en el erotismo, su consumación más absoluta, que coincide con su transfiguración, tiene que encontrarla en la Pasión.

Parque Central

Obras I, 2, p. 273

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No tenemos tiempo de vivir los verdaderos dramas de la existencia que a cada uno está determinada. Eso es lo que nos hace envejecer […]. Las arrugas del rostro son las huellas de las grandes pasiones, de los vicios, de los conocimientos que nos visitaron cuando nosotros no estábamos en casa.

Hacia la imagen de Proust

Obras II, 1, p. 327

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La pasión –y éste es un motivo fundamental de la passio– no atenta sólo contra los divinos mandamientos, sino también contra el orden natural. Y por eso despierta la totalidad de las fuerzas destructivas del cosmos. Lo que cae sobre la persona apasionada no viene a ser tanto el juicio divino, como la revuelta de la naturaleza contra quien rompe su paz y deforma su rostro, un castigo profano que queda consumado a través de ella misma; y uno, además, que es obra del azar.

Julien Green

Obras II, 1, p. 336

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Galy Gay es justamente un sabio. Ya Platón comprendió lo que es el carácter no dramático que representa el hombre superior, a saber, el del sabio. En sus diálogos Platón condujo al sabio hasta el umbral del drama; y, en Fedón, al umbral de una representación de la Pasión. En efecto, el Cristo medieval, que –como vemos en los Padres de la Iglesia– representaba al sabio, es el héroe no trágico por excelencia. Pero en el drama profano de Occidente no ha cesado la búsqueda del héroe no trágico. Y a menudo, en discrepancia con sus teóricos, este drama se ha ido separando de la figura auténtica de lo trágico, que es la tragedia griega.

¿Qué es el teatro épico?

Obras II, 2, p. 139

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Las autocontradicciones son lo último que hubiera podido confundir a Gide. «Iba hasta el final –nos dice él mismo– en cada una de las direcciones que tomaba, para ir así a continuación, con decisión igual, en dirección contraria». Esta absoluta negación de todo compromiso con el término medio, esta adhesión a los extremos, es una dialéctica, pero no como método del intelecto: como hálito vital, como pasión. El mundo, en los extremos, todavía está completo y sano; pues todavía es naturaleza.

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