Traducción española de Juan Barja
El spleen es el sentimiento que corresponde, incesante, a la catástrofe.
Obra de los pasajes, J 66 a, 4
Obra de los pasajes, J 66 a, 6
Obra de los pasajes, J 67, 4
Cuando el trabajo es ya prostitución, la prostitución puede exigir ser vista, como tal, como ‘trabajo’.
Obra de los pasajes, J 67, 5
En el Jugendstil se encuentra en juego la tendencia burguesa a confrontar la naturaleza con la técnica en calidad de opuestos absolutos. Así es como luego el futurismo vino a dar a la técnica un cariz destructivo y enemigo de la naturaleza; en el Jugendstil hay en acción fuerzas que se encontraban destinadas para actuar en dicha dirección. Así, en muchas de sus formaciones, está activa la idea de un mundo desnaturalizado y hechizado por el desarrollo de la técnica.
Obra de los pasajes, J 67, 6
La prostituta ha sido, desde siempre, precursora de la economía de mercado.
Obra de los pasajes, J 67 a, 1
La tensión existente entre el emblema y el anuncio de la publicidad permite medir los cambios producidos en el seno del mundo de las cosas a partir del siglo XVII.
Obra de los pasajes, J 67 a, 2
La conciencia del curso vacío del tiempo junto a lo que es el taedium vitae son como dos pesas que mantienen en marcha el engranaje de la melancolía.
Obra de los pasajes, J 69, 5
La fantasía sádica tiende a construcciones maquinales. Quizá en este sentido Baudelaire, cuando se pone a hablar de la «elegancia [...] de la humana armadura», ve en el esqueleto una especie de máquina.
Obra de los pasajes, J 71, 1
Sadismo y fetichismo se entrecruzan en las fantasías que pretenden reducir toda vida orgánica a propiedad, sin más, de lo inorgánico.
Obra de los pasajes, J 71, 3
Presentarnos el juego como canon de trabajo no explotado es de las grandes aportaciones de Fourier. Un trabajo animado por el juego no se dirige a producir valor, sino a una naturaleza mejorada. Mas también para ésta presenta la utopía de Fourier una imagen rectora, tal como se encuentra realizada en concreto en los juegos de los niños. Se trata de la imagen de una tierra en la que ya todos los lugares han sido [...] trabajados por el hombre, que los ha vuelto útiles y bellos; pero también se hallan, igual que una posada del camino, abiertos a todos. Una tierra finalmente disponible según esa imagen dejaría de ser parte «de un mundo en donde la acción no viene a ser la hermana del sueño». Pues en ella, al contrario, la acción se hermanaría con el sueño por fin.
Obra de los pasajes, J 75, 2
El despliegue del trabajo como juego presupone unas fuerzas productivas desarrolladas al máximo, como ésas de las que hoy, por vez primera, puede disponer la humanidad, pero que hoy se ven organizadas contrarrestando sus posibilidades: a saber, para el caso de necesidad.
Obra de los pasajes, J 75, a
La decadencia del aura y la atrofia [...] del sueño de una naturaleza mejor son sólo uno.
Obra de los pasajes, J 76, 1
La alegoría conoce abundantes enigmas, pero ningún misterio. El enigma en efecto es un fragmento que conforma un todo con otro fragmento, con el cual encaja. El misterio en cambio se ha ido mostrando, desde siempre, con la imagen del velo, un viejo cómplice de la lejanía. [...] Las épocas que tienden a la expresión alegórica siempre experimentan una crisis del aura.
Obra de los pasajes, J 77 a, 8
Subordinar los significados a las distintas piezas de la obra, es decir, a las partes; procedimiento clave del barroco con el cual no tanto se divide un todo cuanto el proceso de su producción. Los emblemas barrocos se dejan comprender como productos que se encuentran a medio fabricar, que de ser las etapas propias de un proceso productivo se han ido a convertir en monumentos del proceso de una destrucción.
Obra de los pasajes, J 78, 4
El trabajo industrial se nos presenta en los sansimonianos a la luz del acto sexual; la idea de la alegría en el trabajo se concibe ahí según la imagen del placer de la procreación. Dos decenios más tarde la relación se invierte por completo, de modo que hasta el acto sexual queda subsumido bajo el signo de la completa falta de alegría que aplasta a los trabajadores industriales.
Obra de los pasajes, J 79, 5
Es sin duda un error comprender la experiencia que se encierra en las correspondencias en calidad de mero complemento de algún experimento realizado sobre la sinestesia [...] en los laboratorios dedicados a la psicología. Para Baudelaire se trata menos de esas conocidas reacciones que tan fundamentales le parecen a la actual crítica de arte esnobista o estetizante, cuanto del mismo medio en que se dan tales reacciones. En efecto, su medio es el recuerdo, que en aquel poeta nos presenta una densidad inusual. Pues los datos sensibles correspondientes se corresponden justamente en él, al estar preñados de recuerdos que afluyen con tanta densidad que se diría que no vienen de esta vida, sino de una más amplia y anterior. A dicha vida aluden justamente las llamadas «miradas familiares» con las cuales tales experiencias están contemplando al afectado por ellas.
Obra de los pasajes, J 79, 6
Lo que distingue [...] al soñador del pensador es que aquel no medita solamente una cosa; él medita su propio meditarla. Su caso es el del hombre que ha hallado la solución al gran problema, pero que, de pronto, la ha olvidado. Y ahora no sueña ya tanto la cosa, sino su pasado meditar sobre ella. De este modo, el pensar del soñador queda bajo el signo del recuerdo. Y es que el soñador y el alegórico sin duda están hechos de la misma madera.
Obra de los pasajes, J 79 a, 1
Descubrir los aspectos mecánicos del organismo es una tendencia constante del sádico. Y es que el sádico aspira a subsumir el organismo humano en la imagen de la máquina. Sade era el hijo de una época que se deleitaba en los autómatas. El «hombre máquina» que sueña Lamettrie fue una llamada a la guillotina, rudimentaria mostración de sus verdades.
Obra de los pasajes, J 80, 1
La individualidad en cuanto tal toma perfil heroico cuanto con más fuerza entra la masa al interior del campo de visión. Y éste es el origen de la concepción del héroe en Baudelaire. [...] El libre mercado hace crecer sin tregua dichas masas hasta incalculables multitudes, y eso sucede en tanto, en adelante, cada determinada mercancía va a reunir en torno a sí a la masa de sus compradores. Actualmente, los Estados totalitarios han tomado esta masa por modelo. La hoy llamada «comunidad del pueblo» busca extirpar del individuo singular todo cuanto pueda interponerse con su fusión sin resto dentro de la masa de clientes. El único oponente inconciliable respecto del Estado, que en tan ardiente intento representa al capital monopolista, es el proletariado revolucionario. Éste destruye la apariencia de la masa con la realidad que se concreta, socialmente, en su clase.
Obra de los pasajes, J 81 a, 1
Hércules [...] sin duda trabajó [...], mas el objeto de su curso siempre era practicar una noble ociosidad; por eso acabó entrando en el Olimpo. No así Prometeo, inventor de la educación y la ilustración [...]. Por llevar a los hombres al trabajo, él también debe trabajar ahora [...]. Va a tener sobrado aburrimiento sin escapar jamás a sus cadenas.
Friedrich Schlegel. Lucinde, Leipzig, pp. 34-35. Cit. en Obra de los pasajes, J 87 a, 1
La aplicación y el beneficio son como los ángeles de la muerte que, con su ardiente espada, impiden que el hombre vuelva al Paraíso.
Friedrich Schlegel. Lucinde, Leipzig, pp. 34-35. Cit. en Obra de los pasajes, J 87 a, 3
La industria, como la naturaleza, tiene el sublime privilegio de reproducirse utilizando sus propios desechos.
Frégier. Des classes dangereuses de la population dans les grandes villes et des moyens de les rendre meilleures, París, 1840. Cit en Obra de los pasajes, J 89, 4
En la teoría del arte de Baudelaire, el motivo del shock nunca entra en juego sólo como máxima prosódica. Porque el mismo motivo se presenta cuando Baudelaire convierte en suya la teoría de Poe sobre el significado de la sorpresa en la obra de arte.
Obra de los pasajes, J 90, 2 Baudelaire
En el orden simbólico, la belleza se encuentra justamente en razón inversa de la vida: el naturalista clasifica la naturaleza de este modo: primero reino animal, después reino vegetal, y al fin reino mineral; con ello sigue el orden de la vida. El poeta dirá, por el contrario: el primero es el reino mineral, después reino vegetal y, por fin, reino animal: pues sigue el orden que marca la belleza.
Ernest Hello. «Du genre fantastique», Revue Française, noviembre de 1858. Cit. en Obra de los pasajes, J 90, 4