Son incontables, en todo el mundo, los discípulos de Nietzsche, y algunos hasta han leído la obra del maestro. La mayoría acepta de Nietzsche solamente lo que está en ellos, cosa que, además, sucede con los discípulos de todos los filósofos. […]
La única gran afirmación de Nietzsche es que la alegría es más profunda que el dolor, que la alegría quiere profunda, profunda eternidad. Como todos los pensamientos culminantes y fecundos de los grandes maestros, esto no significa nada. Por eso ha hecho tanto efecto sobre los espíritus: sólo en el vacío total puede ponerse absolutamente todo.
[Sobre Anatole France] El diletantismo verdadero va, sin embargo, más allá de la simple curiosidad por la superficie de todo: baja a la esencia de las cosas y es pasajeramente intenso y sincero con cada una de ellas. […] Fue una especie de hembra del diletantismo. Tenía un estilo admirable, aunque sin originalidad. Es el tipo medio del mejor estilo francés. Es así desde Pascal. Tenía un admirable sentido estético, lo que frecuentemente sucede a las mujeres, en las cosas en que no es muy importante tener sentido estético.
El artista es la más alta forma del hombre superior. El santo es de la estirpe de los Ángeles, cuyo oficio es creer; el sabio es de la estirpe de los Arcángeles, cuyo oficio es comprender; el artista es, sin embargo, de la estirpe de los Dioses, cuyo oficio es crear.
El artista se quedó entre el filósofo y el santo, fusión de los dos y negación de ambos: como el filósofo piensa, pero no tiene opiniones; como el santo se entrega, pero no sabe a qué. Los dos mayores poetas del mundo lo prueban en dos formas opuestas: en Homero no hay filosofía ni creencia; en Shakespeare están todas.
«Crítica de autores», «12. António Botto y el ideal estético creador», p. 355
LECTURAS / ESTÉTICAEl genio es la locura que se hace normalidad por la dilución en lo abstracto, como un veneno convertido en medicina mediante mezcla.
La esencia del genio es la inadaptación al ambiente; por esa razón el genio (a menos que vaya acompañado de talento o ingenio) es generalmente incomprendido por su entorno
Wordsworth, por ejemplo, es una muestra de genio puro, genio aislado del talento o el ingenio; mientras Shakespeare, por imperfectas que sean algunas de sus obras en su «todo», no es nunca tedioso ni mezquino; mientras que Milton, por monótono que sea, nunca es bajo, Wordsworth, cuando su genio lo abandona, cae en la mezquindad y por debajo de la monotonía
La mayor parte de la literatura moderna son cuentos orales escritos, narraciones en voz alta junto al fuego, el soplo equivocado, a veces esa triste Carta a la Posteridad que, como decía Voltaire del poema de J. B. Rousseau así titulado, nunca encontrará su destinatario. Perdemos en escribir el tiempo que deberíamos ganar conversando o quizá no lo desperdiciamos pero no tenemos a nadie con quien hablar o tal vez nos guste un auditorio demasiado amplio para el poder de la laringe o la paciencia de un oyente remoto. De ahí nuestras brillantes y fútiles novelas, nuestras inteligentes e inútiles sátiras y ensayos, nuestros poemas de mesa de comedor: cosas a menudo entretenidas, con frecuencia superiores, cosas que siempre vale la pena hacer con tal de que no las llamemos arte. Pero lo cierto es que, por pequeñas que sean, no las haríamos nunca si no las creyésemos arte.
Cuando Milton escribía un soneto lo hacía como si fuera a vivir o a morir a causa de ese único soneto. No se debería escribir ningún soneto en cualquier otro estado de ánimo.
La tensión y la presión de las condiciones modernas pueden tener muchos aspectos desagradables, pero han tenido uno muy favorable: la necesidad de concisión y de interés deliberado en una obra literaria. Uno de los triunfos críticos de Poe fue prever la necesidad de poemas más breves. Fue ésta una de sus visiones de futuro como la novela policíaca fue una de sus anticipaciones a ese futuro.
La variedad es la única excusa para la abundancia. Ningún hombre debería dejar veinte libros diferentes a menos que sepa escribir como veinte hombres diferentes. Las obras de Víctor Hugo ocupan cincuenta extensos volúmenes a pesar de que cada volumen, casi cada página, contiene a todo Víctor Hugo. […] La opinión de Goethe acerca de él sigue siendo suprema, a pesar de lo pronto que fue expresada, y una gran lección para todos los artistas: «debería escribir menos y trabajar más», dijo.
La auténtica novedad que permanece es la que recoge todos los hilos de la tradición y los teje de nuevo según un diseño que la tradición no podría producir. Las ideas esenciales del genio son tan antiguas como su base, que es la existencia de la humanidad. Todo hombre de genio viste esta antigua prenda de hilo gastado
Cualquiera que de algún modo sea poeta sabe muy bien que es mucho más fácil escribir un buen poema (si está en su mano escribir buenos poemas) sobre una mujer que le interesa mucho que sobre una mujer de la que está profundamente enamorado. El mejor tipo de poema de amor es generalmente el que trata de una mujer abstracta.
Lo definitivo acerca de los auténticos grandes genios es que no son precursores. […] Casi no hay, si lo hay, ningún gran artista en el mundo para el que pueda encontrarse un auténtico precursor.
Nos hemos hecho teatrales (por malos que sean nuestros dramas) y deseamos que nuestras novelas sean tan directas como los dramas.
La pintura sucumbirá. La fotografía le privó de muchos de sus atractivos. La futilidad de la insensatez la ha privado de casi todo lo demás. Lo que quedaba lo han arruinado los coleccionistas americanos. Un cuadro magnífico significa algo que un americano rico quiere comprar porque a otros les gustaría comprarlo si pudieran. Así los cuadros se sitúan en paralelo no a los poemas y las novelas, sino a las primeras ediciones de ciertos poemas y novelas. […] La crítica de arte cae gradualmente en manos de comerciantes de antigüedades.
La arquitectura se convierte en un aspecto secundario de la ingeniería.
Sólo la música y la literatura permanecen.
[…] Una visita al museo puede llegar a ser no una contribución a la cultura, sino un estímulo para la envidia, como mirar desde nuestros pies cansados el automóvil de un rico.
Keats es un poeta de tipo superior a Shakespeare aunque Keats no es más grande que Shakespeare. Keats era un creador; Shakespeare era sólo un intérprete. Pero Keats se sitúa relativamente abajo entre los creadores, mientras que Shakespeare se sitúa muy alto ―creo que el primero― en el grupo de los intérpretes.
Un tipo magnífico de poeta que sobrevivirá por su representatividad es Walt Whitman. Whitman encierra en sí todas las tendencias modernas, desde la crueldad [?] hasta la ingeniería […] Es el Médium de los Tiempos Modernos. Su poder de expresión es tan consumado como el de Shakespeare.
Nuestra sensibilidad es de una complejidad tal que la antigüedad no podía ni soñarla. Así, nuestra disciplina de esa sensibilidad debe implicar el uso de una cantidad mucho más elevada de fuerza mental.
Los griegos podían sentir profundamente, intensamente, o salvajemente, pero lo hacían siempre racionalmente. Sus emociones surgían razonables aun cuando con fiereza y violencia. No sólo no podemos alcanzar esa calidad, sino que tampoco debemos; pues si tuviéramos el sentimiento griego y el intelecto griego, seríamos griegos de la antigüedad y no europeos modernos.
Tu ser es como la fría
luz de antes de madrugada,
que es ya un ir a haber el día
albeando confusa nada.
En el valle una hoguera está luciendo.
Una danza va el mundo sacudiendo.
Sombras disformes, sombras descompuestas
en negros claros por el valle van.
Súbitamente suben por las cuestas,
yendo a perderse en la oscuridad.
¿De quién la danza que la noche aterra?
Son los Titanes, hijos de la Tierra.
Danzan la muerte de ese marinero
que ceñir quiso el materno bulto
–de entre todos los hombres el primero–,
en la lejana playa al fin sepulto.
Señor, vino la noche, el alma es vil.
¡Tanta fue la tormenta y la esperanza!
Nos restan hoy, en el silencio hostil,
el mar universal y la nostalgia.
Y ese misterio que en la noche alienta...
Pero de pronto, donde el viento zumba,
vivo farol de Dios, el rayo incendia,
y entre la oscuridad el mar retumba.
Mi deber me hizo, como Dios al mundo.
Lo que impone ser Rey almó mi ser
en día y letra puntual, profundo.
En mi tristeza firme, así viví.
Contra el Destino cumplí mi deber.
¿Inútilmente? No, pues lo cumplí.
Voy, y el reflejo de la espada, puro,
da al rostro calma.
De Dios lleno, no temo lo futuro;
pues lo que venga no será, seguro,
mayor que mi alma.