Alianza editorial, 1987 (1985), traducción, selección y notas de Nicolás Extremera Tapia, Enrique Nogueras Valdivieso y Lluïsa Trias i Folch
El artista se quedó entre el filósofo y el santo, fusión de los dos y negación de ambos: como el filósofo piensa, pero no tiene opiniones; como el santo se entrega, pero no sabe a qué. Los dos mayores poetas del mundo lo prueban en dos formas opuestas: en Homero no hay filosofía ni creencia; en Shakespeare están todas.
Sobre literatura y arte
«Crítica de autores», «12. António Botto y el ideal estético creador», p. 355
LECTURAS / ESTÉTICA
Shakespeare es el mayor fracaso de la literatura, y quizás no sea excesivo suponer que debió de ser, en gran medida, consciente de ello. Esa mente vigilante no podía haberse engañado a sí misma en cuanto a este hecho. La tragedia de su fracaso era tanto mayor por la mezcla con la comedia de su éxito.
Sobre literatura y arte
«Crítica de autores», «2. Shakespeare», p. 336
LECTURAS / ESTÉTICA
La poesía de Víctor Hugo es sólo la glorificación de lugares comunes.
Víctor Hugo tiene el gran defecto de los temperamentos retóricos: las ideas en él son momentáneas, son realmente inspiraciones y no propiamente ideas […] Con ideas momentáneas quiero decir que Víctor Hugo, cuando tiene una idea brillante y lúcida, no sabe sacar de ella las conclusiones lógicas, no sabe hacerla punto de partida de una asociación lógica de ideas, de un razonamiento cualquiera. […]
Es el mal de todos los inspirados, de todos los «videntes». Son «parciales» mentalmente; no piensan, tienen ideas.
Sobre literatura y arte
«Crítica de autores», «5. Víctor Hugo», Sobre literatura y arte, pp. 339-340
LECTURAS / ESTÉTICA
El propio Nietzsche aseveró que una filosofía no es sino la expresión de un temperamento.
No es enteramente así. Las teorías de un filósofo son la resultante de su temperamento y de su época. Son el efecto intelectual de su época sobre su temperamento. Otra cosa no podía suceder (ser).
Así pues, la filosofía de Friedrich Nietzsche es la resultante de su temperamento y de su época. Su temperamento era el de un asceta y el de [un] loco. Su época en un país era de materialidad y fuerza. Resultó inevitablemente una teoría en la que un loco ascetismo se casa con una (aunque fuera involuntaria) admiración por la fuerza y el poder. Resulta una teoría donde se insiste en la necesidad de un ascetismo y en la definición de ese ascetismo como un ascetismo de fuerza y de dominio.
Sobre literatura y arte
«Crítica de autores», «7. Friedrich Nietzsche», Sobre literatura y arte, p. 342
LECTURAS / ESTÉTICA
Son incontables, en todo el mundo, los discípulos de Nietzsche, y algunos hasta han leído la obra del maestro. La mayoría acepta de Nietzsche solamente lo que está en ellos, cosa que, además, sucede con los discípulos de todos los filósofos. […]
La única gran afirmación de Nietzsche es que la alegría es más profunda que el dolor, que la alegría quiere profunda, profunda eternidad. Como todos los pensamientos culminantes y fecundos de los grandes maestros, esto no significa nada. Por eso ha hecho tanto efecto sobre los espíritus: sólo en el vacío total puede ponerse absolutamente todo.
Hay gente tosca que puede creerse falsamente dotada de cualidades de construcción en arte; pero todo el mundo, y no algunas personas, se pueden creer artistas cuando las cualidades fundamentales exigidas son un sentimiento de vacío en los deseos, un sufrimiento sin causa y una falta de voluntad para trabajar, características que más o menos posee todo el mundo, y que en los degenerados y los enfermos del espíritu adquieren un especial relieve.
Sobre literatura y arte
«Crítica e historia literaria», «5. [El peligro del romanticismo]», p. 321
LECTURAS / ESTÉTICA
El verdadero peligro del romanticismo está en que los principios por los cuales se rige o dice regirse son de naturaleza tal que cualquiera puede invocarlos para conferirse a sí mismo categoría de artista. Tomar el ansia de una felicidad inalcanzable, la angustia de los sueños irrealizados, la inapetencia ante la acción y la vida como criterio distintivo del genio o del talento facilita al punto a todo individuo que sienta dicha ansia, sufra de dicha angustia, y sea presa de dicha inapetencia, el convencimiento de que es una individualidad interesante y de que el Destino, al destinarle a tales ansias, tales sufrimientos y tales imposibilidades, lo destinó implícitamente a la grandeza intelectual.
Sobre literatura y arte
«Crítica e historia literaria», «5. [El peligro del romanticismo]», Sobre literatura y arte, p. 320
LECTURAS / ESTÉTICA
SUEÑO
Todo arte es el resultado de la colaboración entre el sentimiento y el pensamiento; […]
Ahora bien, el pensamiento puede colaborar con el sentimiento de tres formas. Puede ser la base de ese sentimiento; puede interpretar ese sentimiento; y puede combinarse directamente con ese sentimiento, de forma que lo intensifique por la complejidad. La primera forma de sentir es la del arte clásico, la segunda la del romanticismo, la tercera la que es peculiar de esos artistas que se ha dado en llamar decadentes.
Sobre literatura y arte
«Crítica e historia literaria», «6. Clásicos, románticos y decadentes», pp. 321-322
LECTURAS / ESTÉTICA
Si alguien quisiera resumir en una palabra la característica principal del arte moderno, la encontraría perfectamente en la palabra sueño. El arte moderno es arte de sueño.
Sobre literatura y arte
«Crítica e historia literaria», «8. [El arte moderno es arte de sueño]», p. 323
LECTURAS / ESTÉTICA
SUEÑO
¿Que este arte no se hace para el pueblo? Naturalmente que no, ni este ni ningún arte auténtico. Todo arte que permanece está hecho para las aristocracias, para los escogidos, que es lo que permanece en la historia de las sociedades, porque el pueblo pasa y pasar es su oficio.
Sobre literatura y arte
«Crítica e historia literaria», «9. [El arte moderno es aristocrático]», p. 327
LECTURAS / ESTÉTICA
La mayor parte de la literatura moderna son cuentos orales escritos, narraciones en voz alta junto al fuego, el soplo equivocado, a veces esa triste Carta a la Posteridad que, como decía Voltaire del poema de J. B. Rousseau así titulado, nunca encontrará su destinatario. Perdemos en escribir el tiempo que deberíamos ganar conversando o quizá no lo desperdiciamos pero no tenemos a nadie con quien hablar o tal vez nos guste un auditorio demasiado amplio para el poder de la laringe o la paciencia de un oyente remoto. De ahí nuestras brillantes y fútiles novelas, nuestras inteligentes e inútiles sátiras y ensayos, nuestros poemas de mesa de comedor: cosas a menudo entretenidas, con frecuencia superiores, cosas que siempre vale la pena hacer con tal de que no las llamemos arte. Pero lo cierto es que, por pequeñas que sean, no las haríamos nunca si no las creyésemos arte.
Cuando Milton escribía un soneto lo hacía como si fuera a vivir o a morir a causa de ese único soneto. No se debería escribir ningún soneto en cualquier otro estado de ánimo.
La tensión y la presión de las condiciones modernas pueden tener muchos aspectos desagradables, pero han tenido uno muy favorable: la necesidad de concisión y de interés deliberado en una obra literaria. Uno de los triunfos críticos de Poe fue prever la necesidad de poemas más breves. Fue ésta una de sus visiones de futuro como la novela policíaca fue una de sus anticipaciones a ese futuro.
La mayor parte de la literatura moderna son cuentos orales escritos, narraciones en voz alta junto al fuego, el soplo equivocado, a veces esa triste Carta a la Posteridad que, como decía Voltaire del poema de J. B. Rousseau así titulado, nunca encontrará su destinatario. Perdemos en escribir el tiempo que deberíamos ganar conversando o quizá no lo desperdiciamos pero no tenemos a nadie con quien hablar o tal vez nos guste un auditorio demasiado amplio para el poder de la laringe o la paciencia de un oyente remoto. De ahí nuestras brillantes y fútiles novelas, nuestras inteligentes e inútiles sátiras y ensayos, nuestros poemas de mesa de comedor: cosas a menudo entretenidas, con frecuencia superiores, cosas que siempre vale la pena hacer con tal de que no las llamemos arte. Pero lo cierto es que, por pequeñas que sean, no las haríamos nunca si no las creyésemos arte.
La variedad es la única excusa para la abundancia. Ningún hombre debería dejar veinte libros diferentes a menos que sepa escribir como veinte hombres diferentes. Las obras de Víctor Hugo ocupan cincuenta extensos volúmenes a pesar de que cada volumen, casi cada página, contiene a todo Víctor Hugo. […] La opinión de Goethe acerca de él sigue siendo suprema, a pesar de lo pronto que fue expresada, y una gran lección para todos los artistas: «debería escribir menos y trabajar más», dijo.
La auténtica novedad que permanece es la que recoge todos los hilos de la tradición y los teje de nuevo según un diseño que la tradición no podría producir. Las ideas esenciales del genio son tan antiguas como su base, que es la existencia de la humanidad. Todo hombre de genio viste esta antigua prenda de hilo gastado
Nos hemos hecho teatrales (por malos que sean nuestros dramas) y deseamos que nuestras novelas sean tan directas como los dramas.
Lo definitivo acerca de los auténticos grandes genios es que no son precursores. […] Casi no hay, si lo hay, ningún gran artista en el mundo para el que pueda encontrarse un auténtico precursor.
La pintura sucumbirá. La fotografía le privó de muchos de sus atractivos. La futilidad de la insensatez la ha privado de casi todo lo demás. Lo que quedaba lo han arruinado los coleccionistas americanos. Un cuadro magnífico significa algo que un americano rico quiere comprar porque a otros les gustaría comprarlo si pudieran. Así los cuadros se sitúan en paralelo no a los poemas y las novelas, sino a las primeras ediciones de ciertos poemas y novelas. […] La crítica de arte cae gradualmente en manos de comerciantes de antigüedades.
La arquitectura se convierte en un aspecto secundario de la ingeniería.
Sólo la música y la literatura permanecen.
[…] Una visita al museo puede llegar a ser no una contribución a la cultura, sino un estímulo para la envidia, como mirar desde nuestros pies cansados el automóvil de un rico.
El genio es la locura que se hace normalidad por la dilución en lo abstracto, como un veneno convertido en medicina mediante mezcla.
La esencia del genio es la inadaptación al ambiente; por esa razón el genio (a menos que vaya acompañado de talento o ingenio) es generalmente incomprendido por su entorno
Wordsworth, por ejemplo, es una muestra de genio puro, genio aislado del talento o el ingenio; mientras Shakespeare, por imperfectas que sean algunas de sus obras en su «todo», no es nunca tedioso ni mezquino; mientras que Milton, por monótono que sea, nunca es bajo, Wordsworth, cuando su genio lo abandona, cae en la mezquindad y por debajo de la monotonía
Keats es un poeta de tipo superior a Shakespeare aunque Keats no es más grande que Shakespeare. Keats era un creador; Shakespeare era sólo un intérprete. Pero Keats se sitúa relativamente abajo entre los creadores, mientras que Shakespeare se sitúa muy alto ―creo que el primero― en el grupo de los intérpretes.
Nuestra sensibilidad es de una complejidad tal que la antigüedad no podía ni soñarla. Así, nuestra disciplina de esa sensibilidad debe implicar el uso de una cantidad mucho más elevada de fuerza mental.
Los griegos podían sentir profundamente, intensamente, o salvajemente, pero lo hacían siempre racionalmente. Sus emociones surgían razonables aun cuando con fiereza y violencia. No sólo no podemos alcanzar esa calidad, sino que tampoco debemos; pues si tuviéramos el sentimiento griego y el intelecto griego, seríamos griegos de la antigüedad y no europeos modernos.
Un tipo magnífico de poeta que sobrevivirá por su representatividad es Walt Whitman. Whitman encierra en sí todas las tendencias modernas, desde la crueldad [?] hasta la ingeniería […] Es el Médium de los Tiempos Modernos. Su poder de expresión es tan consumado como el de Shakespeare.