Traducción española de Juan Barja
Las exposiciones universales fueron la alta escuela en que las masas, que estaban apartadas del consumo, aprendieron a identificarse con lo que es el valor de cambio. "Verlo todo y no coger nada".
Obra de los pasajes, G 16, 6
La industria del ocio refina y sin duda multiplica los diversos tipos de comportamiento reactivo de las masas. De ese modo se entrenan para la adaptación que sobre ellas ha de imponer la publicidad. La conexión concreta de esa industria con las exposiciones universales está pues bien fundada.
Obra de los pasajes, G 16, 7
Obra de los pasajes, H 1, 3
El conjuro que intenta el coleccionista busca encerrar en un círculo mágico lo que es el objeto individual, uno que se congela en tanto que un final escalofrío (el de ser adquirido) lo recorre. [...] Coleccionar es una forma del recuerdo remitida a la praxis, y es la más terminante entre las distintas manifestaciones profanas de la ‘cercanía’.
Obra de los pasajes, H 1 a, 2
En las últimas páginas de Materia y memoria, Bergson termina desarrollando la tesis de que la percepción es función del tiempo.
Obra de los pasajes, H 1 a, 5
La alegoría, ese género esencialmente espiritual que los malos pintores nos han acostumbrado a despreciar, pero que es desde luego una de las formas primitivas y más naturales de la poesía, recobra su legítimo dominio en la inteligencia que ilumina la embriaguez.
Charles Baudelaire. Les paradis artificiels, París, 1917, p. 73. Cit. en Obra de los pasajes, H 2, 1
El verdadero método a emplear para lograr hacerse presentes las cosas es representárnoslas en nuestro espacio (pero no a nosotros en el suyo). (Eso es lo que hacen tanto el coleccionista como la anécdota). Las cosas, representadas de ese modo, no toleran ninguna construcción mediadora realizada a partir de ‘contextos más amplios’. La mirada que observa grandes cosas pasadas –la catedral de Chartres o los templos de Paestum– también implica (si es que logra hacerlo) su propia recepción en nuestro espacio. No nos trasladamos hasta ellas sino, antes bien, son ellas las que vienen a entrar en nuestra vida.
Obra de los pasajes, H 2, 3
La propiedad, como el poseer, se encuentran ordenados a lo táctil, manteniéndose en cambio en una cierta oposición a lo óptico.
Obra de los pasajes, H 2, 5
Obra de los pasajes, H 2, 6
En lo que hace al coleccionista, y sin duda en cada uno de sus objetos, el mundo está presente y ordenado. Pero esto en relaciones soprendentes, incomprensibles sin más para el profano. Pues se encuentra, en efecto, respecto al orden y esquematización que son habituales en las cosas, más o menos como el orden dominante en una enciclopedia confrontado a un orden natural. [...] Así, tanto los datos ‘objetivos’ como por supuesto cualquier otro dato, reúnen para el verdadero coleccionista, en cada una de sus posesiones, una completa enciclopedia mágica, un orden del mundo cuyo esbozo es el destino mismo de su objeto. Con ello, en la estrechez de este terreno, es posible llegar a comprender cómo los mayores fisonomistas (y los coleccionistas son sin duda fisonomistas del mundo de las cosas) se vuelven zahoríes del destino.
Obra de los pasajes, H 2, 7; H 2 a, 1
La avaricia y la vejez, señala Gui Patin, siempre se encuentran bien en compañía. La necesidad de acumular [y coleccionar] es de los signos precursores de la muerte, en individuos como en sociedades.
Obra de los pasajes, H 2 a, 3
Wiesengrund en un ensayo inédito sobre El almacén de antigüedades de Dickens: «La poderosa alegoría del dinero cierra su descripción de la ciudad industrial: "[...] éstas eran dos viejas y gastadas monedas de penique, marrones y ahumadas. Pero ¡quién sabe si no brillaban con más gloria a ojos de los ángeles que las doradas letras cinceladas en las fúnebres lápidas!"».
Obra de los pasajes, H 2 a, 5
El lugar que ocupara todo sentido espiritual y físico [...] lo ha ocupado la simple alienación de todos los sentidos, a saber, el sentido del tener.
Karl Marx. Der historische Materialismus, I, Leipzig, 1932, p. 300. Cit. en Obra de los pasajes, H 3 a, 2
El coleccionista actualiza concepciones arcaicas de la propiedad que aún se encuentran latentes. Dichas concepciones quizá tengan relación con el tabú, como ésta observación nos lo sugiere: «El tabú [...] es la forma primitiva de la propiedad. Primero en forma ‘sincera’ y emotiva, y luego en su condición de procedimiento legal y corriente, el ser tabú constituía un título. Apropiarse un objeto es hacerlo sagrado, temible para todo otro que sí, volviéndolo por ello, por lo tanto, su propio ‘partícipe’».
N. Guterman y H. Lefebvre. La conscience mystifiée , París, 1936, p. 228. Cit. en Obra de los pasajes, H 3 a, 6
Pasaje de Marx tomado de Economía nacional y filosofía: «La propiedad privada nos ha vuelto tan ociosos y estúpidos, que un objeto tan sólo se hace nuestro cuando lo poseemos».
Obra de los pasajes, H 3 a, 7
El aspecto fisiológico del coleccionismo es muy importante. Cuando se analiza esta conducta, no hay que pasar por alto que el colectar adopta una clara y directa función biológica en la construcción de nidos de las aves. Parece incluirse una mención de ello en el Trattato sull'architettura de Vasari. Pero también parece que Pavlov se habría ocupado del coleccionismo.
Obra de los pasajes, H 4, 1
Coleccionar es un fenómeno originario en el caso del estudio: el estudiante colecciona su saber.
Obra de los pasajes, H 4, 3
Quizá es posible concretar así el secreto motivo que subyace al coleccionismo: abre el combate con la dispersión. Al gran coleccionista le perturba de modo por completo originario la dispersión y el caos en que se halla toda cosa en el mundo. [...] El alegórico en cambio representa el polo opuesto del coleccionista. Ha renunciado a iluminar las cosas con el empleo de la investigación de sus afinidades o su esencia. Así que las desliga de su entorno, mientras que deja [...] a su melancolía iluminar su significado. El coleccionista, por su parte, liga aquello en que ve correspondencia; así puede alcanzar una enseñanza sobre las cosas por sus afinidades o su sucesión en cuanto al tiempo. [...] En lo que atañe al coleccionista, su colección jamás está completa, y aunque le falte una sola pieza, lo coleccionado permanece como mero fragmento, como desde siempre son las cosas en cuanto hace a la alegoría.
Obra de los pasajes, H 4 a, 1
Los animales (pájaros, hormigas), niños y ancianos como coleccionistas.
Obra de los pasajes, H 4 a, 2
Una forma de desorden productivo es el canon de la memoria involuntaria, como lo es del coleccionista. [...] Y, al contrario, la memoria voluntaria es un registro que otorga a cada objeto un concreto número de orden bajo el cual aquél desaparece.
Obra de los pasajes, H 5, 1
El psicoanálisis descifró, hace tiempo, los jeroglíficos como esquematismos del trabajo del sueño. Pero, al aplicar esa certeza, más que la huella de lo que es el alma perseguimos la huella de las cosas. Así, vamos buscando el tótem correspondiente a los objetos en la espesura de la prehistoria. La caricatura más extrema del tótem de que hablamos es el kitsch.
Obra de los pasajes, I 1, 3
Embrujo del umbral. A la entrada de la estación de ferrocarril, de la cervecería, de la pista de tenis, de los lugares de diversión...: penates. [...] De manera más disimulada, este embrujo impera, de igual modo,en el interior de la casa burguesa. Las sillas que flanquean un umbral, las fotos junto al marco de una puerta, son dioses domésticos venidos a menos.
Obra de los pasajes, I 1 a, 4
Con el dominio de la burguesía, muebles y ciudades aún conservan el carácter propio de lo fortificado: «La ciudad amurallada fue hasta ahora el cerco que paralizaba el urbanismo».
Le Corbusier. Urbanisme, París, 1925, p. 249. Cit. en Obra de los pasajes, I 1 a, 8
¿Por qué cuando la mirada se dirige a una ventana ajena va a encontrarse de modo invariable con alguna familia mientras come, o también con un hombre solitario puesto frente a una mesa, dedicado a misteriosas nimiedades bajo la lámpara que cuelga sobre él? Dicha mirada viene a ser la célula a partir de la cual tiene su origen toda la obra de Kafka.
Obra de los pasajes, I 3, 3
Kierkegaard: Sämtliche Werke, IV, Jena, 1914, p. 12. Cit. en Obra de los pasajes, I 3, 5