Traducción española de Juan Barja
El impulso destructivo en Baudelaire no se encuentra nunca interesado en abolir lo que se desmorona. Esto, expresado en la alegoría, muestra su tendencia regresiva. De otro lado en cambio, y bien precisamente en su furor destructivo, la alegoría tiene parte en la expulsión de la apariencia, una que surge de todo ‘orden dado’, ya lo sea en el arte o en la vida, en cuanto es transfiguradora de la totalidad o de lo orgánico, haciendo que aparezcan soportables. Y esta es la tendencia progresiva que se contiene en la alegoría.
Obra de los pasajes, J 57, 3
Obra de los pasajes, J 57, 5
Allí en donde la modernidad se muestra finalmente emparentada, íntimamente, con el mundo antiguo es en el caso de la fugacidad [de su tiempo].
Obra de los pasajes, J 57 a, 3
Obra de los pasajes, J 59, 2
La pérdida de aureola afecta en primer término al poeta, el cual se ve obligado a exponerse en persona en el mercado. Baudelaire lo intentó expresamente. Su mitomanía celebérrima fue su estrategia, su publicidad.
Obra de los pasajes, J 59, 7
La rivalidad entre poetas es sin duda antiquísima, pero desde [...] 1830, se trata de llevarlas al mercado. Y éste es el que hay que conquistar, no la protección de la nobleza, los príncipes o el clero. Para la lírica el cambio fue más grave que en las restantes formas de poesía. La desorganización de sus estilos, que afecta también a sus escuelas, es hoy consecuencia del mercado, que se abre como ‘público’ al poeta.
Obra de los pasajes, J 59 a, 2
Nadie se sintió menos en su casa habitando en París que Baudelaire. A la intención alegórica la intimidad con las cosas le es extraña. Tocarlas es lo mismo que violarlas, conocer equivale a penetrar. Donde aquélla domina, no se puede formar costumbre alguna, dado que, nada más captar la cosa, ella rechaza ya la situación.
Obra de los pasajes, J 59 a, 4
A mediados de siglo cambiaron las condiciones que regían la producción artística. Por vez primera, y de modo concluyente, la forma de mercancía se le impuso a la obra de arte; y al público la forma de la masa.
Obra de los pasajes, J 60, 6
Para la decadencia del aura, dentro del seno de la producción en masa, esto es ahora lo significativo: la reproducción masiva de la imagen.
Obra de los pasajes, J 60 a, 4
La multitud, como aparece en Poe –con movimientos atropellados e intermitentes–, se describe con todo realismo. Su descripción contiene, a favor suyo, una verdad más alta. Estos particulares movimientos son menos movimientos de la gente que avanza así tras sus negocios, que los movimientos de las máquinas que de ellos se sirven. Con la mirada vuelta a lo lejano, Poe parece haber ido adaptando de ese modo su ritmo a sus gestos y a sus reacciones. Pero el flâneur no comparte esta actitud. Más bien parece que se desconecta; su ir sereno sería no otra cosa que protesta inconsciente contra el tempo del proceso productivo.
Obra de los pasajes, J 60 a, 6
El laberinto es el buen camino en el caso de aquel que siempre llega demasiado temprano hasta su meta. Ésta, para el flâneur, es el mercado.
Obra de los pasajes, J 61, 8
Obra de los pasajes, J 61, 9
La masa le permite a la prostitución dispersarse en amplias zonas ciudadanas. Antes vivía, en cambio, o bien acuartelada en ciertas casas o bien en ciertas calles. Pero ahora la masa le permite en conjunto al objeto sexual reflejarse en cien brillos del deseo, y uno que produce al mismo tiempo. Hasta la misma capacidad de compra se convierte en reclamo sexual; un reclamo que aumenta donde la rica oferta de mujeres aún subraya su ser de mercancía.
Obra de los pasajes, J 61 a, 1
Los conceptos de la clase dominante son el perpetuo espejo con el cual se ha logrado formar una imagen de ‘orden’.
Obra de los pasajes, J 61 a, 2
Las estrellas serán en Baudelaire el jeroglífico de la mercancía, lo otra vez-siempre-igual en grandes masas.
Obra de los pasajes, J 62, 5
Visto en el seno de la economía psíquica, se nos muestra el artículo de masas adoptando el carácter representación obsesiva.
Obra de los pasajes, J 62 a, 1
Claramente, la idea del eterno retorno hace del mismo acontecer histórico finalmente un artículo de masas. [...] Nietzsche dice: «Yo amo las costumbres efímeras»; pero ya Baudelaire se mostró incapaz toda su vida de desarrollar costumbres fijas. Éstas son armazón de la experiencia, pero las vivencias la destruyen.
Obra de los pasajes, J 62 a, 2
La melancolía, el orgullo y las imágenes. «Para mí, mi pena es mi castillo; se encuentra, situado en una cumbre, como un nido de águila, y alcanza a las nubes. Así que nadie puede derribarlo. De ahí bajo volando a la realidad para darle caza a mi botín. Pero no estoy abajo mucho tiempo; en seguida lo llevo a mi castillo. Lo que así voy cazando son imágenes».
Soeren Kierkegaard: Entweder-Oder, I, Jena, 1911, p. 38. Cit. en Obra de los pasajes, J 62 a, 4
El gran poeta jamás se confronta a su obra en calidad de puro productor. Él es al tiempo su consumidor. Pero no la consume, al contrario que el público, como apetencia, sino como instrumento. Carácter instrumental que representa aquí un valor de uso que sólo con una gran dificultad pasará a entrar en el valor de cambio.
Obra de los pasajes, J 64, 3
La producción en masa es la principal causa económica de la decadencia del aura, y la lucha de clases es su principal causa social.
Obra de los pasajes, J 64 a, 1
Así, la mercancía, la última gran lupa de la apariencia histórica, celebra justamente su triunfo cuando es ya la propia naturaleza la que adopta el carácter de mercancía. Y esa apariencia mercantil de la naturaleza es lo que se encarna en la prostituta. Dicen que «el dinero hace al deseo»; la fórmula sólo da el perfil grosero de un hecho que alcanza más allá de lo que es la prostitución. Bajo el dominio del fetiche-mercancía, el sex-appeal femenino va a teñirse, en un grado mayor o en menor grado, con el reclamo de la mercancía. No en vano las relaciones del proxeneta con su mujer en tanto que una «cosa» que él vende sin más en el mercado, excitaron con tanta intensidad la fantasía sexual de los burgueses. La moderna publicidad muestra también hasta qué extremo es posible fusionar los atractivos de la mujer y la mercancía. La sexualidad, antes movida socialmente por una fantasía del futuro que corresponde a las fuerzas productivas, ahora lo es por aquella otra correspondiente al poder del capital.
Obra de los pasajes, J 65 a, 6
En la apariencia de una multitud agitada y animada por sí misma, sacia el flâneur su ansia por lo nuevo. Y es que, de hecho, este colectivo no es en realidad sino apariencia. La ‘multitud’ en que el flâneur va a deleitarse es ese molde en que, setenta años más tarde, eso que llaman ‘comunidad del pueblo’ se va a ver, como tal, configurada.
Obra de los pasajes, J 66, 1
Si en efecto es la fantasía quien trae las correspondencias al recuerdo, es el pensamiento el que le ofrece lo que viene a ser la alegoría. Así el recuerdo hace confluir la fantasía con el pensamiento.
Obra de los pasajes, J 66, 3
En la poesía de Baudelaire, París es símbolo de la Antigüedad, en abierto contraste con la masa, símbolo a su vez de lo moderno.
Obra de los pasajes, J 66 a, 2