Traducción española de Juan Barja
La historia es como Jano, y posee dos caras: pero ya mire al pasado o al presente, siempre verá ante sí las mismas cosas.
Du Champ. París VI, p. 315. Cit. en Obra de los Pasajes, S 1, 1
Definición de ‘modernidad’ como lo nuevo en el contexto de lo ya-siempre-ahí-sido.
Obra de los Pasajes, S 1, 4
‘Modernidad’ es el tiempo del infierno. Sus penas se revelan lo novísimo que a cada vez se da en ese ámbito. Claro que por ello no se trata de que ahí se dé ‘siempre-ya-lo mismo’, ni que pueda hablarse en este caso de un eterno retorno inevitable. Lo que sucede es que la faz del mundo nunca queda alterada en lo novísimo, pues lo novísimo siempre sigue siendo lo mismo en cada una de sus partes. Esto constituye justamente la eternidad propia del infierno. Determinar en su totalidad los rasgos en que surge lo ‘moderno’ es mostrar el infierno como tal.
Obra de los Pasajes, S 1, 5
Es fundamental reconocer un momento puntual del desarrollo en su calidad de encrucijada. En una de ellas se presenta ahora lo que es el nuevo pensamiento histórico, ése que viene caracterizado por una más elevada concreción, por su rescate de las épocas de decadencia, por revisar la periodización, en general como en sus detalles, y cuya futura explotación revolucionaria o reaccionaria se decide ahora justamente. Pues, en este sentido, en los escritos de los surrealistas, como en el nuevo libro publicado por Heidegger, se nos anuncia una misma crisis en sus dos posibles soluciones.
Obra de los Pasajes, S 1, 6
No hubo época alguna que no se haya creído ‘moderna’ en un sentido excéntrico, y que no creyera estar plantada, de manera inmediata, ante el abismo. La desesperación de la conciencia de verse claramente situada en el centro de una crisis grave y decisiva para la humanidad resulta crónica. Cada tiempo aparece ante sí mismo en tanto tiempo nuevo, sin remedio. Pero lo ‘moderno’ es bien distinto en el mismo sentido en que lo son los distintos aspectos que un caleidoscopio nos presenta.
Obra de los Pasajes, S 1 a, 4
Sumergido en el sueño, el colectivo no conoce historia. Para él, el curso del acontecer fluye como lo-mismo-siempre-nuevo. Porque la sensación de lo más nuevo, de lo que es más moderno, se revela sin duda como forma del sueño del acontecer y eterno retorno de lo mismo.
Obra de los Pasajes, S 2, 1
Lo que nos impulsa a observar el pasado es la semejanza de lo sido con lo que es nuestra vida, una semejanza que consiste en el ser-uno-ahí-en-cierta-forma. Cuando captamos dicha identidad, entonces ya podemos desplazarnos a la región más pura: de la muerte.
Hugo von Hofmannsthal. Buch der Freunde, Leipzig 1929, p. 111. Cit. en Obra de los Pasajes, S 2, 2
Para el motivo de los cuadros de las landas en El proceso de Kafka: en la era del infierno, lo nuevo (es decir, lo que acompaña) es siempre, ya, (lo) eternamente igual.
Obra de los Pasajes, S 2 a, 3
La idea del eterno retorno en Zaratustra [de Nietzsche] viene a ser, en su auténtica naturaleza, una concreta estilización de la visión del mundo de Blanqui, que nos muestra su rostro universal en sus negros rasgos infernales. Es estilización de la existencia hasta en los fragmentos más pequeños de su recorrido temporal.
Obra de los Pasajes, S 8, 3
Los tres ‘motivos’ donde se muestra el Jugendstil: hierático, perverso, y emancipado.
Obra de los Pasajes, S 8, 4
Motivo fundamental del Jugendstil, la esterilidad transfigurada. Se dibuja el cuerpo sobre todo en aquellas formas que preceden a una completa madurez sexual.
Obra de los Pasajes, S 8 a, 2
El amor lésbico lleva la espiritualización al interior del seno femenino. Es allí donde planta su bandera, la del blanco lirio de ‘amor puro’, que no conoce embarazo ni familia.
Obra de los Pasajes, S 8 a, 3
La conciencia del que cae en el spleen nos ofrece un modelo en miniatura de ese típico espíritu del siglo al que hay que atribuirle el pensamiento que se configura como eterno retorno.
Obra de los Pasajes, S 8 a, 4
El reaccionario intento de librar de su estructura funcional formas condicionadas por lo técnico con la intención de convertirlas en supuestas constantes naturales –lo que significa estilizarlas–, de modo similar al Jugendstil aparecerá en el futurismo.
Obra de los Pasajes, S 8 a, 7
Clave de la organización técnica del mundo: liquidación de la fertilidad. Así, la mujer frígida: ideal Jugendstil de la belleza.
Obra de los Pasajes, S 9 a, 2
Novedad. Voluntad de novedad. Lo nuevo es de esos venenos excitantes que terminan por ser más necesarios que ningún alimento; mientras se van haciendo nuestros dueños, se hace preciso aumentar la dosis hasta hacerla mortal directamente. Extraño, el entregarse de ese modo a lo perecedero de las cosas, que es lo que vibra en esa novedad.
Paul Valéry: Choses tues, París, 1930, pp. 14-15. Cit. en Obra de los Pasajes, S 10, 6
Proust, sobre el museo: «Nuestro tiempo tiene la manía de querer mostrar todas las cosas tan sólo con aquello que las rodea en la realidad, suprimiendo con ello lo esencial, el acto del espíritu, que las aísla de ella. Se ‘presenta’ así un cuadro entre los muebles, las chucherías y los estampados producidos en la misma época, a manera de soso decorado [...], en mitad del cual la obra maestra que estamos viendo mientras que cenamos nunca ofrece el placer extraordinario que tan sólo podríamos pedirle dentro de una sala de museo; una que simboliza mucho mejor en su desnudez, al prescindir de todos los detalles, los desnudos espacios interiores donde el artista se abstrae para crear».
Marcel Proust. A l’ombre des jeunes filles en fleurs, París, II, pp. 62-63. Cit. en Obra de los Pasajes, S 11, 1
¿Una feria o un campo de batalla? [...] ¿Qué queda hoy de tan nobles vanidades? Nuestros antecesores combatían, nosotros fabricamos y vendemos. Lo que veo con toda claridad, dentro del desorden en que estamos, es que en lugar del campo de batalla se ven cientos de tiendas y talleres donde venden y fabrican a diario eso que llamamos nueva modas y cuanto, de modo general, venden como producto-de-París [...]. Modista es la palabra que conviene a nuestra actual generación de pensadores y de soñadores».
Hippolyte Babou. Les payens innocents, París, 1858, p. VII-VIII. Cit. en Obra de los Pasajes, S 11, 3
El vidrio está actualmente destinado a hacer un gran papel en la arquitectura de metal. En vez de gruesos muros, que pierden solidez y seguridad según aumenta el número de vanos, nuestras casas se verán atravesadas por tantas aberturas que parecerán casi translúcidas. Las amplias aberturas de cristal, que igual dará que sea simple o doble, fino o grueso, mate o transparente, van a derramar durante el día hacia el interior un brillo mágico, como, de noche, hacia el exterior.
Gobard. «L’Architecture de l’avenir», Revue générale d’architecture, 1849, p. 30. Cit. en Obra de los Pasajes, T 1 a, 4
Claramente habría que oponer la empresa granburguesa del saintsimonismo, que contiene un intento de producción y acción, a la pequeñoburguesa que se encarna en el falansterio fourierista, que contiene un proyecto de consumo y disfrute.
Albert Thibaudet. Les idées politiques de la France, París, 1932, pp. 61-62. Cit. en Obra de los Pasajes, U 1, 6
Llevaban ropa cortada especialmente –pues, por ejemplo, los sansimonianos abotonaban sus chaquetas por la espalda, con lo cual se veían obligados a pedir ayuda a un compañero, viéndose de ese modo remitidos a la necesidad de cooperar–.
Paul Lafargue. Der Klassenkampf in Frankreich. Cit. en Obra de los Pasajes, U 3, 2
Los ferrocarriles [...] imponían, junto a otras muchas cosas imposibles, transformar las relaciones de propiedad [...]. Un burgués, hasta entonces, emprendía una industria o un comercio sólo con su dinero, a lo que, como mucho, se añadía el de un par de amigos o conocidos [...]. Administraba ese capital, y era el verdadero propietario de la fábrica o la empresa de comercio. Pero, al contrario, los ferrocarriles, precisaban tan grandes capitales que no podían verse reunidos en las manos tan sólo de unos pocos. Y por eso gran número de burgueses, cuyo dinero –siempre tan amado– nunca había salido de su vista, tuvieron que confiárselo a unas gentes cuyo nombre apenas conocían [...]. Una vez aportado el capital perdían el control de su gestión, pero, además, tampoco poseían ningún tipo de derecho de propiedad sobre estaciones, vagones, locomotoras.... De ese modo, tenían solamente su derecho a los beneficios; así, en vez de un objeto [...] se les daba [...] una hojita de papel de apariencia insignificante, que representaba la ficción de atesorar una partecita infinitamente pequeña e inasible de una verdadera propiedad positiva, cuyo nombre aparecía impreso en la parte inferior en grandes letras [...]. Esta nueva estructura [...] se encontraba en una tan radical contradicción con las formas normales de confianza que venían practicando los burgueses [...], que la defendieron sólo aquellos [...] que eran sospechosos del intento de querer derribar todo el orden social: los socialistas. Fourier primero, y luego Saint-Simon, celebraron la movilización de la propiedad con las nuevas acciones en papel.
Paul Lafargue. Marx’ historischer Materialismus, «Die neue Zeit», XXII, 1, Stuttgart 1904, p. 831. Cit. en Obra de los Pasajes, U 3 a, 2
Diferencia entre Saint-Simon y Marx. Saint-Simon considera un número muy grande de explotados, contando en él incluso al empresario porque paga intereses a sus prestadores. Marx, por el contrario, opta por contar como burguesía a todos los que explotan de algún modo, aunque también vengan a ser víctimas, en cierto grado, de la explotación.
Obra de los Pasajes, U 4, 2
Es bastante significativo que las diferencias existentes entre capital industrial y financiero no son de uso corriente en los teóricos del sansimonismo. Pues todas las diversas antinomias sociales van a quedar disueltas en el cuento de hadas que el progreso pone en perspectiva para un muy próximo futuro.
Obra de los Pasajes, U 4 a, 1